Cuando todo parecía perdido, cuando muchos decían que estaba terminada, cuando el poder nefasto mafioso pretendió sacarte de la cancha, reapareciste. Nunca te habías ido, pero muchos querían ocultarte, olvidarte y estás como antes, como siempre, al pie del cañón, con el bastón de mando, con tu figura y tu palabra.
No volviste porque nunca te habías ido, estás porque las mayorías así lo quieren, y llegó el día en que sobrevolaste a cientos de miles, por encima de las plazas, en todo el territorio.
Y estás entera, como nos tené acostumbrados. Estás mejor que ayer y seguís tan cristalina, tan transparente y enjundiosa, alegre aun en la adversidad y firme como te conocimos.
Has despertado a muchos, revivieron otros tantos, encolumnados detrás de ti marchan, marchamos, hacia nuevas batallas.
No te han vencido, no han de vencerte porque tu escudo es la verdad y tu pueblo, más que nunca caminamos a tu lado. Nos das seguridad, firmeza y confianza.
Quizás esté empezando un nuevo tiempo, en condiciones distintas, y tendremos que crear, inventar e inventarnos cada día para hacer honor a tu ejemplo y a tu entrega.
Volveremos, dicen en el pueblo, victoriosos podemos agregar; volveremos a inundar de triunfos a esos olvidados que sueñan junto a vos con esperanza: la victoria.
Héctor Marinangeli