Feminista orgullosa, comprometida con los derechos humanos, y muy especialmente con los derechos de las mujeres, madre de Juan Sebastián y esposa de Juan Manuel, colombiana. Así se definía en agosto de 2023 --en una entrevista con una vocera de Causa Justa, el movimiento que logró a la despenalización del aborto en Colombia--, la flamante secretaria general adjunta de la OEA, politóloga y excanciller del gobierno de Gustavo Petro, Laura Gil. El lunes 5 de mayo se convirtió en la primera mujer en ocupar el segundo cargo más alto del organismo interamericano, en sus más de setenta años de historia. En diálogo con Página 12, a días de su histórica designación, la diplomática, experta en política internacional, define las prioridades de la OEA: “Tiene un doble reto. Uno es de relevancia: demostrar que los estados sí se pueden poner de acuerdo sobre problemáticas básicas de la región. Y el segundo es uno de modernización: la organización necesita ser más transparente, más austera, más técnica, racionalizar recursos, evitar duplicaciones, coordinar más, hacer más con menos”.

Asumirá como número dos de la OEA en julio próximo. Llegará tras dejar su cargo actual de embajadora de Colombia en Viena, donde ha jugado un rol clave en el proceso que llevó a romper el consenso que se había mantenido en las Naciones Unidas en materia de lucha contra las drogas. Durante décadas ese consenso fue la base para la política punitiva. Colombia viene impulsando que se revise. Además, promovió en 2024 que por primera vez en un documento de políticas adoptado por la Comisión de Estupefacientes (CND) de la ONU se incluyera la reducción de daños como política de drogas. “Es un triunfo de la salud pública sobre el enfoque punitivo”, destacó en una entrevista con la periodista colombiana María Jimena Duzán.

Gil nació en Uruguay pero se educó en Estados Unidos y llegó a Colombia a mediados de los 90 después de haber trabajado para las Naciones Unidas. Antes de entrar al mundo diplomático, se desempeñó como periodista y por sus columnas políticas obtuvo varios premios, como el Simón Bolívar, el más prestigioso de ese país, (en 2019), en la categoría de opinión en radio por un podcast sobre Venezuela. Petro la nombró vicecanciller de Asuntos Multilaterales, cargo que desempeñó apenas siete meses y luego fue enviada como embajadora en Viena.

En diálogo con Página 12, desde Viena, habló de su reciente designación. “Esta elección no tiene precedentes, no solo porque soy la primera mujer en la Secretaría General Adjunta, sino también porque es la primera vez que Sudamérica está como co-quipera del Caribe. Entonces se rompió un techo de cristal después de más de 75 años. Esta organización por fin elige una mujer en el liderazgo y por fin se da la oportunidad de revertir roles. Mientras siempre teníamos una situación de que un país de Sudamérica ocupaba el primer lugar y un país de Centroamérica o del Caribe ocupaba el segundo, aquí se revirtió y Colombia es parte de estas dos situaciones sin precedentes y quiso ser parte de ello justamente para poder demostrar su compromiso con el Caribe y su compromiso con la equidad de género”, respondió en una entrevista con este diario.

--¿Qué piensa del funcionamiento del organismo? ¿Sirve para algo hoy la OEA?

--Con todas las falencias que le podamos atribuir a la OEA, este es el único organismo en el cual estamos todos en las Américas. Es en particular el único espacio donde Estados Unidos puede hablar con América Latina y el Caribe, y América Latina y el Caribe pueden hablarle a Estados Unidos. El multilateralismo en general está pasando por una crisis y esa crisis tiene un origen y ello es que las ciudadanías de estos países ven a estas organizaciones como muy distantes, muy lejos de ellas, y esa es una deuda a la que hay que responder.

--¿Cómo analiza el contexto de crecimiento de las ultraderechas en la región? y qué puede hacer la OEA para ponerles coto a sus intenciones de acicatear las democracias y retroceder en derechos básicos hacia las mujeres y los grupos LGBT+?

--La OEA tiene unos documentos fundacionales básicos y ninguna acción de ellas se puede alejar de estos documentos fundacionales. Su carta, la Carta Democrática Interamericana, las Convenciones de Derechos Humanos, toda acción se debe marcar en ellas. En cuanto al cambio de color político de algunos gobiernos, es importante que se busquen espacios de encuentro más allá de las ideologías. Yo estoy convencida de que sí se puede y en lo que puede ayudar la Secretaría General es a tender puentes, a facilitar la conversación, pero la Secretaría General no puede hacer más de lo que los estados quieran. En campaña yo dije "nada por encima de los mandatos de los estados, nada por debajo de ellos". Esa es una convicción. Alberto Lleras Camargo, el primer secretario general de la OEA, decía: "La OEA será lo que los estados quieren que sea". Es a los estados que les recae la responsabilidad de tomar decisiones, para que la Secretaría las implemente.

--Sobre políticas de drogas, ¿cuál debería ser el paradigma que adopte la región sobre este tema?

--Sobre política de drogas, debo decir que como embajadora de Colombia he trabajado con intensidad para revisar un régimen global de drogas que sólo ha mostrado fracasos, que no ha dado los resultados que necesitan los países. Como secretaria general adjunta no es mi tarea decirles a los estados cuál debe ser la política de drogas. Es a ellos de definir lo que harán en el centro de la Comisión Interamericana de Drogas y desde la secretaría general apoyar las decisiones que tomen los estados miembros.

En aquella entrevista del 2023, donde se definía como feminista y defensora de los derechos humanos, se la veía con pantallón de cuero negro y zapatillas blancas, con una campera informal blanca y negra, con algunos brillos, y aros colgantes plateados. Dialogaba con una homónima, otra Laura Gil, también colombiana, pero que no es familiar suya: una ginecóloga, vocera de Causa Justa, el movimiento que logró la despenalización del aborto hasta la semana 24 a través de un fallo de la Corte Constitucional en febrero de 2022. Ambas contaron que muchas veces los medios de comunicación las han confundido al llamarlas para alguna entrevista. Otro hilo las unía, además del del nombre y el feminismo: sin saberlo, compartían el mismo médico que las ayudó a ser madres.

Gil la politóloga contó que la búsqueda de su hijo --al que tuvo después de someterse a tratamientos de reproducción asistida--, “sedimentó mi compromiso con el derecho al aborto” por que “fue en ese momento que entendí que así como hay mujeres que ansiaban la maternidad como yo” y “había otras que no” y “que todas tenemos el derecho a decidir que sí o que no”.

Con ese compromiso, al asumir como vicecanciller, en agosto de 2023, con la llegada de Petro al poder, su primer objetivo fue que Colombia se retirara del llamado Consenso de Ginebra --sobre la Promoción de la Salud de la Mujer y el Fortalecimiento de la Familia--, una declaración contra el derecho al aborto, impulsada en 2020 por Donald Trump, durante su primera presidencia de Estados Unidos, y suscripta por su entonces par brasileño Jair Bolsonaro, y el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, entro otros gobiernos de derecha. Cuando ganó Lula, en 2023, Brasil se retiró del Consenso de Ginebra. “Para mí el pañuelo verde marcó mi tiempo en la Vicecancillería. Yo me había prometido que mi primer acto de Gobierno --y así se lo había pedido al Canciller en ese momento-- fuera el retiro de Colombia del Consenso de Ginebra. Me posicioné y a los 20 minutos llegué a la oficina a mandar la nota verbal oficializando el retiro. Y ese mismo día colgué 3 pañuelos verdes en mi oficina que estuvieron allí hasta el final. Y para mi es un orgullo decir que hoy en día tenemos un gobierno que apoya esta causa, que apoya a las mujeres en Colombia. Y que sepan las mujeres de Colombia que donde yo esté, estaré defendiendo el derecho a decidir sobre su cuerpo”, le contaba la politóloga a su homónima ginecóloga.

Laura Gil fue elegida el lunes 5 en la votación celebrada en la asamblea general extraordinaria de la OEA en su sede en Washington. Enla votación secreta se enfrentó a otras dos candidatas: la peruana Ana María Sánchez y la guatemalteca Claudia Escobar. En la primera ronda ninguna de las tres aspirantes logró la mayoría, y fue necesaria una segunda vuelta, acotada a las dos más votadas: Gil y Sánchez. Finalmente, la colombiana se impuso por 19 votos, frente a los 13 obtenidos por la embajadora peruana. La colombiana contó con el apoyo de países como Brasil, México, Chile y parte del bloque caribeño. Sánchez, con el de Argentina y Paraguay --los más conservadores de la región--, entre otros.