Duilio Pierri y Maggie de Koenigsberg están obsesionados con el arte; hace treinta y cinco años que están juntos, tienen los talleres contiguos, dan clases entre los dos. El paso siguiente era pintar obras a dúo, cosa que empezó hace unos tres años. Aunque el antecedente remoto de esa combinación surgió cuando se conocieron: entonces pintaron algunas pinturas de a dos. Luego lo dejaron, pero fantaseaban muchas veces con la posibilidad de hacer obra conjunta como si fuera la de un tercer artista, con algo totalmente diferente. Después probaron con la abstracción, pero no estaban convencidos con el resultado: entonces decidieron pintar cuadros entre ambos, pero a partir, cada uno, de sus respectivas poéticas.
-D.P.: Maggie tiene más estudios y formación académica que yo. En mi caso me manejo más con la intuición.
Maggie de Koenigsberg (Buenos Aires, 1956), en su juventud emigró a los Estados Unidos donde estudió Bellas Artes en Parkland College, Urbana-Champaign, Illinois. Regresó a la Argentina en 1985, perfeccionándose en dibujo y pintura con Kenneth Kemble y Luis Felipe Noé.
Y si Maggie tiene más formación académica, Duilio (Buenos Aires, 1954) tiene una familiaridad que podría considerarse sanguínea con la pintura. Pintar cuadros le viene por genealogía: nieto de Juan José Daltoé e hijo de Orlando Pierri y Minerva Daltoé, su contacto con el arte es de toda la vida, porque comenzó su formación en el contexto familiar. A través de los ojos de su infancia, Duilio vio pasar por aquella casa taller a Emilio Pettoruti, Raquel Forner, Raúl Russo, Leopoldo Presas, Luis Barragán; a una parte importante de lo que ahora constituye la historia del arte argentino. Y aunque la tradición pictórica familiar lo marcó para siempre, lo suyo no es una continuidad, sino una ruptura, porque su pintura es un salto al vacío en cada cuadro.
-¿Cómo abordan cada obra conjunta?
-M. de K.: No lo pensamos mucho. A veces empiezo yo con un paisaje y a veces Duilio con un interior.
-Y una vez que alguno dio el paso inicial, ¿cómo siguen?
-M.de K. Nos llama la atención que el proceso va saliendo solo. Nos divertimos mucho pintando juntos. No hacemos bocetos ni plan. A veces también discutimos. Duilio, que es hijo único, desde chico siempre hizo todo solo; entonces a él quizás le cuesta un poco más. En mi caso, no fue así. Cuando pintamos interiores, Duilio pinta pantallas, algún insecto, algún dedoman… y yo los jardines que se ven por la ventana, por ejemplo.
-En esta muestra no hay interiores, sino paisajes pintados por vos, en los que irrumpen los personajes-insecto de Duilio. Y ahora que está en boca de todos El Eternauta de Héctor Oesterheld, Solano López y Alberto Breccia gracias a la serie, las invasiones de bichos y zombies vuelven a generar una sintonía política.
-M. de K.: Esta obra puede pensarse como más política y tenemos a favor la dimensión que tomó El Eternauta. Lo nuestro busca ser más poético, dentro de la metáfora. Porque está, sí, lo de los bichos, pero también la paleta más baja, los cielos más oscuros. El clima no es alegre. Eso está. La paleta, por más que es colorida, está mucho más baja de lo que la usamos generalmente, no tan saturada de colores complementarios. Y como marca de los tiempos tenemos una serie con más grises. Por otra parte, en la Argentina de hoy, nos gusta mucho esta posibilidad de hacer obras entre hombre y mujer, de igual a igual.
-D.P.: En mi obra siempre hubo mucha política, mucha historia. Y los insectos nacieron de una antigua pesadilla recurrente.
-M. de K.: En lo que hacemos en conjunto hay metáfora política y hay mucha naturaleza. En nuestros viajes por todo el país y también afuera, siempre caminamos entre la naturaleza, hacemos trekking. Nos gusta internarnos en parques nacionales y hacer caminatas. Y aunque ahora estamos más viejitos, seguimos caminando mucho. Fuimos al Norte, al Sur. En el Sur tenemos amigos poetas. La Patagonia representa eso para nosotros: paisaje, poesía, arte. Cuando se hacen encuentros, nosotros aportamos la imagen poética. Ahora estamos yendo mucho a Córdoba.
El curador de la muestra, Rodrigo Alonso, escribe en la presentación: “Las obras evidencian una síntesis armónica. Los paisajes inflamados, coloridos, abiertos y de perspectivas absorbentes de Maggie de Koenigsberg, parecen los escenarios naturales de los personajes-mosquitos característicos de Duilio Pierri, que se mueven alegremente entre actividades animales y humanas. Los dos artistas comparten un gusto por las evocaciones surrealistas y cierto grado de ironía o humor, lo cual sella aún más el intercambio colaborativo”.
En esta Argentina que atraviesa una etapa de ajenidad absoluta, que parece invadida por un ejército de ocupación de chfilados neofascistas, las pinturas conjuntas de Maggie de Koenigsberg y Duilio Pierri, en las que se ven vegetaciones densas, por momentos amenazantes, paródicamente invadidas por insectos humanizados, funcionan como correlato del paisaje nacional.
* "Confabulaciones", de Duilio Pierri y Maggie de Koenigsberg, en la Galería Azur, Arroyo 981, hasta el 20 de junio.