Sus colaboradores son prácticamente unánimes a la hora de describirlo. Se trata de una persona metódica, organizada, casi obsesiva en lo atinente al trabajo, austera en sus gustos y fácil de entender e interpretar.

Fernando Tauber es un arquitecto y doctor en comunicación de 69 años que acaba de presentarse como candidato único para un tercer período al frente de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). El cargo en esa casa de estudios, por estatuto, lleva el nombre de presidente pero equivale al del rector en las demás universidades nacionales. 

El estatuto permite reelecciones, pero no sucesivas. Tauber, que hoy ocupa una vicepresidencia, ya desempeñó este mismo cargo entre 2010 y 2014 y entre 2018 y 2022. A pocas horas de haber sido anunciado, con el acuerdo de representantes de docentes, graduados, estudiantes y trabajadores de las diecisiete unidades académicas,  dialogó con Buenos Aires/12. 

"No es el comienzo de nada sino la continuidad de un modelo de gestión que ya lleva más de veinte años", abre la charla a modo de aclaración el profesor que articuló una amplia coalición de gobierno universitario que incluye radicales, peronistas, progresistas, sectores independientes y hasta alguna expresión de la derecha, "menos los que nos quieren arancelar", según dice.

"El límite es el hambre: si estamos de acuerdo en que hay que combatir el hambre, entonces seguramente en algo podemos trabajar juntos", explica, a la vez que cuenta que la UNLP es una de las tres macrouniversidades que hay en Argentina, junto con la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y de las pocas mega del contiente, junto con la UNAM mexicana y las paulistas como Unicamp en Brasil.

Cuenta que llegó de su San Pedro natal para estudiar en 1974, que entonces se apasionó por la vida universitaria y nunca más se fue, que tiene muchos amigos y compañeros desaparecidos, que conoció en los pasillos de esta universidad que hoy dicta 157 formaciones distintas, cuya matrícula nunca decrece, y recibe estudiantes tanto de Berisso y Ensenada como de Quilmes, Berazategui y Varela

Observa lo que define como una "madurez creciente" en los principales actores políticos de la región. El dato contrasta con el desinterés del anterior intendente, Julio Garro, que no visitó la UNLP en sus ocho años al frente del ejecutivo local.

--¿Asumirá en un momento especialmente crítico?

--La universidad pública, si se quiere, siempre está en crisis porque ése es el modelo que triunfó en la reforma de 1918, el de interpelar a la sociedad. Ocurre que lo que era revolucionario entonces, gradualmente se fue volviendo conservador. A la vez, la otra respuesta posible es que sí, porque en materia de financiamiento, Milei obliga a las universidades a reinventarse.

--¿Cómo es eso?

--El que se queda con el presupuesto no llega ni a pagar los sueldos y gastos operativos. Entonces, la universidad se va quedando sin extensión, sin investigación, sin iniciativa. Nosotros empezamos a desarrollar un plan estratégico participativo en 2004 y nunca paramos. A los tres ejes tradicionales, enseñanza, investigación y extensión, le agregamos un cuarto que es producción y trabajo, porque la inclusión de nuestros jóvenes, que hacen un enorme esfuerzo por cursar, es uno de nuestros objetivos. Claro que esto obliga a una política muy activa, de búsqueda de fondos de cooperación internacional y de convenios con distintos actores. En las coyunturas propicias, hay que moverse. En ese sentido, la ley 27204 de 2015, modificatoria de la 24521 (N de la R: Ley Federal de Educación Superior, sancionada por el menemismo), es un hito en nuestra historia tan importante como la gratuidad sancionada con Perón en 1949.

--¿Como en el caso de la fábrica de baterías de litio?

--Unilib es la fábrica de baterías de litio, construida sobre un predio universitario, con gestión 50 por ciento de la UNLP y 50 por ciento del Ytec. El Ytec, a su vez, es 49 por ciento del Conicet y 51 por ciento de YPF.  El año pasado se hizo la primera prueba de vuelo con un avión fumigador impulsado con baterías de litio. Pero Unilib es apenas un ejemplo, entre muchos, de una manera de entender el conocimiento como el insumo estratégico para el desarrollo nacional, más que los recursos naturales o que los dólares. Es un insumo que además tiene capacidad igualadora. Hace unos años dijimos ya no alcanza con producir conocimiento en un laboratorio, hay que llevarlo a la sociedad. Y seguimos en la misma línea.

--¿Qué otros ejemplos hay?

--La fábrica de alimentos deshidratados y la de viviendas sociales. La de alimentos empezó cuando asumió Alberto Fernández y convocó a la mesa contra el hambre. Con veinte fábricas como la nuestra trabajando en tres turnos se fabricarían cuatro millones de raciones por día y se termina el hambre en el país. 

--¿Y cuántas se hicieron después de la de la UNLP?

--Por ahora seguimos solos. Hay universidades con otras iniciativas. La Universidad Nacional de Quilmes (UNQui), por ejemplo, tiene la supersopa. Lo interesante de este modelo es que los alimentos deshidratados conservan mejor los nutrientes  y tienen mayor vida útil. Hoy hay diez opciones de menúes de alto valor nutritivo, sin hidratos de carbono, que proveen al comedor de la universidad, a los barrios populares a través del gobierno provincial y a las fuerzas armadas, para las bases antárticas y puestos de frontera. No sólo el concepto es propio, también las máquinas deshidratadoras fueron fabricadas por la UNLP. Hasta los productores de tomate de la región, en vez de tirar los excedentes que no pueden vender, los traen, se los deshidratamos a cambio de una parte de la producción y ellos lo colocan en la industria. Es un ejemplo de economía circular.

--¿También desarrollan viviendas sociales?

--A través de un convenio con Astillero Río Santiago, tenemos un nuevo modelo. Una impresora 3D conectada a una computadora y una manga de hormigón. Se coloca la manga sobre una platea y en veinticuatro horas hay una vivienda construida, autoportante, de calidad, a un costo de catorce mil dólares. Ahora están trabajando para tratar de reducir el tiempo de fragua con un acelerante. El objetivo es llegar a doce horas. En Argentina faltan cuatro millones de viviendas. Con cien de estas haríamos un barrio por día.

--¿Quiénes "haríamos"?

--Cuando hay políticas públicas, nosotros somos un insumo a su servicio. Pero, cuando no hay, por el motivo que sea, nosotros igual intentamos llevar adelante los proyectos. Ocurre que somos una universidad con una fuerte impronta científico técnica , porque así la pensó la generación del ochenta. Los primeros diecisiete agrónomos del país salieron de estas aulas. Ese es nuestro espíritu: las asimetrías en nuestra sociedad son dramáticas y no vamos a resolverlas por nuestra cuenta, pero sí podemos aportar a subir el piso de dignidad. Tenemos que transformar el conocimiento en respuestas concretas para la inclusión.

--¿Cómo se articula una participación tan activa en la comunidad con los actores políticos locales y regionales?

--Ahora, muy bien. En los últimos años veo una madurez creciente.  Tenemos una gran relación con los tres intendentes. No sólo de convivencia, sino se trabajo conjunto. También participamos del comité de expertos en defensa del Canal Magdalena, a través de nuestro decano de Ingeniería, Marcos Actis. Nuestra mirada del desarrollo es regional.

--¿Algo más?

--Si. Estamos por lanzar un satélite de desarrollo propio. Sale más caro el servicio del cohete lanzador de Cabo Cañaveral que el satélite en sí mismo.