En el inicio de su programa el periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, reflexionó sobre lo que dejó la muerte del Papa Francisco y aseguró que su paso por la conducción máxima de la Iglesia fue “excepcional”, marcando un antes y un después en una iglesia que “confrontó con el capitalismo salvaje” y se estableció “cerca del corazón del hombre”.
El último adiós de Víctor Hugo al papa Francisco
Ya podemos decir que ha sido un Papa excepcional. Me cuesta, en toda mi vida, encontrar un Papa que haya amado más que Francisco. Y que haya generado que podamos sentir tanto amor de parte de Francisco.
Fue la mejor Iglesia posible: cerca del hombre, cerca del humanismo, cerca de los vulnerables. Preocupada por los más débiles, que confrontó con el capitalismo salvaje, con el fascismo reinante de esta época.
Que no estuvo cerca de los poderosos, a los que evitó, a los que no les sonrió, a los que enfrentó en múltiples ocasiones. Fue un papa argentino, latinoamericano, jesuita. ¿Habrá otro? Difícilmente. Pasarán los siglos antes de tener un papa argentino, latinoamericano y jesuita. Y todo al mismo tiempo. Casi que sería imposible.
Francisco fue recibido con alborozo por la derecha argentina. Poco a poco eso se disolvió. Era el mejor mensaje que podría ofrecernos: que la derecha fuera renunciando a Francisco. Rechazando a Francisco. Porque Francisco se había inclinado por los vulnerables, por los pobres, por los que aman al otro, y no por los que los desprecian.
Confrontó con los poderosos, fuera Trump, Macri, Milei. Amó a Cristina Fernández de Kirchner, defendió al latinoamericanismo, estuvo por encima de todo lo que la Iglesia había hecho en los tiempos en los que se le exigía una lucha más frontal frente a la falta de humanismo que el mundo ofrecía.
Ha sido excepcional la lucha de Francisco por las mujeres y los pobres. Pero para esto ha tenido que sortear múltiples enemigos. Gente que lo ha enfangado de la peor manera.
El periodismo argentino fue lo más canalla que se pudo haber encontrado al ir contra Francisco. Tan solo porque decía: viva el hombre, viva el otro, viva el amor. Y eso es demasiado para los que piden la insolidaridad, para los que reclaman todo para ellos, para quienes quieren el mejor lugar en la cena y las primeras sillas en el templo, como criticaba Jesús.
Fue el más cercano a Jesús —de los que yo recuerdo, por lo menos—, y así será evocado. Fue también un triunfo de la Iglesia argentina. La pregunta inevitable es: ¿qué será de la Iglesia argentina sin Francisco?
Fue una Iglesia que se inclinó a la opción por los pobres cuando toda su historia había transcurrido en opciones por los ricos. ¿Volverá la Iglesia argentina a eso? Dios quiera que no.
Que el tránsito de Francisco sea lo suficientemente eficaz como para que la Iglesia argentina —y la que nace en el Vaticano— sea cerca del corazón del hombre, y no de los que quieren siempre la primera silla y el primer lugar en la cena: los acaparadores que lo quieren todo para ellos.
Contra tales personas ha luchado Francisco todos estos años. Desde el primer día, cuando empezó el amor grande de todos los pueblos, y el desencanto de todos los que fueron creando un fascismo que le duele a la humanidad como nunca en la historia.
Recordemos a Francisco con inmenso amor, porque es lo que él nos dedicó.