Anteriormente, en esta columna…

Querido lector: el sábado pasado publiqué la columna "El Licenciado A. contraataca". Comentaba allí mi sorpresa, casi diría estupefacción, al recibir, por primera vez en mi vida, una llamada del Licenciado A. que no era en respuesta a una mía. En ella, me hacía saber que aumentaba sus honorarios, y yo no entendía por qué me lo comentaba a mí, cuando en realidad el tratamiento había terminado y solamente hablábamos ante una emergencia. Entonces él me dijo que esta ERA una emergencia, y como yo no entendía cuál, porque yo ando más o menos bien, él me recriminó mi posición narcisista, para luego explicarme... ¡que la emergencia era de él!

Quedé más estupefacto de lo que podía haber quedado el día que me interpretó el Edipo, o cuando descubrí que en realidad yo no era un sapo, o cuando J. M. –no lo nombro porque después no duermo– ganó en las elecciones de 2023. Y di por terminada la columna…, que ahora… continúa. Así:

–Licenciado –le dije–, perdone que me entrometa en sus devenires profesionales, pero… si se trata de una emergencia suya, ¿no debería usted llamar a su propio analista, en lugar de llamar a un "paciente retirado-neurótico en actividad" como yo, que lo único que puedo hacer por usted es agregarle un poquito más de neurosis a la que usted podría conseguir con su propia personalidad o con el solidario aporte de sus pacientes activos?

–No menosprecie sus potencialidades, Rudy… No me quiero hacer acá el cognitivo, ni el "personal couch" pero "usted puede, usted puede". Lo que pasa es que, como tantas veces cuando venía a sesión, usted se autopercibía más frágil y vulnerable de lo que en realidad es. Y si usted se minusvalida, yo lo voy a "más-validar", así que, como avance terapéutico, le voy a subir más aún los honorarios, para demostrarle que usted puede.

–Licenciado, mucho me temo que usted ha olvidado, reprimido, forcluido o dejado de lado un hecho que no por ser un detalle deja de ser importante: ¡yo ya no soy su paciente! De modo que no sé por qué motivo habría de pagarle honorarios, sean los de antes, los de ahora o los que usted decidió subir para mostrarme mis potencialidades.

–Ay, Rudy, siempre igual usted, siempre tratando de que yo haga el trabajo para el que me paga… ¡En análisis no es así, Rudy! ¡Usted debe trabajar, y pagar! Y si lo piensa un poco, en la vida real el panorama se presenta cada vez más similar a ese.

–¿Y entonces?

–No me pida a mí que encuentre el motivo por el que ha de pagarme mis honorarios. Ya le dije, estoy viviendo una emergencia. Con un solo inconsciente nadie llega a fin de mes, en estos tiempos. Y encima usted me pide que en vez de llamarlo a usted lo llame a mi propio analista, que en lugar de pagarme mis honorarios, intentaría cobrarme los suyos (de él). ¡Está usted muy confundido, Rudy!

–Licenciado, recuerdo que en tiempos de tratamiento, cuando yo aducía que no le podía pagar tanto, por mis problemas económicos, usted me interpretaba que yo me hacía eco de una crisis que no era mía. "Eco, no mía", me solía decir mientras se imaginaba el aplauso de sus colegas lacanianos.

–Ajá.

–Pues ahora parece el problema económico lo tiene usted.

–Rudy, Rudy, no se haga eco de estos tiempos ególatras y crueles que estamos viviendo. Antes, como tooodos éramos solidarios y estábamos bien, el que hablaba de problemas económicos estaba fantaseando; ahora que está todo mal y somos todos egoístas, los problemas existen de verdad.

–¡Ay, Licenciado, usted debería haber ido al debate el otro día!

–¿Había muchos potenciales pacientes?

–Le diría que sí, pero por otro lado, su discurso hubiera estado acorde al de casi todos los demás: hablaban del comunismo, del kirchnerismo, del "yo seré malo pero ustedes son peores", del "vótenme que necesito el laburo", del "yo soy más cruel que vos pero se me nota menos", de "quién es una mejor barrera para que no vuelvan los que de hecho no están", de "un fantasma sobrevuela Buenos Aires", de un "quítame de allí unas macetas", de "hay que unir a los utópicos para no llegar nunca a la utopía"… Mire: ¡hablaban de cualquier cosa, menos de las elecciones que se venían!

–¿Y por qué piensa, Rudy, que yo debería haber estado ahí?

¡Ahí me di el gustazo de mi vida!:

–Licenciado, ¿a usted qué le parece?

Creo que por eso solo se merece que le pague los honorarios.

Sugiero al lector compañar esta columna con el video estreno de Rudy-Sanz “¿Cómo llegamos a esto?, episodio 5: “comunico, luego existo”, sobre la IA: