Al no ofrecer resultados para la mayoría de la sociedad y debido a que con la influencia de las redes sociales no se come, más temprano que tarde la gestión de Milei se desgastará, llegará el momento en el que se abra una oportunidad de debatir un nuevo proyecto y que éste acceda al gobierno nacional.

Diagnósticos

Durante la etapa de la acumulación de capital basada en la Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI), en Argentina comenzó a primar el consenso sobre cuál era el principal impedimento para el desarrollo nacional: la restricción externa, es decir, la falta de dólares (antes libra esterlina) para continuar el proceso de importaciones de maquinarias e insumos necesarios para fortalecer el proceso de industrialización.

Raúl Prebisch, quizá el economista argentino más influyente, alertaba sobre el deterioro secular de los términos de intercambio: “En ese esquema a la América Latina venía a corresponderle, como parte de la periferia del sistema económico mundial, el papel específico de producir alimentos y materias primas para los grandes centros industriales […] El aumento de ingreso conseguido hasta ahora, ya se está viendo, significa acentuar la acción de aquellos factores sobre la demanda de importaciones en dólares. Cuanto más aumenta el ingreso de estos países, en consecuencia, mayor es su necesidad de importaciones. Con lo cual vuelve a plantearse la cuestión de la escasez de dólares, cuya importancia aconseja especial consideración […] Si ello fuese solamente el reconocimiento de una transitoria necesidad de aliviar la presión del balance de pagos, el caso no tendría mayor trascendencia. Pero si fuera la expresión de un hecho más fundamental y persistente, habría motivo de seria preocupación para los países latinoamericanos”.

Causas y etapas

El enfoque de Prebisch no era el de los intereses populares sino aquel relacionado al de lo que Eduardo Basualdo denominaba oligarquía diversificada o grupos económicos locales. Aunque se disienta con su visión, debe acordarse de que no analiza el mundo como una suma de naciones, sino que parte de una totalidad en la que existen diferentes tipos de naciones, países con diferentes características y funciones.

Una de las propuestas de aquella época para solucionar la restricción externa consistió en promover la IED (inversión extranjera directa). Pero, al poco tiempo, se advirtió que esto no solo dificulta el desarrollo local, sino que termina amplificando la falta de dólares debido a la remisión de utilidades que conlleva, además de implicar un retraso tecnológico sistemático impuesto por las potencias.

Una propuesta posterior consistió en el endeudamiento externo, que claramente agrava el problema, sobre todo al no destinar los fondos a inversión productiva local sino a la denominada “fuga”. Se trata de un concepto con un significado distorsivo que parte de la idea de que el capital se subordina a la nación y, por lo tanto, el capital fuga, escapa, sale de su ámbito natural, en el que debe estar, y se dirige hacia otro, al que no debe dirigirse y en el que no debe permanecer.

A partir de la década de 1970, la configuración de holdings transnacionales de origen local que dolarizan sus excedentes para invertir y valorizar parte de su capital en otras naciones y también para capitalizarlos mediante activos financieros, ha generado un sujeto económico que cambia la naturaleza del problema. Mientras que en la época de Prebisch el desarrollo de estos capitales coincidía relativamente y quedaba confundido con el desarrollo económico de la nación, al transnacionalizarse muchos de ellos, su desarrollo cada vez coincide menos con el del país.

Cabe preguntar: ¿La restricción externa es verdaderamente la limitación del crecimiento y el desarrollo argentinos? ¿Acaso la restricción externa no es una manifestación en la esfera dineraria de que Argentina es un país dependiente? ¿No es la expresión dineraria del resultado lógico del comercio internacional para un país dependiente, en particular que intenta industrializarse?

Cepo y bimonetarismo

En distintos períodos de la economía argentina, como en la etapa final de la convertibilidad y el gobierno de Macri, puede advertirse que la administración cambiaria o el denominado “cepo” es, antes que un instrumento de política económica, el límite al que se llega por la restricción externa.

La administración cambiaria o “cepo” es la manifestación de la relación de la estructura económica argentina con otras economías más productivas, una consecuencia del límite lógico de una economía subdesarrollada en general y, en la actualidad, agravada por el propio modelo en marcha.

La utilización del dinero con el que se realizan transacciones internacionales puede administrarse mejor. Pueden buscarse caminos para disponerlo en mayor magnitud. Aunque se parte de esta relación de subordinación, que no es natural ni eterna, pero existe en el presente con independencia de las políticas económicas que se desplieguen.

Con el paso del tiempo, la realidad generó un nuevo fenómeno: la llamada “economía bimonetaria”. El “bimonetarismo” también puede incluirse dentro de “la argentinidad al palo”, porque todas las economías, de alguna forma y en mayor o menor grado, son, al menos, bimonetarias. Y si no, basta observar las “devaluaciones competitivas” o las “guerras de monedas”.

Lo que cambia es la intensidad, los mecanismos por los que se propaga y la forma en que se manifiesta en cada nación. A diferencia de otras naciones, en Argentina se presenta de manera potenciada, entre otros motivos, por la intensidad del pasaje a precios de las devaluaciones abruptas y porque se naturalizó que el precio de las viviendas esté nominado en dinero estadounidense y cualquier ciudadano pueda tener cuentas bancarias en dólares.

El mundo cambia vertiginosamente de la mano de Trump como representante sin disfraces de grandes capitales monopolistas transnacionales de origen estadounidense. En Argentina, existe un sometimiento reforzado por las políticas aplicadas por el tándem FMI-Milei-Caputo.

Entonces con más razón, es crucial observar los fenómenos descriptos sin dejar de vincularlos a sus causas más profundas para poder darles mejores respuestas desde un enfoque nacional y popular, entre tantos otros, al fenómeno inflacionario.

*Economista UBA-UNDAV. @Pablo_Ferrari77