Este sábado 28 de junio y para cerrar la muestra Celebración, que inauguró en el Espacio Peces (un rincón mágico de Barracas, en Santa Elena 442) donde todavía se escuchan pajaritos y lxs vecinxs se saludan por la calle, tendrá lugar el concierto Telúrica de Miriam García. Una invitación a frenar la vorágine y a conectar con el canto a capella y el sonido ancestral de la caja y de la voz. 

La invitación es a las 17,30, con entrada libre y gratuita y además de disfrutar de los cantos ceremoniales y los sonidos ancestrales del folklore latinoamericano, se podrá recorrer la muestra colectiva de 18 artistas contemporánexs (Abot, Babich, Battistelli, Caronni, Cartannilica, Corcuera, Gárgano, Jawerbaum, Lavallén, Lucero Torres, Maldonado, Nagore, Pietra, Rege, Salvadori, Tapia Vera, G. Timo y S.Timo). 

Miriam García es cantora de músicas anónimas y tradicionales de Argentina y Latinoamérica. Como discípula y colaboradora de Leda Valladares, participó en la recopilación de coplas, vidalas y bagualas para el “Mapa Musical Argentino”. Formó parte como voz invitada y coautora de algunas composiciones de Chancha Vía Circuito, un proyecto que fusiona la música electrónica con sonoridades ancestrales de América Latina. Da clases de canto con caja en el Centro Cultural Rojas y en el Espacio Leda Valladares. Es considerada heredera vocal de la tradición musical andina, capaz de transmitir el gesto sonoro originario, con un pie en lo contemporáneo.

En Telúrika reconstruye sonidos remotos, conjuros, oraciones, cantos de pastoreo, tonadas, lamentos y coplas, en diálogo con los tres mundos de la cosmovisión andina: el Hanan Pacha (arriba), el Kay Pacha (aquí) y el Uku Pacha (abajo). 

Miriam García: "Cada vez que ejecutamos un canto de tradición oral alzan su voz todos nuestros ancestros y ancestras". Foto: Miguel García. 


¿Qué importancia tiene hoy en esta etapa de capitalismo tan destructivaconectar con el canto y la naturaleza? 

--Conectar con un canto tan ancestral, tan visceral, que interactúa todo el tiempo con un paisaje sonoro de la naturaleza, nos empodera en nuestra identidad, en nuestro ADN sonoro, y en estos tiempos aciagos nos da energía para continuar, para sobrevivir, para ser creativos, para juntarnos y crear comunidad, mantenernos enteros y fortalecidos ante el ataque destructivo de un sistema que nos cosifica y trata de doblegarnos. Es un antídoto contra la colonización del sonido y del imaginario. Son cantos catárticos y con un alto grado de ritualidad, con los que podemos despedir penas y soledades y también celebrar la vida, la naturaleza, la Pachamama, lo humano y el vínculo con lo cósmico. Y es necesario conservarlos y hacerlos sonar hoy más que nunca. Cada vez que ejecutamos un canto de tradición oral alzan su voz todos nuestros ancestros y ancestras.

¿Es hoy el arte aún más necesario que nunca?

--El arte siempre es importante, el tema es donde te ubicás para ejercerlo, para practicarlo, desde dónde, para qué y para quiénes. Tratar de ser genuino, no una burda copia de lo que impone el mercado, que termina sonando todo igual. ¿Dónde se refleja una sociedad empoderada sino en sus propias raíces, en sus propios sonidos? Cuando eso ya no sucede, la batalla cultural está perdida y hay que volver a empezar. Ejercer un arte que contribuya a lo colectivo, que contenga, que teja redes es lo que va dejando huella, una huella profunda que no se borra, y que va marcando un camino indeleble.

¿Qué recuperás de las comunidades ancestrales?
--La magia de su sonido, el cantar y el percutir como parte de la vida cotidiana, el canalizar los sentimientos más íntimos y profundos del ser humano, como también celebrar y cantar en comunidad. Lo ritual y lo festivo. Lo sagrado y lo profano. Y esa constante conexión con las fuentes, esa relación dialógica que mantienen con el paisaje, con la Pacha y con las estaciones del año. La desobediencia métrica y sonora que hace que se produzca esa sensación de precipicio al cantar. Las marcas de lenguas originarias que permanecen en el fraseo de la copla aunque se cante en español. El vínculo con lo cósmico, con esa idea de sistema. Por ejemplo ahora estamos entrando en el Inti Raymi, en este proceso del pasaje de una estación a otra, del inicio o solsticio del invierno aquí en el hemisferio sur. Inti en quechua significa “sol”, Raymi significa “fiesta” o “celebración” o sea “Fiesta del Sol”, es una celebración ancestral incaica que se extendió a todas las comunidades andinas, y que se realiza cada 24 de junio en honor al Padre Sol (Inti). Marca el inicio de una nueva etapa, de un nuevo año, en el que se produce el regreso gradual del sol. Se expresa gratitud al Inti por su energía y su luz, simbolizando la renovación de la vida. Las comunidades se juntan en vigilia para recibirlo percutiendo con sus cajas y cantando coplas con melodías de invierno, durante toda la noche hasta el amanecer, para recibir su salida renovada. Y esta idea es la que vamos a traer con TELúRIKA y sus cantos y sonidos ceremoniales el sábado 28 de junio como cierre de la muestra CELEBRACIÓN en Espacio Peces.

¿Qué enseñanza te dejó tu camino con Leda Valladares?

--La ética, la profundidad, la seriedad con que, sin pertenecer a pueblos originarios, ella tomó estos repertorios y los difundió, convencida de que era urgente darlos aconocer, hacerlos oír, cantarlos y hacerlos cantar. Un patrimonio cultural inmaterial que no podía quedar oculto, ni en los márgenes. Y ella lo puso en el centro de la escena poniéndose al servicio de estas expresiones, dejando todo tipo de ego de lado. El respeto por sus melodías, por tomar conciencia de que es un arte de tradición oral y la responsabilidad que nos cabe al momento de transmitirlos.