Fabio Miniotti es escultor y nació en Buenos Aires en 1965. Egresó de las Escuelas de Bellas Artes Manuel Belgrano y Prilidiano Pueyrredón. Se formó en escultura en el taller de Haydeé Calandrelli. Desde mediados de los 90 participó en numerosos salones y muestras colectivas, entre ellas, el exitoso ciclo curado por Nelly Perazzo, Esculturas en el Jardín (en el Museo Enrique Larreta), que dio a conocer a varias generaciones de jóvenes artistas.
A través de los años y las imágenes que desarrolló Miniotti, queda claro que el oficio y el material nunca son un detalle. Ya se percibe en el uso de distintas maderas ensambladas con técnicas náuticas de sus comienzos, enormes cuerpos geométricos que son metáfora tanto del aire como del agua. Así lo señaló Martha Nanni, prologuista de su primera exposición individual en 1997: “ala- proa- canoa- pirámide”. Hasta la actualidad las formas esenciales y sus sugerencias son parte del vocabulario maduro del escultor.
Late bajo la piel (OTTO Galería) es su tercera muestra individual. En ella el artista despliega un amplio repertorio de formas que evidencian el proceso que lleva a su obra. Miniotti valora como autónoma cada instancia de la consolidación de una imagen. Este proceder no solo es útil para sí mismo -que está pensando mientras hace-, sino también para quien luego contempla. El resultado parcial da pistas sobre el logro siguiente. Collages, relieves de alambre, yesos, cerámicas y, finalmente, bronces, son el camino pluridimensional de sus esculturas. Varias ideas se trasladan de una forma a la siguiente. Pero la creación no es lineal, evoca un juego de vasos comunicantes donde el desborde crea otra vía, una solución paralela que no excluye a la anterior.
Sus aéreos relieves de alambre dibujan figuras geométricas que desafían la estática ortogonalidad del constructivismo histórico. Trapezoides, elipses y deltoides rompen con el equilibrio posicional de los rectángulos y cuadrados. Se doblan, tuercen y completan con finas líneas interiores que exaltan el vacío. Son estructuras inventadas, sin otra lógica que la del gesto y el contrapeso visual, se desparraman por la pared de la galería como notas sobre un pentagrama.
Algunos de estos relieves se convierten luego en yesos. Miniotti cubre la estructura con capa sobre capa de tela embadurnada. Así, el textil define una forma externa que absorbe la geometría, que se torna orgánica y, como en el cuerpo humano, se convierte en su piel. La piel de la escultura resiente y expresa todo el pasado de la obra: lo que está dentro, el esqueleto y la impronta del modelado. En su estado bronce, la pieza se sofistica aún más. La técnica de vaciado a la cera perdida que los maestros fundidores realizan para el artista, exhibe cada accidente de la superficie del yeso: texturas, poros, oquedades, que se acentúan con la pátina final. Ese velo fino, trabajado con ácidos y aceites, revela o cubre. El impresionismo dio la lección de explorar la índole de la luz sobre la piel de los objetos. Así, los bronces negros, profundos, llevan el ojo hacia adentro a cada palmo de una superficie modulada, la carne del hueso escultórico. Sorpresivamente, un pequeño plano perpendicular, pulido, refleja y exhibe el “sol” en el material, revelando contrastes de tersura y aspereza, los opuestos que ligan la vista y el tacto. Ilustres escultores argentinos emprendieron este camino, entre ellos Alicia Penalba, quien gustaba mantener el rastro del yeso sobre el metal. La cualidad háptica de la obra de Miniotti celebra la condición propia de la escultura, la de ser un cuerpo simbólico que se ofrece a un cuerpo real. Huesos fósiles, maderas petrificadas, guijarros redondeados por las aguas, las imágenes son muchas y todas aluden a una naturaleza primera atravesada por el tiempo, en la que la geometría late sutilmente bajo la piel.
El trabajo de Miniotti es pausado, reflexivo, se nutre de lo clásico y lo contiene en una dosis que inspira la contemplación de un pliegue o una protuberancia como si se tratara de una figura compleja. Una leve torsión lleva a otro plano, desvía la mirada y resignifica nuestra presencia ante la pieza. Es un arte de mínimos gestos donde la cadencia exhibe la coherencia del conjunto.
Fabio Miniotti obtuvo el premio “Artista iniciación”, otorgado por la Asociación Argentina de Críticos de Arte, en 1997. El mismo año una “Beca a la Creación”, del Fondo Nacional de las Artes, y al año siguiente el “Gran Premio a la Creatividad Artística en Artes Visuales”, por parte de la misma institución. En 2016 recibió el “Primer Premio de Escultura” del 105º Salón Nacional de Artes Visuales y, en 2018 la máxima recompensa del LXII Salón de Artes Plásticas Manuel Belgrano.
* Historiadora del Arte. Curadora de la exposición. Texto escrito especialmente para la muestra de Fabio Miniotti que sigue en la Galería Otto, en Paraná 1158, de martes a viernes, de 15 a 19, hasta el 27 de junio, con entrada libre y gratuita.