La actriz Julieta Ortega pasó por los estudios de la 750 y habló con Víctor Hugo Morales sobre sus inicios en la actuación y el peso de ser la hija del legendario Palito.

“Quiero ser actriz desde que tengo uso de razón. No recuerdo haber querido hacer otra cosa. Crecí en una familia donde no era tan raro plantear eso”, contó.

“Cuando nací, la actriz que tuve cerca siempre fue Ana María Picchio, es mi madrina y tuvo mucha influencia en mí y mis hermanos. Incluso los juegos de niña no eran con muñecas, sino interpretando roles”, agregó.

En este sentido, recordó sus años de estudio en Los Ángeles y su encuentro con Al Pacino.

“Cuando terminé el colegio me fui tres años a Los Ángeles a estudiar. Los domingos iba a comer Al Pacino a la casa de Anna Strasberg, porque Lee -el marido- fue su mentor. Fue increíble”, dijo.

“Lo que tuve siempre presente es lo frágiles e inseguros que son los actores. Porque lo veía a Pacino, un monstruo de la actuación, llegar con una gorrita tratando de pasar desapercibido, muy tímido, y pensaba que estas personas que se hacen grandes en un escenario o una pantalla necesitan ser personas que, si no son reconocidas, mejor. La necesidad de ellos de pasar desapercibidos me parecía muy conmovedora. Pacino fue muy generoso conmigo. Por esa casa desfilaba todo el mundo, era un parque de diversiones para mí”, señaló.

Además, dijo que no quiso quedarse a actuar en Estados Unidos porque lo que pedían eran actores latinos con un acento muy particular.

“Lo único que hice fue de extra como camarera en Carlito’s Way. Al poco tiempo me vine porque en los castings me pedían un acento que no era el mío y estaba tratando de simular algo que no era. Los argentinos somos raros para ellos, como más europeos, no hablamos como los latinos que ellos conocen. Los papeles reservados para los latinos son estereotipos que yo no estaba interesada en interpretar. Fue una decisión acertada”, apuntó. 

"Cuando vine acá tampoco me fue fácil, pero eventualmente hice cosas que me gustaron mucho. Lo que rescato de esa época es que era preinternet y estaba sola. Eso me obligó a formarme porque lo único que podía hacer era leer. Siempre digo que me convertí en mujer en esos años”, indicó.

“Siento que saber que quería ser actriz desde muy chica me dio una misión, y un poco me salvó. Si lo miro a la distancia, es tanto lo que tuve a favor, porque no es lo mismo querer ser actriz en una familia que no tiene nada que ver con el tema a ser hija de una persona conocida en el medio y conseguir que por lo menos la puerta se abra. Tengo muy claro que empecé con 50 cuadras adelante. Hay que ser muy consciente de esos privilegios. Y también cargué con lo que cargamos muchos hijos de personas muy conocidas, que son los prejuicios. Hubo mucha gente que pensaba que no merecía estar ahí, la pasé mal y me lo hicieron saber”, cerró.