Con las aguas más calmas, a una semana de las extrañas elecciones a convencionales constituyentes de Santa Fe; está cada vez más claro que el repudio, el desánimo y la poca confianza en que esos comicios podían cambiar algo para los ciudadanos, terminaron pesando más que alguna posible complicación por el novedoso sistema electoral o el hecho de que la elección se mezclara con una poco atractiva PASO para concejales. Algo de eso mostró no la especulación sino el minucioso trabajo del Observatorio Electoral de la Universidad Nacional de Rosario. Sin embargo, las lecturas políticas están ahí, ahora sí con los números oficiales confirmados ayer en el recuento definitivo de votos.
Pullaro es el ganador, como buen apostador de plenos sabía lo que arriesgaba -nunca perder estuvo en los cálculos- y algo de esa jugada riesgosa se vió con claridad en las urnas: No le fue bien en Rosario, supuestamente un territorio que le debería fidelidad por haberlo liberado del yugo narco y de la violencia indiscriminada. Este fue el distrito donde su triunfo fue más exiguo (148.497 votos contra 114.967 de Juan Monteverde). Tampoco arrasó en la ciudad capital y perdió en el camino en toda la provincia casi medio millón de los votos que había sacado como gobernador en las elecciones del 2023.
Pero en política, se sabe, las matemáticas dejan de ser exactas y se transforman en meros indicadores. Antes de las elecciones, Pullaro y la provincia entera sabían que perdería una buena porción de esos votos. Es más, en secreto este fue el argumento (o quizás la excusa) del sector que orienta el exgobernador Omar Perotti para darle su aval para obtener la necesidad de la reforma. “En una elección de convencionales, el Frente Unidos dividirá por tres otra vez y ahí aparece una posibilidad para el futuro para el peronismo”, decían cerca del rafaelino. Nadie lo creyó del todo pero el peronismo que todos presentaban como poco competitivo y más cerca de un velorio que de la victoria, terminó segundo en estas elecciones. Y con un férreo sistema electoral que lo obligó a ir dividido. Ese sí es el reproche mayor a las concesiones de Perotti.
Otra porción de votos de Pullaro que quedaron en el camino corresponden al desgaste propio de la gestión. El que crea dentro del oficialismo que el violento sistema de premios y castigos a los docentes, la embestida constante contra los gremios de la administración central y empresas públicas; y un régimen jubilatorio que hace caer todo el peso del déficit de la Caja de Jubilaciones en los bolsillos de los trabajadores; no tiene costos políticos, está viviendo en una provincia de fantasía.
Hoy los dirigentes, muchos de ellos, creen que el "clima de época" alcanza. Si al presidente Javier Milei le está yendo bien con el garrote sin siquiera tener que mostrar la zanahoria, ¿por qué a nosotros no? La sociedad en general no habilita a todos ni les pide a todos hacer las mismas cosas.
En Rosario, el intendente Pablo Javkin tuvo que armar un discurso de contención y motivación el mismo domingo a la noche. Su candidata a concejala Carolina Labayru salió tercera detrás de Juan Pedro Aleart y de Monteverde en la compulsa de los concejales. No fue un buen resultado para el oficialismo. Es justo apuntar que la eficiente funcionaria del intendente perdió ante dos postulantes de extremo conocimiento entre los rosarinos. Pero el intendente seguramente ya tomó nota de las cosas que debe ajustar no sólo de cara a las generales de junio sino para la segunda parte de su segundo mandato.
Por su parte, el senador nacional Marcelo Lewandowski aún busca razones de su suerte electoral. Hizo una lectura correcta del mal momento del peronismo, del descrédito de la flamante conducción del Partido Justicialista de Santa Fe y tomó la decisión racional de apostar a una lista amplia y abierta con Rubén Giustiniani, algunos gremios, empresarios pyme y diversos actores sociales. Armó también con dos intendentes de peso como Rolly Santacroce en el sur y Enri Vallejos en el norte. Pero con el diario del lunes, se ve que desdeñó el poder de los senadores provinciales, su peso territorial y, -ahora es claro-, el bajo costo que pagó Monteverde por aparecer con sus nuevos y gastados socios peronistas.
Monteverde no sólo no perdió ni un solo voto por su sociedad con Armando Traferri, sino que el senador de San Lorenzo volvió a imponerse en ese departamento con holgura como si jamás hubiese sido señalado como organizador de una asociación ilícita vinculada al juego clandestino a gran escala en Santa Fe, o como si nunca se hubiese amparado en su doble fuero para eludir a la justicia y maniobrar hasta sacar de la cancha a los dos fiscales que lo perseguían judicialmente con las pruebas en la mano.
Algo de Monteverde, de su discurso, imbricó con una parte de la mística peronista. “Fue como votar a un kirchnerista que no es kirchnerista, es una especie de renovación”, sintetizó con certeza un militante del PJ.
La fuerza del territorio
Así se llama una corriente interna del Partido Socialista, pero en este caso “la fuerza del territorio” demostró por qué los senadores provinciales llevan tantos años sentados en sus bancas, por qué todos volvieron a ganar, por qué sus sociedades se extienden más allá de los partidos que representan y por qué -ni uno solo- siquiera se tomó el trabajo de responderle al candidato televisivo de la Libertad Avanza que proponía, y aún lo hace como si fuera posible, disolver el senado provincial en la reforma de la constitución.
Una candidata rosarina contó que esta era su primera campaña provincial y que nunca había sentido lo que era pisar el territorio de estos varones de la política. “Había localidades donde tuvimos que mudar el lugar de reunión porque nos lo cerraban, o los vecinos que se habían comprometido a venir nos pedían disculpas porque no iban a concurrir porque tenían miedo de perder el trabajo en la municipalidad, ningún medio nos hacía una nota. Nunca había vivido una cosa así”, contó la candidata. Así se ve el poder.
El largo brazo del Senado santafesino se extendió también hasta el apoyo encubierto a la candidatura de la exboxeadora Alejandra "Locomotora" Oliveras del Frente de la Esperanza que ingresará a la convención junto a otros dos de los suyos. Esta maniobra urdida por un senador del norte sacó de la cancha a candidatos de fuste y mucho más preparados para un debate constitucional como Claudia Balagué, Leonardo Caruana y Griselda Tessio del Frente Amplio por la Soberanía. Pero claro, también serían más difíciles de convencer por el oficialismo ante la necesidad de juntar mayoría para algunos temas delicados.