Chocolates, helados y más

La familia Carzalo es responsable de Mamuschka, una de las marcas más queridas en el universo dulcero barilochense. Con 35 años a sus espaldas, lo que nació como un pequeño local se convirtió en una referencia, con gestos claros de calidad. De un lado, su búsqueda de cacaos de origen, siendo de los poquísimos jugadores a nivel nacional que importan granos de cacao enteros, para tostarlos y elaborar con ellos sus tabletas bean-to-bar. Del otro, una oferta que va más allá de bombones y barras, sumando pastelería casera, cafetería de especialidad (también con tueste propio) y, especialmente, la heladería, uno de sus grandes éxitos. Hasta ahora, para probar los helados había que viajar a la Patagonia; pero Mamuschka acaba de inaugurar un local en el barrio de Palermo en lo que promete ser el comienzo de una expansión.

Este no es el primer local porteño de esta chocolatería: ya contaban con un pequeño despacho en el Recoleta Urban Mall. Pero este local trae novedades, no sólo por su tamaño y exposición sino porque suma heladería, además de grandes cámaras de frío donde conservar chocolates y helados para futuras aperturas en la ciudad (se rumorea una, justamente, en Recoleta).

El local palermitano se divide en dos: atrás los chocolates, con un sistema de “sírvase usted mismo” donde hay cajas de bombones, chocolate en rama, tabletas (la rellena de crema de avellanas es la perdición, $7100), también de una selección bean to bar (como la de 63 por ciento de cacao ecuatoriano con pistachos a $6200), entre más oferta. Y al frente, brilla la heladería, repleta de gustos desarrollados por Carolina Carzalo. Aprovechando ingredientes de la chocolatería (el cacao, los frutos secos, licores como el Malamado para el sambayón) y con mucha investigación, sobresalen sabores como cheesecake con berries patagónicos, el chocolate amargo bean to bar, el pistaccino (helado de crema con pistacho), el mil avellanas, el chocolate blanco en rama, entre muchos más (vasito chico a $4500, cucurucho gigante a $5990, kilo a $19500). Una apertura feliz para los golosos porteños.

Mamuschka queda en Honduras 4658. Horario de atención: todos los días de 11 a 1AM. Instagram: @mamuschkachocolate.

Un omakase muy personal

La historia dice así: Romina Roux, que de japonesa no tiene nada, aprendió los secretos del sushi y de la cocción del arroz trabajando en Inoue, un hermoso restaurante japonés con Patricio Farrel a la cabeza. Romina luego se independizó y se asoció a Sebastián Raggiante para abrir Raggio Ostería (uno de los mejores restaurantes de pastas actuales) en el hotel Own Grand Palermo Soho. Y, en simultáneo, comenzó a darle forma a su propuesta más personal, Rū Omakase Atlántico, en el patio del mismo hotel. Una forma que, tras más de un año de trabajo, pruebas y errores, se muestra ya en un hermoso momento.

Hay mucho omakase en Buenos Aires, concepto japonés entendido como “confiar en el cocinero”: el comensal no pide lo que quiere comer, sino que es la propia cocina la que decide los pasos que sirve. Pero hay muy poco omakase que realmente tenga identidad, donde el cocinero expresa su mirada del mundo y de la gastronomía. Y Rū es uno de los que sí lo hace.

Sin raíces que la limiten a la ortodoxia, la cocina de Romina juega con sabores japoneses pero también con su propia historia, donde aparecen diversos condimentos y técnicas. Es una apuesta al mar, en la que aparecerán siempre la mayor cantidad de pescados y mariscos que haya en el mercado en cada momento: el menú de unos 15 pasos ($85000, agua incluida) podrá tener ostras con vinagre de frutillas y aceite de yuzu, vieiras con bechamel trufado y alga kombu, tartare de mero con rábano picante y hojas de alcaparra, sashimi de bonito madurado con ponzu, nigiri de besugo con aceite de rosas y remolacha, otro de palometa con aceite de ajo negro y uno más de chernia con miso rojo, un gunkan de anchoa marinada en tamari, una trucha patagónica en tres cocciones, entre más delicadezas.

Rū Omakase Atlántico está dentro de un iglú de tela ubicado en el patio de un hotel: dentro, dos cocineras y una sommelier atienden a no más de diez comensales sentados en la barra. Es íntimo pero informal, sin pretensiones innecesarias. Un lugar que, tras mucho trajín, se muestra potente, sabroso y delicado, todo en partes iguales.

Rū Omakase Atlántico queda en Gurruchaga 2121. Horario de atención: miércoles a sábado, a las 20.30. Solo con reservas. WhatsApp: 11-4426-8072. Instagram: @ru.omakase.

Oda al Martini

El catálogo coctelero global tiene muchos nombres, pero ninguno como el Martini, el rey de los cócteles, con su copa característica, retratada en infinitos films. Un emblema que en Argentina aún no tenía un templo. Ese templo acaba de abrir: se llama Víctor, y promete ser el lugar de moda de este 2025.

Detrás de Víctor hay gente que sabe muchísimo de gastronomía, de coctelería y, también, del pulso que vive la ciudad. Es una sociedad entre los dueños del bar Tres Monos y del restaurante Niño Gordo: los primeros se encargan del manejo del lugar y de la barra; los segundos desarrollaron la carta de cocina.

“Viajamos mucho por el mundo y vimos que el Martini estaba de vuelta”, cuenta Charly Aguinsky, bartender y socio de Víctor. “Pensamos un lugar con tres pilares: nuestra coctelería, la cocina de los Niño Gordo, y una fuerte apuesta al audio, con vinilos y equipos de calidad”, continúa.

El bar, ubicado en Palermo, está algo escondido, sin ventanas que permitan anticipar lo que hay dentro. Diseñado entre lo neoyorquino y lo vintage, oscuro y glamoroso, hay una larguísima barra con taburetes enfrentada a un salón con mesas, sillas y sillones. Los cócteles salen $13000 y van de un Dirty Martini a base de vodka Pravda servido a la perfección, a un Dry Martini con Tanqueray y gotas de Orange Bitter, pasando por el Espresso Martini (Smirnoff, Borghetti, Licor 43 y café espresso). Se suman tragos de tradición, como el Daiquiri, el Sazerac o el Bloody Mary, entre otros. Y la comida recorre sabores conocidos con mucho permiso contemporáneo: cóctel de langostinos a $16000, hot dog con jalapeño a $8000, pollo frito a $44000, costillas de cordero a $46000, hamburguesa a $31000. Hay ricos vinos y postres, pero queda claro que el lugar es un bar donde se come, se bebe y se oye buena música (con muchos djs invitados).

Víctor Audio Bar nace como un clásico muy moderno, un lugar para sentarse, disfrutar, mover los pies al ritmo de un funk, beber rico, comer rico. En fin, un lugar donde pasarla muy bien.

Víctor Audio Bar queda en Soler 5130. Horario de atención: martes a sábados de 20 al cierre. Instagram: @victoraudiobar.