Dos personas se encuentran, saben que quieren conocerse pero la pandemia las distancia; el escenario no es raro, parece lejano y también próximo. Una situación que permite a Encontrarte sin querer encontrarte indagar en las identidades. Como la misma obra se pregunta: ¿Qué quedará de todo lo que fuimos? A partir de las actuaciones de Alma Gentiletti y Nicolás Herrera, con dramaturgia y dirección de Mecha Núñez, Encontrarte sin querer encontrarte se presenta hoy a las 21 y mañana a las 20 en Teatro La Morada (San Martín 771).
Según explica la directora, la dramaturgia cobró su forma durante el proceso de trabajo y ensayos, compartido con la actriz y el actor, junto a los aportes de Claudia Raimondi, Roxana Solares, Patricia Holms y Gonzalo Ortiz. “Cada vez más me interesa pensar las cosas colectivamente. Yo no soy dramaturga, pero sí la persona con más experiencia dentro del elenco; entonces, cuando empezamos a buscar e indagar y pensamos en llamar a alguien, fue la vorágine del trabajo la que finalmente me llevó a hacerme cargo de la dramaturgia. Puse la cabeza en eso, escribí algunas escenas, algunas salieron a partir de improvisaciones y también pedí colaboración. Que me haga cargo de la dramaturgia, no quiere decir que sea quien escribió la obra”, explica a Rosario/12.
-¿Cuál fue la motivación de Encontrarte sin querer encontrarte?
-Empezamos a trabajar juntos porque así lo queríamos, sin saber qué rumbo iba a tener el proyecto ni nada. Y una vez que empezamos a encontrar ideas, imágenes y algunas escenas, pensamos en la idea de dos personas que se encuentran y necesitan conocerse; es decir, no se conocen, pero deben conocerse. Hay algo que los moviliza a eso, y tiene que suceder. También nos pareció interesante el contexto de pandemia, a partir de dos desconocidos que se ponen a convivir pero a distancia, con barbijos.
-Y fue esa historia la que buscó su propia dramaturgia.
-Ya teníamos la historia, la habíamos encontrado y comenzado a resolver. Sabíamos cómo comenzaba, qué pasaba, cómo terminaba, y tomamos decisiones. Pero nos quedaba construirlo, escribirlo y ensayarlo. La obra ya estaba en nuestra cabeza, sabíamos quiénes eran estas dos personas, qué estaban haciendo y que era pandemia, solo nos faltaba encontrar el vínculo, las relaciones, si había o no conflicto; pero mucho de todo esto ya ocurría a partir de ideas e imágenes decididas.
-Es extraño, pero de alguna manera la pandemia habla de una situación social vigente.
-Estamos atravesando un contexto desde hace décadas, en el que cada vez nos ensimismamos más en lo propio, lo individual, y nos alejamos de lo colectivo. Nos pensamos decidiendo si vemos una peli o si comemos, pero siempre desde casa, quizás en soledad, quizás con pocas personas. Lo viví en su momento, por ahí uno escuchaba a los grandes pensadores o algunos otros que no son grandes, pero hablan igual, diciendo que la pandemia nos iba a dejar mejores y no fue para nada así. Al contrario. Éramos todos muy lindos, aplaudíamos por la ventana y compartíamos cosas por internet, pero nos empezamos a cortar solos, hacia adentro, y seguimos todavía mirando streaming, pidiendo más y más cosas por internet, sin frecuentar los lugares que nos encuentran.
-El teatro, sin embargo, obliga a salir de casa; ahí hay como una militancia.
-Sí, el teatro es presencial; tenemos que compartir el espacio. En pandemia nos hicimos los locos y nos filmamos, pero ya es otro lenguaje, porque uno no está vivenciando ahí lo que sucede y sobre todo lo que sucede en la platea, cuando todas estas personas que no se conocen, se ríen y se emocionan juntas. Es mucho, digamos. Eso por ahí pasa en una sala de cine o en los eventos deportivos, pero es de la única manera. Si veo teatro filmado, ya es otra cosa. Yo además soy docente, formadora de actores, y cuando dimos clases vía pantalla en 2020, hablábamos mucho de esto y también con otros colegas. El teatro atravesó todos los avances tecnológicos, estuvo siempre a punto de desaparecer, pero no lo hizo; evidentemente por nuestro carácter gregario, por nuestra necesidad de pensarnos comunitariamente.
-La sinopsis de la obra elige una frase muy linda: “Calcando los contornos diluidos de flores incoloras transparentes”.
-Nosotros hablamos del proyecto Flores Incoloras Transparentes, que arranca siendo mío, donde tenía ganas de empezar a pensar obras de distintas dinámicas que hablaran de la identidad. Y de pronto me encuentro, o me reencuentro, con un soneto que escribió mi papá, que me encantó y le dio sentido: “Calcando los contornos diluidos de flores incoloras transparentes”. Lo que nos interesó indagar era la identidad. ¿Qué es? Uno no nace con identidad, la identidad se construye, se puede transformar, yo puedo buscarla, puedo encontrarla, puedo teñir mi identidad de otras identidades; por eso pensar en flores incoloras transparentes, que podrán ir tomando colores o texturas y transformar.