En abril se invirtió el comportamiento de gastos e ingresos, y el resultado de las cuentas públicas volvió a anotar un superávit primario (0,6 por ciento del PBI en el cuatrimestre) y financiero (0,2 por ciento), es decir luego del pago de intereses de la deuda pública, según información oficial. El gasto cayó 1,2 por ciento en términos reales, según una estimación privada, mientras que venía mostrando un aumento producto de la baja base de comparación. En tanto se aceleró el crecimiento de los ingresos a 3,4 por ciento real. A diferencia de los gastos, los ingresos se comparaban con una base alta a comienzos de 2024 antes de acusar impacto de la recesión.
En abril el gasto primario registró una baja del 1,2 por ciento contra igual mes de 2024 descontando el efecto de la inflación, según los cálculos del Iaraf. Es la primera caída del año, inesperada porque la base de comparación contra el período fiscal de año anterior –de fuerte ajuste- venía mostrando aumentos en el gasto en los tres meses anteriores. Pero la motosierra de Milei no se detiene, respecto del año anterior los tres gastos que más cayeron fueron los subsidios a la energía (78 por ciento), los subsidios a otras funciones (78 por ciento) y los programas sociales (41,4 por ciento).
Por el contrario, los componentes del gasto que más subieron en abril fueron las transferencias de capital a provincias (171,5 por ciento), las transferencias corrientes a provincias (155,4 por ciento) y las transferencias a universidades (92 por ciento). Esto da la pauta de cuáles fueron las primeras partidas a las que echó mano el Gobierno de Milei con el objetivo de alcanzar el superávit de las cuentas públicas al poco tiempo de asumir su mandato: los fondos girados a las provincias y el gasto en universidades.
Tomando el primer trimestre del año más el dato de abril, en el acumulado del año, el gasto primario subió 7,7 por ciento en términos reales, siguiendo con las estimaciones del Iaraf. Los gastos que más subieron fueron aquellos que estaban por el piso a principios del 2024: el gasto en transferencias de capital a provincias (170 por ciento), las transferencias corrientes a provincias (137 por ciento) y la asignación universal para la protección social (38,6 por ciento). Las provincias lideran el ranking porque fue enorme el ajuste que soportaron en el primer cuatrimestre del año pasado.
También subieron las jubilaciones y pensiones (un 31,8 por ciento) que representan la mayor proporción del gasto, con una participación del 59 por ciento sobre el total.
Los ingresos fiscales, que venían subiendo a una tasa baja e incluso menor a la del gasto, en abril superaron la variación de las erogaciones y aceleraron su crecimiento a una tasa del 3,4 por ciento real, según los cálculos del Iaraf. Esto obedece a que los ingresos tributarios crecieron en términos reales un 7 por ciento contra abril de 2024, compensando el descenso de los ingresos no tributarios del 24 por ciento real interanual. Entre los tributarios sobresalieron los aportes y contribuciones a la seguriad social, el IVA, el impuesto a los débitos y los créditos y los derechos de exportación.
Así, según fuentes oficiales, las cuentas del Sector Público Nacional (SPN) registraron un resultado primario de 845.949 millones de pesos en el cuarto mes de 2025, que luego de un pago de intereses de deuda pública neto de los intra-sector público por 273.608 resultó en un superávit financiero de 572.341 millones de pesos. En el primer cuatrimestre, el SPN acumuló un superávit primario de aproximadamente 0,6 por ciento del PIB y un superávit financieron de 0,2 por ciento.
En la publicación en la red X del ministro de Economía, Luis Caputo, la celebración de los datos fiscales de abril destaca que el superávit primario se alcanzó “bajado impuestos por el equivalente a 2 puntos del PBI en el 2024”. Una señal que envía al resto del arco político de cara a la reforma tributaria que empieza a discutir el Gobierno en el marco del acuerdo con el FMI, y que tiene a los gobernadores en la mira.