En el país de la flotación entre bandas, que están lejos de serlo sólo respecto de la cotización del dólar, el Gobierno parece haber comenzado “bien”, “tranquilo”, “firme”, “a paso seguro”, “con los mandriles domados”, su nueva etapa ficcional.
¿Hasta dónde dura una ficción? ¿Hasta que termina la película porque se acepta el código de dejarse llevar por los giros argumentales? ¿O hasta que resulta