25 años de discos, giras, y amistad en la forma de canciones; muchas de ellas desde la afinidad compartida con músicos como Mono Fontana, Juan Falú, Daniel Cardone, Hugo Fattoruso. Florencia Ruiz presenta 25 años de discos, junto a invitados especiales, este viernes a las 21 en el Petit Salón de Plataforma Lavardén (Mendoza 1085). 

“Imaginate, yo hacía canciones desde los 8 o 9 años; y me encontré con un amigo en mi barrio que me dijo: ‘Che, ¿por qué no le pedimos a dos amigos míos que te graben unos temas?’ Ahí arrancó la cosa, gracias a esa idea y a otro amigo que se sorprendió cuando le mostré que había grabado un disco. Algo de lo que yo ni siquiera me había dado cuenta”, comenta Florencia Ruiz a Rosario/12.

“A Rosario voy a tocar con tres amigos, Eduardo González Ahumada, Antonio Druetta y Marcelo Lupis; y estarán también Marcelo Stenta, Ismael Torres, Paula Acebal, Olivia Color y Dani Pérez, que vienen a celebrar y a pasarlo bien. A mí me encanta esa situación de la pata del lugar, la de compartir y ver qué pasa; es de lo que más me entusiasma. Soy una trabajadora de esto, de las canciones, y Rosario es la cuna de la canción. Poder ir a participar es, de alguna manera, devolver algo de lo tanto que Rosario nos dio”, continúa la cantante y compositora.

-¿En qué situación te encontrás hoy?

-Estoy haciendo un disco nuevo, en los ratitos libres que tengo y entre las clases que doy, muy entusiasmada. Hace un segundo te hablé “del pasado”, pero la verdad es que estoy siempre haciendo, porque es un motor. Este disco es muy especial, porque está hecho en espejo con el primero –Centro (2000)-, con la misma instrumentación y pensado en paralelo; como diciendo: "Bueno, si tuvieras que hacer ese disco 25 años después, ¿qué harías?" Es eso. Así que me di unos gustos tremendos, como tocar con músicos en los que me habría resultado increíble pensar hace 25 años; como por ejemplo, Leo Maslíah; es el primer ídolo que recuerdo haber tenido, ¡y acá está! Creo que este disco es más cancionero, pero bueno, siempre es un viaje; te vas para La Pampa y es su paisaje, te vas para Tilcara y es otro; es el camino que se elija, y quizás mi música tiene mucho de esto. Lo comprobé este último tiempo, y era algo sobre lo que yo no tenía tanta idea. Me tuve que poner a estudiar canciones muy viejas, armar distintas bandas y repertorios, y ahí nos dimos cuenta: “¡Mirá! Esto era más electrónico; esto, rock experimental; y esto, muy pop”. Hasta me encontré con canciones que tienen bastante folklore. Y eso es algo que en el día a día no te das cuenta. Es como mirar fotos viejas, ¿viste? El tiempo dirá, pero ahora mi idea es celebrar los 25 años.

-Antes que las categorías, lo que importa es la música, ¿no?

-Siempre alenté a mi hijo a que tuviera amigos de acá y de allá, gente distinta, que piense distinto; para buscar en la diversidad una riqueza. Yo he tocado con músicos extrañísimos, de música atonal, y con Juan Falú; y me encanta todo. No se me ocurre decir “éste es mejor”, tampoco me gustan mucho los guetos. Puedo entender a la gente que se protege y que se une; pero prefiero lo que decía la canción “Que se vengan los chicos”, ¡que se vengan todos! En el show de Capital tuvimos un ensamble coral, ¡que vengan! Más allá de que yo tenía un arreglo para coro en un tema, si no lo hubiera tenido, también los habría hecho venir; porque se trata del desafío de un montón de gente cantando a la vez, y que vienen de otra música. O sea, me parece que la música es una oportunidad, y que a veces, porque tenés que laburar o por lo que sea, esa posibilidad y apertura no la podés tener. Creo que lo mejor que podemos hacer es no cerrarnos, y en todo sentido. Ojo, a veces no podés, porque la vida cotidiana te aplasta. Yo vivía en el conurbano y a veces no tenía plata para tomar un colectivo; quiero decir, a veces estamos pensando en que tal persona es así o asá pero, en el fondo, no conocés qué es lo que le pasa.

-Decías que hace 25 años no podías imaginar que tocarías con un ídolo como Maslíah, seguramente tampoco que la música te llevaría a lugares como Japón.

-Ahora, después de diez giras, hay cosas que me resultan naturales, porque ya pasaron muchos años; pero cuando comencé a viajar, lo hice en 2008, porque necesité de un tiempo para asimilarlo y animarme. Hubo veces en las que me impresioné, como estar en un show grande en Tokio, con un montón de gente; o tocando a orillas de un lago, con un volcán. ¿Cómo pasó esto? Pero después seguí tocando y se volvió natural, porque es lo que sé hacer. La vida tiene cosas que parecen inexplicables, pero a veces hay un motivo. ¿Andá a saber por qué cosas yo tenía que poder crecer y avanzar tan lejos de mi casa, en Japón, y no podía hacerlo acá, en Ramos Mejía?

La presencia de Florencia Ruiz en Rosario será la ocasión, como ella destaca, de compartir música con gente nueva, y ése es el mejor de los escenarios posibles. “Estoy contentísima de ir a tocar con músicas y músicos locales, con los cuales nunca tocamos. Es la posibilidad de abrirse a nuevas cuestiones, ¿no? Si tu vecina hace una fiesta y te dice 'Vení con quien quieras', vas con alguien y en una de esas, ahí, se arma otro vínculo. Así que estoy feliz”, concluye.