Días atrás, Kristalina Georgieva, en modo Mirtha Legrand, comentó entre ingenua y picante: "Me dijeron, no sé si es verdad, que hay más del 200 mil millones de dólares bajo el colchón y Dios sabe dónde. Si ese dinero se invierte en Argentina imaginen lo que sería ese país". 

La fuga de capitales es un problema que lleva medio siglo, sostenido por el endeudamiento externo. Georgieva lo sabe, pero la deuda, como el público, se renueva. El tema es que el gobierno ya se gastó la bala del blanqueo en septiembre pasado, y a pesar de haber sido exitoso, su volumen queda reducido a una pequeña fracción comparado con el monto que denunció la búlgara. 

El decoro de su cargo la obliga a ser imprecisa a la hora de hablar de evasión y paraísos fiscales. Una presidenta del FMI debe saber mirar para otro lado. Pero si esos 200 mil millones no se movieron ni con un blanqueo, difícil es que ahora se conmuevan con la expresión de deseo “lo que no es, puede llegar a ser”. Salvo que piensen que este programa (del FMI) trae suerte.

El mismo día habló Scott Bessent, el Secretario del Tesoro de EEUU, dijo: “Si Argentina lo necesita, en caso de un shock externo y si Milei mantiene el rumbo, estaríamos dispuestos a utilizar el FSE” (Fondo de estabilización Cambiaria del Tesoro de EEUU). Es decir, el anuncio que se especulaba haría la semana pasada en público junto al Presidente Milei en Buenos Aires (lo digo, no lo digo), finalmente lo hizo en privado ante inversores convocados por JP Morgan, me-sa-za! Presidente de Argentina, puesto menor. 

Al dejar abierto el monto a lo que Argentina necesite, nos recuerda a Macri, cuando salió a declarar que el FMI le iba a volver a prestar todo lo que fuera necesario. En el mercado ese tipo de declaraciones suelen tener el efecto contrario al deseado. Todo muy opaco. Una reunión informal de caballeros, más parecido a una escena de negociación en El Padrino, que a una política pública. No hay un papel oficial firmado. Y sobre todo, no participa la Argentina, mientras hablan de ella a puertas cerradas, como si Bessent estuviera presentando el plan de salvataje para el Estado 51.

Milei ya venía de ser humillado en Mar-a-Lago, la mansión en Palm Beach de Donald Trump, con quien ni pudo hacer avistaje fotográfico. Trump sabe que las cartas de Milei no son buenas (como no tuvo empacho en decirle en vivo a Zelenski). Ahora fue ninguneado en el anuncio de este Blindaje de partida de póker, condicionado a “si Milei mantiene el rumbo (que quiere EEUU)”. Como te ven, te tratan. Si te ven mal, te maltratan.

Besset mostró lo poco que le importan las tesis de Milei en Davos, sobre la pedofilia de los homosexuales con hijos (como Mirtha preguntó a Piazza) o la imposibilidad de las fallas de mercado. En el Instituto de Finanzas Internacionales justificó el apoyo a la Argentina diciendo “cuando los mercados fallan, el FMI interviene y facilita recursos”. El plan de Milei falló, y ahora, otra vez tenemos que escuchar que este es el último año de los acuerdos con el Fondo.