Desde General Paz, a la altura de Puente Saavedra, ese lugar que hoy se volvió tan emblemático por ser locación de varias escenas de El Eternauta, se ve debajo, del lado de Maipú, una suerte de enjambre de color azul Francia, salpicado de banderas de distintos colores, con la banda de sonido de los bombos como fondo.

El cronista baja rápidamente, atraviesa la protesta por el carril que la policía provincial mantiene libre para permitir la circulación y ata su moto junto al playón de la terminal, que siempre parece un hormiguero y hoy está vacía por la protesta.

Las motos, como los mates o los perros, unen. Los fanáticos las miran, se acercan, las halagan, comparten sus experiencias. Así, espontáneamente, se acercó Héctor (que no se llama así), antes de que el cronista saliera en busca de un vocero.

"Me iba a comprar la misma el año pasado", comenta a modo de saludo, "porque necesitaba algo para despejarme. Pero por suerte mi mujer me frenó. En vez de moto, compré un auto y me sirve para trabajar a contraturno haciendo Didi (el Uber del conurbano). Todavía debo un par de cuotas del préstamo, pero sin ese auto hoy no comíamos", se lamenta.

Héctor lleva quince años al volante de un colectivo de la línea 60, la más famosa por su recorrido entre Tigre y Constitución y por supuesto viste la camisa de ese color tan característico. Dice que durante un buen tiempo ese laburo le permitió vivir muy bien, que después la mano empezó a cambiar y hoy sobreviven como pueden. "Es una pesadilla", define.

"En lo que va de 2025 no tuvimos ningún aumento. Ahora dicen que nos van a dar el uno por ciento. ¿Cómo no vamos a estar enojados con la conducción de Roberto Fernández? El enojo de los choferes empieza a explotar en las asambleas. Estamos calientes, pero somos delegados de UTA, no sacamos los pies del plato", subraya.

Ante la pregunta de por qué dice eso, Héctor explica que "DOTA armó un sindicato propio, un sindicato de empresa, con los que nunca quieren pelear por nada, los que son todavía más mansos que la UTA, la Unión de Choferes de la República Argentina (UCRA)". 

Dice que "a esos, DOTA les paga entre dos palos y medio y tres por mes", cuando el sueldo de bolsillo de los choferes araña el millón. Uno de los principales accionistas de DOTA fue Norberto Milei, padre del presidente Javier Milei.

"Todos los choferes hoy tienen más de un laburo. Yo hago Didi, los que saben de mecánica hacen mecánica ligera en el garage de la casa, otros venden cosas por Facebook. El tema es que nadie que se baja del colectivo se va a su casa a descansar y eso es un peligro".

La jornada laboral de Héctor nunca tiene menos de quince horas: once o doce con el bondi y el resto Didi. Por eso empezó a tomar pastillas, para no quedarse dormido al volante. Por ahora son suplementos vitamínicos, pero sabe que cuando eso deje de hacer efecto, tal vez deba recurrir a algo más fuerte, como las anfetaminas.

"¡Qué voy a ser el único! Es casi lo único que hablamos con los muchachos. Si la gente supiera el peligro que corre, estaría acá protestando con nosotros. Nos pasa muy seguido que se nos cierran los ojos, tres segundos, cinco, por suerte, pasa cuando parás en un semáforo, abris los ojos, no sabés dónde estás y después te ubicás. Mi miedo es que me pase con el colectivo en movimiento", confiesa.

"La política de la empresa es no rajar a nadie para no pagar indemnizaciones si no incitarlos a irse, por eso no actualizan los sueldos. El que consigue otra cosa se va y el que está grande o tiene mucha carga familiar prefiere no correr riesgos porque sabe que la calle está durísima", explica.

Héctor cuenta que muchos choferes se pasaron del transporte de pasajeros al de carga en este último tiempo. "No es porque los camioneros ganen mejor que nosotros sino porque ahí no tienen que tratar con gente. La gente está muy loca y tratar con eso tarde o temprano te deja secuelas. Encima, no te podés enfermar porque en vez de garparte el día te lo descuentan".

Héctor dice que para por sus derechos pero sobre todo por los de sus compañeros. "Yo tan mal no estoy porque tengo un solo hijo. Imaginate con este sueldo tener que bancar tres o cuatro, te morís de angustia" y enseguida cuenta algo muy personal.

"Pensábamos agrandar la familia, pero por suerte la vimos a tiempo. Fue en la misma conversación que mi mujer me volteó la moto. Le dije si no da para moto, mucho menos para traer otro pibe al mundo y ella estuvo de acuerdo". 

De fondo, en los carteles sobre el puente, Ricardo Darín, caracterizado como Juan Salvo, hace frente a los cascarudos. A Héctor le contaron que la serie está buenísima pero todavía no la vio. No tuvo tiempo.