Cónclave vegetal

La música en vivo o la esquila de ovejas para anticipar el verano son actividades que reúnen a miles de personas todos los años en el Festival Lambeth, un festejo abierto en el Brockwell Park, ubicado al sur de Londres, que celebra la agricultura local. Pero sin duda lo que le ha dado al festival su fama mundial es la increíble exhibición de vegetales modelados que concursan por su creatividad y su actualidad. Es que si uno está abrumado por la cantidad de información que recibe a diario, este concurso de vegetales realmente puede funcionar como un gran termómetro de lo más importante del acontecer global. Coliflores, papas y calabazas hacen un vitamínico repaso por los eventos más notables de la política y la cultura pop. “Estoy entre Trump y el ‘cornclave’. Todos los años venimos emocionados a ver este concurso. Es tan único e irónico. Y por supuesto amamos los que tienen comentario político”, dijo Maddy Luxon, vecina del lugar. Este año obviamente destacaron los “cornclaves”, donde algunos escenarios increíblemente detallados exhibían choclitos vestidos con sus sotanas a punto de elegir al nuevo papa. Y otros ya festejaban el momento con sus mejores papas peladas en obras llamadas “Habemus Patatas”. Se pudo ver desde una calabaza desaforada y bien naranja emulando a Donald Trump hasta un sentido homenaje a David Lynch titulado “Rest in peas”, donde el director en formato zapallo posó junto a una Laura Palmer en el mismísimo escenario de Twin Peaks. Hubo rabanitos y brócolis protestando por causas sociales y ambientalistas e incluso retratando los problemas vecinales que desata el mismo festival en el barrio. Y otras estrellas como Dolly Parton, aka “Coli Parton”, y el futbolista Mohamed Salah, acá “Mos Salad”, posaron junto a estrellas juveniles como Chappel Roam o Lorde en la “Veg Gala”.

A qué hueles tú

Sí, las fotos cada vez más detalladas de constelaciones, superficies planetarias y galaxias a miles de años luz realmente sorprenden. Y todo lo que esos gases y minerales podrían hacerle a un cuerpo humano sorprende también. Pero hasta ahora casi nadie se había preguntado: ¿eso que hay en el espacio a qué olerá? Con los avances de la ciencia hoy esa es una pregunta muy válida para la que, de hecho, se puede obtener una respuesta. Y la respuesta es, por supuesto, que el espacio es un lugar sorprendentemente apestoso. La cosa es que científicos están analizando aromas espaciales, desde los planetas más cercanos a la Tierra hasta los que están a cientos de años luz, para obtener más datos sobre la composición del Universo. Júpiter, por ejemplo, ha sido descrito como una bomba fétida. Pólvora o pis de gato también se atribuyen a otros planetas. “Probablemente desearías estar muerto antes de llegar al punto en que te aplastara la presión”, dice Marina Barcenilla, científica espacial, diseñadora de fragancias y estudiante de doctorado en astrobiología en la Universidad de Westminster, Londres, que siempre se preguntó a qué olería un planeta. Barcenilla se dio cuenta que es posible tener datos sobre eso considerando sus composiciones químicas y ha estado recreando esas moléculas en el laboratorio para diseñar aromas que remitan al olor del espacio exterior, por ejemplo un planeta o una estrella muerta. Resultados que serán exhibidos en el Museo de Historia Natural de Londres.

El récord en disputa

Truman Capote, F. Scott Fitzgerald o Graham Greene lo visitaron. Ernest Hemingway lo menciona en su novela Fiesta y entre sus leyendas se cuenta que Francisco de Goya trabajó ahí como cocinero a los 19 años. El ganador del Récord Guinness al restaurante más antiguo del mundo se llama Sobrino de Botín, está en el corazón de Madrid y ostenta con mucho orgullo el título de haber funcionado ininterrumpidamente desde 1725. Claro que hay otros restaurantes del mundo que han querido reclamar esa mención: antros de París, Roma y Pekín buscaron hacerse con el título y no pudieron reunir todas las pruebas formales que requiere el Guinness para acreditarlos. Pero eso podría estar por cambiar por estos días porque un pequeño restaurant que está ahí mismo, en Madrid, dice estar al borde de derrocar al viejo Botín en antigüedad. El restaurant Casa Pedro, con un historiador mediante, asegura ser mucho más antiguo que el campeón. “Da mucha rabia cuando dices que sí, que estamos desde 1702 pero llega un momento en que no puedes seguir demostrándolo”, lamenta Irene Guiñales, la actual propietaria y octava generación del legado, que está luchando por el reconocimiento de su restaurant como el más longevo del mundo. En cualquier caso, el restaurant, igual que su rival, sigue funcionando a la usanza original –con sus azulejos españoles, sus bodegas subterráneas y sus platos castellanos–, y ya recibió algunos guiños favorables: por ejemplo, la reciente visita del rey Felipe VI.

Ochenta años de pop y anarquía

No todos saben exactamente lo que es un Mumin, pero sin ninguna duda todo el mundo los ha visto alguna vez. Esos seres imprecisos, minimalistas, parecidos a un desconcertante hipopótamo bípedo, fueron creados por la autora finlandesa Tove Jansson y se esparcieron por la cultura pop de todo el mundo de alguna manera, ya sea a través de los cómics originales, de su encarnación en dibujos animados, o simplemente sus ilustraciones. Eso sí, no eran hipopótamos, sino trolls escandinavos y además de lo más anarquistas: celebraban las familias constituidas de formas diversas, vivían de okupas en faros y teatros abandonados y decían cosas como: “¡Solo quiero vivir en paz, plantar patatas y soñar!”. Y si bien fueron creados como parte de cómics para niños, devinieron increíblemente pioneros en su diseño y su filosofía. Además, se han mantenido atemporales y un objeto de adoración por ilustradores e historietistas adultos de todas las épocas, que por estos días festejan que los Mumin cumplen 80 años. Por eso, la Biblioteca Pública de Brooklyn está inaugurando la muestra Tove Jansson y los Mumins: la puerta siempre está abierta, una exposición retrospectiva que celebra a la artista finlandesa –que para ser justos, ha tenido muchísimo menos reconocimiento de lo que su monumental obra amerita– y sus adorados personajes en sus distintas encarnaciones. La expo es gratuita (como lo hubiesen querido los Mumin, claro) y se une a los festejos que comenzaron con una exposición gigante en el Museo de Arte de Helsinki y una serie completa de eventos por toda Finlandia. La Biblioteca de Brooklyn por su parte busca destacar, además, la conexión de la autora con la cultura estadounidense. Por eso incluye rarezas como las cartas personales entre Jansson y su amiga, la fotógrafa Eva Konikoff. También, la edición estadounidense de Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll que Jansson ilustró, además de repasar los inicios de su carrera en la sátira política, sus imprescindibles novelas para adultos –varias de ellas editadas también en Argentina–, sus veranos costeros en el archipiélago finlandés y su identidad como persona queer en la Europa de la posguerra. La obra de los Mumin parece hablarle a los desgarros de la contemporaneidad norteamericana muy de cerca: temas como la formación de comunidades laterales, el viaje y la migración, la conformación de familias más allá de lo sanguíneo se exploran a través de sus aventuras.