¿Qué tienen en común series tan diversas como Iosi, el espía arrepentido, Coppola, Cromañón, Porno y helado, Margarita y Barrabrava? La primera respuesta seguramente será que se trata de producciones audiovisuales argentinas que forman parte del universo del streaming. Sin embargo, las coincidencias no se limitan a su origen, sino a que las series citadas cuentan además con un particular denominador compartido: pese a ser producciones nacionales, todas se filmaron en tierras uruguayas. Una tendencia que se explica, entre otras cosas, en que mientras en la Argentina la escasa legislación de fomento a la producción audiovisual fue dinamitada por el gobierno nacional, del otro lado del Río de la Plata se implementó un paquete que incluye incentivos fiscales y económicos y exenciones impositivas a quienes elijan sus tierras para rodar películas y series. Un programa estatal que convirtió a Uruguay en un Polo Audiovisual regional.
Las producciones audiovisuales argentinas asumen paisajes uruguayos. Desde hace algunos años, las series nacionales se filman del otro lado del Río de la Plata. Aún cuando aborden temáticas que sucedieron en la Argentina, muchas producciones realizadas por productoras, actores y equipo artístico locales viajan a Uruguay para rodarse. Un fenómeno que obedece a distintas razones, pero que fundamentalmente se basa en el plan que el país oriental implementó desde hace cinco años con el objetivo de convertir a Uruguay en un centro de producción audiovisual regional, sumándole a sus paisajes y arquitecturas un programa de fomentos e incentivos que vuelve muy beneficioso la producción internacional en su calles. La suba de costos y la falta de políticas públicas en el sector audiovisual de este lado del Río de la Plata, más la destrucción de lo que existía, provocaron una mudanza que modificó el esquema productivo: Uruguay aprovecha el lugar que la Argentina pierde en el sector.
Una casa de Pocitos se convierte en el set de rodaje de El caso Barreda, la película sobre elodontólogo que en 1992 asesinó a su esposa, suegra y sus dos hijas, con Luis Machín, Carla Peterson y Mercedes Morán como protagonistas. Las callecitas antiguas de Ciudad Vieja se transformaron en la escenografía de distintas escenas de Cromañón (Prime Video), la serie que dio cuenta del incendio en el que en 2004 murieron 194 jóvenes. El Gran Parque Central (estadio de Nacional), el estadio Tróccoli (Club Atlético Cerro), el antiguo Mercado Modelo, el complejo habitacional Euskalerría o el Club Neptuno fueron algunos de los espacios en los que se filmó Barrabrava (Prime Video). El viejo bar Oxford, en Andes y Paysandú en Montevideo, fue el principal escenario de las dos temporadas de Porno y helado (Prime). Incluso, la continuidad de Floricienta, la serie Margarita (HBO Max), también abandonó este lado de la orilla argentina del Río de la Plata para cruzar al otro lado a la hora de contar su historia adolescente.
La explicación a la elección de muchos productores nacionales de cruzar a Uruguay para filmar allí historias argentinas es, principalmente, económica. Es que el país vecino instauró en 2019 un plan integra de incentivos fiscales, con el objetivo de desarrollar la industria audiovisual uruguaya, a partir de articular e intercambiar experiencias y talentos con distintos profesionales de la región. Una experiencia que se transformó rápidamente en un éxito: de las 24 semanas de rodaje de producción extranjeras en 2019 pasaron a 40 en 2020, alcanzado un pico de 142 en plena pandemia, cuando una buena gestión de sets controlados y cuidados les permitió abrir la producción antes y en forma más sencilla que en otros países. En 2022 y hasta la actualidad, la producción se estabilizó en alrededor de las 70/80 semanas anuales de rodajes internacionales. Una cifra destacada teniendo en cuenta que antes de 2019, la producción extranjera en Uruguay era casi nula.
¿En qué consiste el Programa Uruguay Audiovisual (PUA) lanzado en 2019? Básicamente, se trata de un paquete de incentivos fiscales y beneficios económicos que le otorgan a Uruguay una mayor competitividad relativa respecto de la Argentina. El PUA cuenta con un presupuesto de 12 millones de dólares para el 2025, destinados a incentivar la producción audiovisual en Uruguay, tanto nacional como internacional. Además de eximir del pago el IVA del 22 por ciento a las producciones extranjeras que elijan cualquier parte del territorio de Uruguay para rodar, el PUA ofrece un muy tentador cash rebate (reembolso en efectivo) de parte del dinero invertido en la producción. El mecanismo establece que las productoras extranjeras que gasten entre US$ 300.000 y US$ 3 millones pueden acceder a un reembolso del 25% de lo que inviertan en Uruguay (con un tope de US$ 750.000) y del 20% si el monto invertido supera a los US$ 3 millones (con un tope de US$ 1 millón). Incluso, el programa de incentivo cuenta con una virtud: el depósito del reembolso correspondiente se efectiviza no más de dos semanas después de haberse realizado la inversión.
La conjunción del IVA Cero (Decreto 220/998) y los reembolsos de dinero de parte de lo invertido en la producción de proyectos extranjeros están transformando a Uruguay en un lugar muy tentador para la realización audiovisual de producciones de toda la región. Sin embargo, la preocupación tras cinco años del programa pasa por no convertir al país vecino en solo un prestador de servicios sino en hacer que este intercambio se traduzca en mejorar el talento nacional y aumentar la calidad audiovisual uruguaya en su carácter de productor de obras. Por eso, el plan incluye un desembolso de dinero extra del 5 por ciento de la inversión para casos en los que la producción contrate directores o guionistas uruguayos y que participen al menos en el 50 por ciento del total.
El incentivo a la producciones extranjeras activó la producción audiovisual en Uruguay. Sin embargo, no todo lo que reluce es oro a la hora de consolidarlo como polo audiovisual regional, puesto que el PUA no tiene fuerza de ley sino que su continuidad depende de un decreto presidencial que año tras año se renueva. De hecho, el programa de incentivos nació en el gobierno del Frente Amplio en 2019 y, por ahora, Luis Lacalle Pou mantuvo como política estatal, pero siempre sujeta a la firma presidencial. Su consolidación y continuidad en el tiempo, para trasformarse en una verdadera política pública, debería ser acompañada por una ley que la respalde y que establezca alguna fórmula de actualización del presupuesto total destinado a la producción extranjera.
La evidente conveniencia económica del PUA cuenta con la problemática de que muchas realizaciones deben trasladar parte del equipo a Uruguay, con lo que en ocasiones el reembolso de dinero de parte de lo invertido termina siendo utilizado para financiar los costos mayores de la producción. Sin embargo, el programa económico y de incentivos fiscales movilizó a la industria audiovisual uruguaya, continuando un camino que -con sus diferencias- países como Brasil y Colombia llevan adelante desde hace años. Una política estatal de incentivo a la producción audiovisual de la que carece la Argentina, que por ideología del gobierno nacional camina a contramano del mundo, destruyendo lo que alguna vez fue un círculo virtuoso a través del Fondo de Fomento Cinematográfico del Incaa y de otros concursos audiovisuales.