“Esta segunda edición responde a un motivo evidente. El año 1973 marca una etapa importante en el país. Argentina ha puesto en marcha la posibilidad de su autenticidad. Entre todas las propuestas económicas y sociales de todo cuño que suelen adoptar fácilmente como solución, surge una clara propuesta cultural brotada de las raíces más profundas del pueblo. Quisiera yo que estas páginas sirvan para entender esa propuesta, a fin de que no sea malversada una vez más."

El texto anterior es el prólogo a la segunda edición de “El pensamiento indígena y popular en América”, libro fundamental en la obra de Rodolfo Kusch. En él se puede vislumbrar claramente la esperanza y la condición de posibilidad de cambio que el filósofo advertía en aquella Argentina.

Dentro de este marco, Kusch tendrá uno de los grandes vuelcos de su vida, paradójicamente en la última década de su existencia, cuando el catedrático se mudó a Salta invitado a impartir clases en la naciente Universidad Nacional de Salta (UNSa). Rodolfo llega en 1973 al norte del país, mismo año en que escribe dicho prólogo.


Serán los años entre 1973 y 1976 los que trabaje en la UNSa, generando un mayor acercamiento y ligazón con el norte del país, algo que se reforzará luego con una etapa más conocida de su vida, al instalarse en la quebradeña localidad de Maimará, en Jujuy, donde aún se encuentra su Casa Biblioteca Museo.

De aquellos tres años de enseñanza en la naciente Universidad pública salteña, no fueron muchos los que tuvieron la suerte de concurrir a sus clases, pero los que sí lo lograron, relatan aquel tránsito como una marca imborrable en su vida.

Sara Mamani es cantora, poeta y artista salteña con un largo camino recorrido. Supo entablar amistad con los grandes del folklore, un género que aprendió con el tiempo y el camino recorrido, llegando a ser representante de la provincia en los grandes festivales como Cosquín a principios de la década del 70.

Siempre peleando desde sus “trincheras” contra la desvalorización de las culturas originarias y autóctonas de su Salta natal, Sara es recibida en filosofía, carrera que estudió en la Universidad Nacional de Salta donde tuvo como docente al antropólogo y filósofo Rodolfo Kusch.

Aquella incursión docente dejó huella en alumnos y alumnas que tuvieron la posibilidad de tomar sus clases en la carrera de filosofía. Una de ellas fue Sara, quien comparte sus memorias y vivencias de aquel tiempo, pero sobre todo, de la trascendencia que en ella dejó el pensamiento y lo aprendido con Kusch.

Imagen FB Sara Mamami


-Fuiste alumna de Rodolfo Kusch en la Universidad Nacional de Salta. ¿Cómo fue tu relación como alumna?

-En aquellas épocas las relaciones profesor-alumno no eran cercanas, había toda una distancia que quizás con el tiempo se fue acortando, pero había un respeto por el profesor. Cuando Kusch llega a la universidad, ya ubicada en Castañares, es la época en que también hay una gran presencia jesuita dentro del profesorado, al menos de filosofía, porque la universidad era nueva y llegan profesores de otros lugares. Entre ellos llega Rodolfo Kusch que está en la carrera de filosofía, es una época también muy convulsionada políticamente en la universidad; se crea un AM 25 que era como un curso introductorio para aquellas personas que no habían terminado el secundario, para que entraran, hay cambios de planes, en fin, hay un movimiento grande en la universidad. Y entre esos cambios son las llegadas de profesores de otros lugares. Llega Kusch, y si no me equivoco la materia que tomo con él se llama Estética; para nosotros como alumnos jóvenes él era muy fuera de lo que en general se enseñaba. ¿Por qué lo digo? porque estaba en ese momento investigando a las comunidades originarias, estaba indagando por lo latinoamericano, entonces las clases que recuerdo se referían, por ejemplo, a la chayada de camiones que hacían, y siguen haciendo, las comunidades bolivianas y del noroeste argentino, y a nosotros los alumnos nos parecía sumamente raro que las clases consistieran en eso, pero tampoco teníamos desarrollado un pensamiento como para oponernos o hacer una crítica, pero sí nos llamaba la atención, porque por un lado sentíamos que eso ya era muy sabido, no es que lo ignorásemos al hecho de la chayada de camiones u otras cosas; ahora, que eso se lleve hasta a la universidad nos parecía raro.


-¿Cómo recordás su figura como docente?

-Recuerdo que Kusch como profesor era una persona muy amable, muy apacible, muy tranquilo si lo tengo que comparar con otras personalidades de otros profesores que también convivían en la universidad y en la facultad. Fue un profesor extraño que se salía de lo que se creía como estrictamente académico, a los alumnos nos llamaba la atención. En esa época convivía Kusch con este tipo de enseñanza en la materia y quizás con una presencia fuerte del marxismo, entre otras, entonces eran muy opuestos en ese momento un pensamiento del otro. Pero para la juventud era todo muy nuevo y estábamos muy asombrados de lo que se podía escuchar en la universidad, tanto sea del lado de Kusch como de los otros profesores. Fue un breve espacio de tiempo el que estuvo Kusch, pero si fue un recuerdo intenso en esa diferencia, en como abordar la materia, la cátedra, y también por eso me llamó la atención. Recuerdo su amabilidad, su tranquilidad, su parsimonia comparada con un clima intenso que había en la universidad. Luego vienen los años difíciles y tampoco teníamos en ese tiempo información de qué había pasado con algunos profesores, salvo los que fueron secuestrados o los que se fueron al exilio después del 76, entonces pierdo de vista al profesor Kusch, solo tenía una idea que se había ido a vivir a Maimará pero tampoco tenía la certeza, eran años muy difíciles, no habían formas de comunicación que hay hoy en día.

Imagen FB Sara Mamami


-Entiendo por lo que comentás que te trascendió en el tiempo lo vivido en sus clases

-A lo largo del tiempo empecé a ver, a sentir, a conocer, que había como una revalorización de su pensamiento en algunos lugares, sobre todo acá en Buenos Aires, donde yo vivo. En la universidad Tres de Febrero empezaron a aparecer comentarios sobre Kusch y después de tantos años, hace como 5 años más o menos, hice dos seminarios sobre Kusch. Cuando lo vi anunciado me alegró mucho y me fui volando a escuchar. Quiero decir que esa huella que quizás haya sido pequeña en la universidad se fue agrandando a lo largo del tiempo, creo que por todos los que de una u otra manera han conocido a Rodolfo Kusch se fue agrandando y ahora, relativamente hace poco, volví a los libros de Kusch, conferencias que hay, asisto, seminarios que han sido muy interesantes y que realmente me revelaron cuál era el pensamiento de él. Porque te imaginás que en un año solamente tengo ese recuerdo de su enseñanza también parcializado por el tiempo, además en ese entonces no leíamos libros de Kusch, él estaba enseñando una forma personal de encarar la materia, tampoco sé en ese año cuántos libros tenía publicados, pero no eran de acceso tan facil como pueden serlo hoy que se han reeditado. Entonces cuando hago una valoración de mi paso por la universidad, una de las cosas que más rescato la presencia de Kusch, porque justamente en él se hace muy concreto el lema de la universidad de Salta, "mi sabiduría viene de esta tierra", que es lo que él nos estaba mostrando en cuanto a pensamiento y acción. No estábamos estudiando filósofos europeos, sino que estábamos adentrándonos en nosotros mismos. Siempre recuerdo, y creo que todavía continúa hasta nuestros días, una desvalorización de lo nuestro que explica muchas cosas; entonces una persona ajena al medio que de repente se muestra interesada por nuestras cosas era muy significativo, y a la distancia también se siguió agrandando esa imagen. Entonces realmente valoro como muy positivo el haber sido su alumna y que su pensamiento haya llegado a hasta aquí, hasta donde estamos charlando sobre él, a que se siguen escribiendo libros sobre su pensamiento y se sigue regando el conocimiento latinoamericano con las propuestas de él.


-Si bien los tres años que Kusch vivió en Salta pueden parecer poco tiempo, da la sensación de que fueron intensos y quizás también transformaron algo de lo que él venía pensando en relación al norte, o al menos ayudó a poder reforzar más su teoría…

-Creo que estaba él convencido hacia dónde estaba caminando, hacia dónde estaba yendo. Él estaba convencido porque también era un estudioso de la ciudad de Buenos Aires, y luego hace un estudio comparativo, entonces cuando toma la decisión de irse al norte, incluso de irse a enseñar a la Universidad Nacional de Salta, es parte de un convencimiento que él tenía de sus líneas de pensamientos. Entonces creo que toda esa vivencia que pudo tener en el norte afianzó más sus preocupaciones, sus ocupaciones, sus pensamientos, sus reflexiones, creo que su estar en Salta acentuó más su interés, porque obviamente su trabajo de campo fue breve pero intenso, tan intenso que al día de hoy todavía se sigue estudiando, se sigue interpretando su pensamiento y también criticando, algo que me parece que es muy rico para una persona, para un intelectual, para un docente universitario en filosofía.

-Me decías que si bien el tránsito como alumna fue corto y acotado, después te interesás por todo lo que fue desarrollando y lo que dejó como legado. De ese legado, de ese corpus teórico, ¿qué es lo que más te llama la atención? ¿qué es lo que más rescatás de la obra de Rodolfo Kusch?

-En mi camino musical, porque yo después no ejerzo la filosofía aunque me recibí, no ejerzo la filosofía como docente; mi preocupación, o una de mis preocupaciones, fue siempre “¿Qué es lo popular?” porque siempre sentí la tensión entre lo popular y lo académico. Entonces cuando aparecen esos seminarios a los que yo me inscribo le preguntaban a los alumnos cuál había sido su interés al ir al seminario sobre el Kusch, sobre el pensamiento de Kusch y yo dije que quería saber qué es lo popular. Realmente fue muy interesante para mí, porque no es que uno sale de un seminario sabiendo y teniendo una respuesta absoluta total y definitiva, pero sí me amplió el panorama y sobre todo, debo ser sincera, después de una de las clases del seminario, que lo dio el profesor Claudio Ongaro, que realmente me maravilló haciendo un recorrido de la historia de la estética relacionándolo con Kusch, hablando de Leopoldo Marechal y haciendo relaciones entre ellos.


Además porque el profesor Ongaro, trayendo a Kusch en la reflexión, habló del estar, del solo estar, y Ongaro no sabía, por ejemplo, que hay un bailecito del Cuchi Leguizamón que se llama "De solo estar", hay un libro de Manuel Castilla que se llama "De solo estar", porque se hace un elogio del solo estar, no del ser, haciendo una diferenciación filosófica del ser y del estar, Kusch hace un elogio del solo estar. Entonces, quiero decir que entre el solo estar y el barroquismo, que el peronismo es un barroquismo yo sentí este alivio intelectual, y sentí en parte contestada mi pregunta por la valoración que Kusch hace de lo popular. Y sobre todo hay una frase: "el hedor latinoamericano", esa frase también a mí me alumbró y me alumbra mucho, porque es como si estuviéramos diciendo otra cosa que lo blanco, que lo prolijo, hay un hedor latinoamericano.

-¿Entonces de alguna manera podemos decir que en la figura de Kusch encontrás una respuesta donde un poco se rompe la tensión entre lo popular y lo academico?

-Yo diría que en todo caso se puede teorizar lo popular. Se puede teorizar, no sé si también cabe la expresión popularizar la teoría, pero yo lo que sí entiendo es que Kusch hace todo un esfuerzo intelectual para comprender lo popular. Es ahí donde me siento más cómoda, en ese esfuerzo de teorizar lo popular, de comprender, de ahondar en lo popular. Eso me da mucha una alegría, una alegría porque sí es una revaloración.

-Entonces, ¿en algo de su música está Kusch dando vuelta?

-¿Quién sabe?, siempre recuerdo unas palabras de Mercedes Sosa que decía que las canciones, o su voz en este caso, estaba llena de todos los libros que leyó, de todas las películas que vio, de todos los cuadros que vio. Entonces quizá en mí ha estado presente esa tensión del tema de lo popular, que quizá viene de esa época. Quizá también históricamente ha sido una tensión muy fuerte y que acaso lo sigue siendo, una tensión política, filosófica, social, pero me reconozco que estoy en esa tensión, tampoco es algo que se termina de repente, pero sí se va aclarando y uno se sitúa con más seguridad.