Volver a la casa familiar y al pueblo, a presentar el novio y a encontrarse con cuestiones quizás irresistibles, que tal vez mejor evitar; como sea, hacia allí se dirige Sol, y a su alrededor todo combustiona. Una casa de fósforos -producción de la compañía Ignis- cuenta con dramaturgia y dirección de Almendra Andenmatten, junto a las actuaciones de Marco Cettour, Doris García, Camila Hidalgo Solís, Lautaro Borghi y Julián D’Agostino. La obra se presenta este domingo (y los domingos 1 y 8 de junio) a las 20.30 en el Cultural de Abajo (Entre Ríos 579).
“El año pasado hicimos una temporada muy corta, solo dos funciones. Habíamos tenido un proceso de ensayo bastante largo y queríamos estrenar la obra. Y quedaron las ganas de volver a la escena, también por parte del público, que quería volver a verla. Y acá hablo a partir de lo que escuché decir a las actrices y los actores, como así también de lo que vi en el público, a partir de gente que comentaba sobre las ganas de ir a ver actuar a estos actores. Y es cierto, están estupendos, forman un grupo prolífico”, comenta Almendra Andenmatten a Rosario/12.
-¿Qué cuestiones te movilizaron desde la dramaturgia?
-El proceso creativo en la dramaturgia me parece maravilloso; y en esta obra, los signos que aparecían, lo hacían naturalmente, o sea, sin tener que instalarlos yo. Entonces, por ejemplo, aparece lo del fuego en una primera escritura, y aparece un relator de Turismo Carretera, del TC Pista, que empieza a contar sobre uno de los corredores que se prende fuego; ahí ya se armó algo de lo que está hablando la obra, y que tenía que hacer sistema en la escritura y en la historia. A partir de eso, le hice preguntas a los personajes: ¿por qué pasa esto?, ¿por qué vuelve Sol al pueblo?, ¿qué pueblo?, ¿dónde vive? Todas estas preguntas fueron ejecutando palancas, que resultaron finalmente en la historia. Y con los ejercicios dramatúrgicos apareció una casita de fósforos, con la que yo jugaba cuando era chiquita en la casa de una tía; y me dije: esa casa de la tía, ¿cómo era? Así aparecieron distintas cuestiones, que están ahora también adentro de la obra, en distintos puntos, y que hacen a una historia que está poblada de signos, de símbolos; eso ayuda también a la imaginación de los actores y las actrices.
-¿Por qué el pueblo elegido es San Jorge?
-La obra sucede en 1998 y hace calor. Ese era el escenario. Una de las preguntas era en qué ciudad sucede; me puse a investigar, y en 1998, San Jorge había un autódromo; así empezaron a resonar también un par de cosas, como el tiempo del pueblo, la hora de la siesta, o el “que se van a enterar todos”. Otro de los aspectos a indagar fue la profesión de la protagonista. ¿Qué se podía estudiar en San Jorge? Enfermería. Listo, Sol es enfermera. Todo eso acciona para que lo que suceda en la historia tenga veracidad.
-¿Y en cuanto al registro actoral?
-A mí me gusta mucho trabajar lo vincular. A partir de que se encuentran los actores y las actrices en escena, se empieza a construir la situación teatral; y también marcar mucho la cuestión de lo rítmico, de la fuerza. Hay un trabajo interno, que está reflejado en el cuerpo y que no se dice, también porque hay una cuestión de no decir en la historia; a partir de ahí, los actores y las actrices van proponiendo sobre la idea del personaje y desde el texto, para que empiece a pasar algo en escena.
-Aparece la familia como lugar vincular, ¿también como un lugar a cuestionar?
-No me puse a escribir desde afuera de mí o desde una visión crítica, sino desde lo que pasa, lo que veo, desde cómo se desenvuelve y se maneja la dinámica familiar. Por parte de mi mamá, son todas mujeres; yo tengo tres tías, y mi mamá tuvo dos hijas. Mi abuela materna tenía ocho hermanas. Entonces, hay toda una cuestión ahí, femenina y maternal, que está en el personaje de Delfina, la madre de Sol; pero desde una cuestión del juego, de lo que se necesitaba para ese momento y para la escritura. Delfina es una mujer sola, en un pueblo, que no necesita de nadie, y que quiere de una forma distante. Todo el mundo conoce una madre o una suegra así, digamos; y de esta manera, el personaje llega rápidamente. Pero esta mujer, ¿es totalmente mala? ¿Por qué tenemos que tener personajes políticamente correctos siempre? Y eso es lo que a mí me interesa; en esta obra, los personajes son políticamente incorrectos.