Supersónico

Durante más de 40 años, como colaborador de la revista NME y como fotógrafo independiente, el ojo privilegiado de Lawrence Watson captó el advenimiento de movimientos tan pregnantes como el hip hop y el britpop. Entre sus retratados históricos hay nombres como Morrissey, Grace Jones, Run-D.M.C, Blur y Snoop Dogg, además de muchos otros. Pero quizás es más conocido por ser el responsable de la tapa del disco Don’t believe the truth de Oasis, que se convirtió desde entonces en el fotógrafo de confianza de los hermanos Gallagher. Tan así, que aún después de peleados, ambos recurrieron a él para que se hiciera cargo de sus proyectos personales. Por estos días, Watson está ofreciendo copias exclusivas de su obra en la plataforma especializada Print Matters. Y entre las imágenes que se pueden conseguir allí, desde unos 700 dólares, hay fotos inéditas de David Bowie, Pulp, The Clash y Oasis, todas ellas firmadas y disponibles en ediciones limitadas (y algunas bien icónicas, como la de Liam mirando triste y provocadoramente a cámara envuelto en la bandera de Inglaterra). Watson cuenta que Liam lo había contratado para el lanzamiento de su marca de moda Pretty Green, que se inspiraba en la onda mod de Quadrophenia. Vestido con su gran campera, Liam posó en scooter y en Brighton Beach –escenario de los disturbios reales que inspiraron la película hermana del disco homónimo de The Who–. Sin embargo, fue de vuelta en el estudio donde sucedió la magia. “Teníamos algunos accesorios para Liam y la bandera era uno al que no habíamos prestado tanta atención. Él solo se sentó en el suelo y se envolvió en ella. Me subí a una silla un poco más alta y conseguí esa preciosa imagen”, recuerda Watson, que también comenta que todo esto es por una buena causa. Y es que una parte de lo recaudado ira a una fundación benéfica que colabora con un asunto que tanto corroe al medio: la salud mental, claro. 

Vivir en aeropuerto

Todos los años, miles de impactantes búhos árticos vuelan más de cinco mil kilómetros para llegar al Aeropuerto Logan, ubicado en la ciudad de Boston. No se sabe exactamente por qué motivo esta especie, que es la más grande y majestuosa que existe en Estados Unidos, decide aterrizar en el mismo lugar que los aviones de pasajeros. Pero sí está claro que este aeropuerto recibe la mayor concentración de estas aves del país. La cosa es que, desde hace décadas, debido a varios incidentes fatales –que han ocasionado bajas humanas y aviares en medio de este extraño intercambio aéreo– los aviones han tenido que encontrar una convivencia razonable con estos seres alados que existen desde hace mucho antes. Disparar fue históricamente una solución rápida, aunque temporaria. Pero un hombre llamado Norman Smith apuesta desde 1981 por una solución más trabajosa aunque también mucho más amable para estos animales que además están al borde de la extinción: trasladarlos a otro lugar seguro. Smith se ha puesto al hombro la tarea y hasta ahora, además de trasladar miles de aves, también ha jugado un papel decisivo en la puesta en marcha de programas similares en todo Estados Unidos, esperando que su pasión por la conservación inspire otras políticas públicas afines. Los búhos árticos del aeropuerto Logan, dirigido por Anna Miller, es un breve documental que está girando por festivales y que también se puede ver online sobre esta extraordinaria historia.

Pura espuma

Todos aman Eurovisión: sus peinados, su épica, su desborde. Pero sobre todo, quizás, su no tan intencional sentido del humor. Es el tiempo del año en el que los países de Europa compiten por quién interpreta la mejor canción o en su defecto, por quién da más cringe. Cada año también hay un tema en en boga, una discusión, pero esta vez es el colmo de lo bizarro porque se estuvo pidiendo la cancelación de un tema llamado “Espresso macchiato”. La cosa es que un rapero estonio llamado Tommy Cash presentó una canción que se burla de los estereotipos italianos, partiendo por el cafecito. Si bien es un tópico que se ha tocado en el pop europeo, no se estila en el concurso –que nació en los cincuenta para contribuir a unificar a una Europa fracturada de posguerra– burlarse tan manifiestamente de otro país competidor. Y dado que el concurso es una herramienta tan útil para la diplomacia cultural ¿por qué elegir el beef?. “Porque es divertido”, ha dicho simplemente Cash, que sin duda vino a remover algunas bases de esta tradición. “Me encanta todo lo que sea basura”, agregó, para seguir encendiendo el fuego, tras algunos pedidos que vinieron de Italia intentando, sin éxito, prohibir el certamen. Vale decir que algo ha logrado el chico porque para Estonia, Eurovisión tiene una importancia especial: sólo ha ganado una vez, y un comentarista describió aquella victoria como el acontecimiento más importante en la historia del país desde que se independizó de la Unión Soviética.

Nostalgia de la luz

Es el territorio más árido del mundo y el cielo más limpio que se conoce: el desierto de Atacama, ubicado al norte de Chile, ha sido atracción tanto para poetas como para científicos. En la dictadura de Pinochet, su aislamiento le permitió ser escenario de horrores, y en la actualidad, algunos de los emprendimientos astronómicos más ambiciosos lo eligen para asentarse. Se trata sin duda de uno de los lugares con más épica, historia y misterio del mundo. Ahora, uno de esos eventos gigantes se está desarrollando en la zona. Lo han bautizado como “el ojo más grande del mundo para mirar el cielo” y tiene un nombre acorde: Telescopio Extremadamente Grande o ELT, según sus siglas en inglés. Se trata de un titánico emprendimiento a cargo del Observatorio Europeo Austral, una organización conformada por 16 estados europeos, Australia y Chile como sede. El artefacto superará al telescopio espacial James Webb, que ya ha hecho algunos de los grandes descubrimientos contemporáneos, como algunas de las galaxias más longevas, y también superará al Observatorio Alma, ubicado también en Atacama, que entre sus hitos destaca la vista del nacimiento y muerte de estrellas gracias a la imagen de una galaxia formada 600 millones de años después del Big Bang. Todo esto porque el ELT será capaz de captar imágenes hasta cinco veces más nítidas que esos titanes, con un espejo de 39,3 metros de diámetro que lo posicionará como el telescopio más grande que exista. Aseguran los científicos que sus operaciones podrían resultar en un cambio de paradigma sólo comparable con el que significó el telescopio de Galileo hace 400 años. “Podremos estudiar en detalle agujeros negros, las primeras galaxias que se formaron en el Universo, la energía y materia oscura, localizar planetas similares a la Tierra y podría ser el primero con el que se encuentre evidencia de vida fuera de nuestro sistema solar. Se podrá ir más allá de lo que hasta ahora podemos ir. Por supuesto, su capacidad generará descubrimientos inesperados abriendo nuevas áreas de investigación y preguntas que hoy no tenemos capacidad de hacer”, dijo al diario El País el astrónomo Luis Chavarría, representante del Observatorio Europeo Austral. Se estima que el telescopio empezará a funcionar en 2028, aunque el camino se prevé largo: en él trabajan decenas de personas en condiciones a veces inclementes que hasta ahora han construido la estructura metálica de 2500 toneladas de un domo que lo protegerá.