Sex And The City
En los albores del siglo XX –un limbo tan excitante y tan áspero como el que ahora vivimos– y desde su casona gótica en el puerto de Nuevo York, la pionera Alice Austen presenció el monumental montaje de la Estatua de la Libertad, la llegada de inmigrantes a Ellis Island y el regreso de los soldados de la Primera Guerra Mundial. Muchos de esos momentos los capturó en algunas de sus siete mil increíbles fotografías, aunque quizás las más notable son sus pequeñas fotos humorísticas en las que se burla de su clase social adinerada, y su curiosidad por retratar la vida de los inmigrantes y la clase trabajadora que ayudaron a definir una época. Considerada por mucho tiempo como una aficionada, ahora es reconocida por sus importantes contribuciones al canon de la fotografía estadounidense y una de las obras más antiguas de una fotógrafa de la que se tenga registro. Por estos días, todo su archivo está regresando a su propia casa en el puerto –la misma donde incursionó en la fotografía a los diez años y donde convirtió el armario en un cuarto oscuro– que será abierta como museo gracias a una adquisición histórica. “En este estudio casero, que también fue una de sus musas fotográficas, produjo miles de fotos de una Nueva York en rápida evolución, realizando contribuciones a la historia de la fotografía, documentando las poblaciones inmigrantes de Nueva York, las actividades sociales de las mujeres victorianas y el mundo natural y arquitectónico de sus viajes”, afirmó The Alice Austin House (tal es el nombre del museo) que también buscará honrar su matrimonio de años con Gertrude Tate, con quien compartió la casa y la vida, a pesar de que la familia prohibiera su último deseo de ser enterradas juntas. “Austen fue una rebelde que rompió con las limitaciones de su entorno victoriano y forjó una vida independiente más allá de los límites del comportamiento femenino aceptable y las normas sociales”, agregan con orgullo desde la flamante institución.
Sonido familiar
“¡Ese pequeñín!”. Algo así es lo que habría dicho el histórico baterista de Los Beatles Ringo Starr sobre Roger Daltrey, el actual líder de The Who, después de que la banda expulsara a su hijo por segunda vez en muy poco tiempo (y en esta oportunidad, sin retorno amistoso en vista). Resulta que Zak Starkey, que vendría a ser algo así como un nepo abuelo, es el hijo de 59 años de Ringo y toca con The Who desde los noventa. La verdad es que todos amamos a las bandas más allá de los chismes en redes pero a veces, ambas llegan en combo. El problema, al parecer, fue que Starkey –que además es ahijado de Keith Moon, el baterista original The Who, muerto en los setenta de una sobredosis– estaba tocando demasiado fuerte y Daltrey se perdió en medio de una canción en un concierto en el Royal Albert Hall que quedó filmado en varios celulares. “Para cantar esa canción necesito oír las teclas y no puedo. Solo tengo la batería haciendo ¡bum, bum, bum!”, se lo ve decir a Daltrey, ofuscado en el escenario. El asunto se hizo tan popular en redes que hasta Pete Townshend salió al baile y declaró que Starkey no había hecho nada malo. Quizás por eso, después de expulsado, la banda lo invitó a reintegrarse. Pero días después le dijo que el retorno nunca iba a funcionar. Así que parece que es este enredo lo que había impulsado a Ringo a decir la frase que por estos días repiten todos los rockeros: “¡Nunca me ha gustado la forma en que dirige su banda ese pequeñín!”.
Viva la música
El ingeniero japonés Shigeichi Negishi tenía 43 años y le gustaba cantar camino al trabajo. Antes, había estado en las trincheras de la Segunda Guerra Mundial e incluso había sido prisionero durante dos años, pero cantar siempre le dio felicidad. Un hermoso antecedente del primer prototipo de karaoke del que se tenga registro: construido apenas con un altavoz, un micrófono y una grabadora de cassette, que a mediados de los sesenta, se vendió en tiendas bajo el nombre de “la caja de música”. Por estos días, el invento está siendo reconocido como un hito tecnológico del entretenimiento por el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (IEEE), un importante premio que antes se ha otorgado a tecnologías que han cambiado el curso de la historia como el nacimiento de internet o el primer reloj atómico. Si bien Negishi no recibió en vida suficiente reconocimiento por su invento y los laureles se los llevó el famoso empresario Daisuke Inoue, que lo perfeccionó y popularizó, se considera que el prototipo diseñado por Negishi fue la primera aproximación a un karaoke como lo conocemos hoy. Por eso, en una reciente ceremonia celebrada en Tokio, se entregó un tardío reconocimiento a su familia, apenas después de la muerte del ingeniero, hace menos de un año, aunque, dicen, fue recibido con oriental agradecimiento. “Siempre estuvo muy agradecido de que la gente disfrutara del karaoke aunque no imaginó que se extendería globalmente cuando lo creó”, expresó su hijo Akihiro Negishi.
Riesgos de la silla vacía
Más de cien mil dólares por el guión de Mulholland Drive. Y casi doscientos mil por el del sugestivo y nunca realizado proyecto Ronnie Rocket: el absurdo misterio de las extrañas fuerzas de la existencia. La silla con su nombre por siete mil dólares, un teléfono antiguo de su oficina personal, la foto enmarcada de una explosión nuclear que aparece en Twin Peaks, instrumentos extraños, muebles, libros, utilería de películas y otros bienes. Estos son apenas algunos de los llamativos objetos que los hijos de David Lynch pusieron en una subasta abierta dedicada a los bienes de su padre, que hace pocos días cerró con una cuantiosa suma de más de cuatro millones de dólares. “La acogida global a la subasta no solo refleja la importancia cultural de su legado, sino también la profunda admiración que inspira entre fans, colaboradores y coleccionistas”, dijo la entusiasta casa de subastas Julien's Auctions, ubicada en Beverly Hills, dedicada principalmente al mundo del espectáculo de alta gama. Pero esa no fue la misma opinión de la legión de fans que sigue al director, quienes de inmediato llenaron las redes con sendos comentarios venenosos que apuntaban a la familia de Lynch. En resumen, los fans reclamaban que los herederos no habían ni esperado a que el cuerpo de David se enfriara para vender sus objetos más queridos: ¡incluso su adorada cafetera Marzocco! (a la que le sacaron más de 3000 dólares). Dicen, de hecho, que David tomaba diez tazas al día, e incluso llegó a sacar su propia y breve marca, por eso el café y todos sus artilugios ocuparon un llamativo lugar en la subasta. También hubo lugar para objetos queridos como una litografía original de Man Ray, una impresión de Salvador Dali y una críptica y un poco burlona colección de ceniceros, ya que David fue diagnosticado con enfisema pulmonar por su hábito de fumador. Por eso mismo, los hijos se están defendiendo diciendo: objetos son objetos. Y aclarando que, en su alegría de hacer y crear, su padre había acumulado una gran, gran, casi inconmensurable, cantidad de cosas y más cosas. Jennifer Lynch, su hija y colaboradora, dijo que la subasta es de artículos personales de las casas de su padre y enfatizó que el material de archivo de David Lynch, que ella describe como “más allá de mágico” y de “valor incalculable” no será subastado sino entregado a una escuela o un museo. Jennifer dice que de este modo, el legado de su padre será preservado para la educación y la investigación.