“El disco reflexiona sobre el derrumbe”, resume Santiago Alonso acerca del eje central por el que rueda El salto, trabajo de reciente factura que el cantante y compositor estrenará en público el jueves 22 de mayo a las 21 en La Tangente (Honduras 5317). Habrá oportunidad de revelar allí, pues, a qué refiere el músico cuando habla de derrumbe. Así o, en su defecto, yendo directamente a los enigmas de su disco. A las nueve piezas que lo pueblan con la canción en el centro. Así es como viene ocurriendo desde que debutó en 2018, Rumbitas mediante -grabado en Madrid junto a Diego Cruz, El Cirguero, Elenitakatá y Manu Clavijo-, y prosiguió con la tríada Hierba seca En concierto -El ermitaño, en la que resalta su principal preocupación estética: mixturar arrebatos pop con sones rioplatenses, rumbas y resonancias folklóricas. “El derrumbe al que me refiero y del que hablan las canciones del disco cuenta un momento de mi vida en que su fue todo a la mierda”, explica el músico sonriendo. “Para ser más educado y conceptual, diría que implosionaron algunas estructuras sobre las cuales tenía montada mi vida y eso generó un derrumbe interno”.

De esto habla puntualmente “Chance”, canción que le nació tras el despido que Alonso sufrió en la empresa Torneos, luego de haber trabajado durante once años como productor. “Fue una piña importante”, recuerda. “Pero después de asimilar el golpe y cotejar posibilidades me di cuenta que también era un cachetazo para despabilar. Entonces, esa mañana llegué a casa, me senté en el piano y la canción salió de un tirón. Me sirvió como un grito de guerra para darme coraje y salir al mundo a construir una nueva estructura de vida”.

Producto de la bisagra existencial, no solo el cantautor se lanzó a cruzar el océano (lleva cuatro giras por España, donde tocó en 20 ciudades) sino que tal afrenta derivó en otras canciones del disco. “Probablemente”, por caso. “Esta habla de una separación. Otra de las estructuras que cayeron en aquel momento”, cuenta Alonso, anclando en la pieza en la que participa Camila Buch. “Este tema trata de buscar explicaciones a esas relaciones que se terminan. Siento que los vínculos nos enseñan mucho sobre nosotros mismos, que son como espejos donde podemos vernos reflejados y sacarnos la ficha también. Cuando la cosa funciona y todo es armonía, está bien. Pero también hay una riqueza oculta, que puede volverse aprendizaje, cuando la cosa no funciona. La canción desarma las piezas de un vínculo, las coloca sobre la mesa y se dispone a entender porqué ese engranaje ya no camina”, persiste el cantautor en su introspección. “De todas formas, más allá de lo que narran sus canciones puntualmente, el espíritu del disco es luminoso, porque es el espíritu de una reconstrucción. Refleja ese estado de ánimo después de una tormenta en el cual uno cae en la cuenta de que ha sobrevivido”.