Horacio Tettamanti, ingeniero naval y mecánico, ex presidente de la Asociación Bonaerense de la Industria Naval, de la cual también es cofundador, plantea las hipótesis sobre lo ocurrido con el ARA San Juan, cuando se cumplieron 24 días desde la última comunicación. 

–¿Qué vamos a encontrar cuando encontremos al San Juan?

–Bueno, es imposible decirlo. Pero sí podemos plantear hipótesis.

–¿Por ejemplo?

–En principio, hay claramente sólo tres posibilidades. Que se lo encuentre en la superficie, en equilibrio entre aguas o sobre el lecho marino. Como es obvio...

–... descartamos la primera posibilidad, ya lo habrían encontrado. ¿En serio es posible que esté flotando entre dos aguas?

–Sí, es posible. Todo depende de qué haya pasado, si le entró agua, cuánta, si se produjo una explosión, una implosión...

–Vayamos viendo cada una.

–Si entró agua, pero el casco resistió, se hunde hasta cierto punto y luego queda flotando, sin control, a la deriva. Pero si entró mucha agua, se va poniendo más pesado y se va hundiendo.

–¿Cuánta presión resiste? ¿Qué pasa si no resiste?

–Eso depende. El agua ejerce una presión de un kilo por centímetro cuadrado cada diez metros. Por eso, si el submarino está sumergido, una muy pequeña fisura produce un colapso.

–Claro, porque se produce un “encontronazo” de presiones, para usar un término científico.

–Exactamente. Pasa lo opuesto que en un avión, en donde también es muy grande la diferencia de presión entre el adentro de la nave y lo que la rodea. En un avión, la cabina debe presurizarse, se le “mete” más presión que al exterior para que pueda haber personas adentro. En el submarino, la presión interna es muchísimo menor que la exterior, también para que pueda haber personas en el interior.

–Y por eso, entonces, si se produce una fisura o una rotura en la cabina de un avión todo sale despedido con fuerza...

–... y en el submarino entra con fuerza. 

–¿La presión del agua puede partir el casco? ¿De qué está hecho?

–Un submarino tiene un doble casco. El casco exterior, el llamado casco resistente, tiene 32 milímetros de espesor y es de una aleación especial de acero de alta resistencia llamado HY 80. Y para dar una idea de la tremenda presión, si el casco se rompe y entra agua y el submarino se hunde a la suficiente profundidad, el acero se deforma como si fuera papel y el submarino se achata por completo.

–¿Y por qué causas podría romperse el casco? Descartando el impacto de un misil o algo similar, ya que se supone que no había ninguna actividad de ese tipo en la zona.

–No, claro, eso está descartado. Hay varias causas por las que el casco de resistente puede romperse. Una es, por supuesto, por un mal cálculo estructural. El submarino está mal construido y no soporta la presión. De nuevo, también lo descartamos porque el San Juan hizo muchos viajes y estaba todo bien.  

–¿Y entonces?

–Y, por ejemplo, que por alguna causa se sumerja a una profundidad superior a la que soporta. Si se produce alguna avería y el submarino empieza a descender descontroladamente, llega un punto en el que colapsa por la presión del agua. Y también puede entrar agua en el depósito de baterías, lo que puede generar un corto que puede producir un arco voltaico. La potencia de un evento así puede romper el casco de un submarino. 

–Sí, la mezcla de agua y baterías es sumamente peligrosa. También puede producirse una nube tóxica por acumulación de hidrógeno si el agua de mar afecta las baterías.

–Sí, el hidrógeno es muy volátil y explosivo.

–Y si pasa eso, en un submarino no se puede abrir las ventanas y ventilar todo.

–Y... no.

–Entonces, ¿qué se va a encontrar?

–Además de las hipótesis acerca de qué pudo haber pasado, también hay que ver en dónde se lo encuentra.

–¿Por qué?

–Si el submarino, por cualquier motivo que fuera, se hundió hasta el lecho marino, hay que ver a qué profundidad está. 

–¿Porque es muy caro reflotarlo?

–Por empezar, los trabajos para reflotar objetos a grandes profundidades son carísimos. Exigen mucho tiempo y son peligrosos para la gente que los realiza. Los trabajos para reflotar el Kursk, el submarino ruso, que estaba a sólo 108 metros de profundidad, demandaron dos años y cientos de millones de dólares. 

–¿Cuánto pesa el San Juan?

–Si está sin agua, porque no se inundó, tiene un peso de 1700 toneladas. Pero si se inundó, debe estar rondando las 2500, 3000 toneladas. 

–Inimaginable el tamaño del brazo de una grúa que pueda levantar eso...

–Sí, claro. A profundidad, sólo se podrán sacar imágenes cuando lo encuentren. Porque los minisubmarinos o ROV tienen “brazos” para manipular algunos objetos y herramientas, pero tampoco resisten grandes pesos. Y es muy peligroso mandar gente a trabajar más allá de los 600 metros, que es la capacidad de los batiscafos de rescate.

–¿Y las imágenes...?

–Entre las imágenes y el Santa Cruz, que es gemelo del San Juan, se puede estudiar lo ocurrido, investigar las causas, para evitar que vuelva a ocurrir. Y además, para los familiares es importantísimo. 

–Sí, una vez que lo encuentren, se cierra una etapa.

–Claro. Ahora es una especie de limbo, no pueden dejar de esperar. Es importante saber qué pasó y tener la posibilidad de, aunque sea, desde un barco tirar flores al mar.

–¿Y puede ser que no lo encuentren?

–...