“Tengo muchos mundos abiertos”, dice Julia Cisneros mientras desparrama sobre la mesa una cantidad enorme de apuntes, libretas con dibujos, libros, fanzines, retazos de tela, afiches y bordados. Además de haber estudiado Letras y Artes Visuales, e investigar los cruces entre estas disciplinas en el Centro de Arte Experimental Vigo, en La Plata, Cisneros es autora de numerosas publicaciones que se mueven en los bordes entre texto, imagen y materialidad. Ahora acaba de publicar su primera novela: “Las máquinas de la alegría”, editada por Oficina Perambulante.

Cisneros nació en Río Cuarto, Córdoba, y aunque hace ya diez años que vive en la capital bonaerense, todavía conserva el característico “cantito cordobés”. Llegó a La Plata en 2015 para cursar una maestría en Estética y Teoría del Arte, y decidió quedarse. “La Plata es un semillero de gente haciendo cosas, de ideas y proyectos, y esos proyectos me empezaron a abrazar a mí también”, explica. Allí comenzó a trabajar en el Centro de Arte Experimental Vigo (CAEV), un archivo que conserva el acervo del artista interdisciplinario Edgardo Antonio Vigo, sobre el cual también escribió un libro en colaboración: “Vigo y el arte (in)sonoro”. A partir del trabajo con el archivo, Cisneros decidió que su obra exploraría esos cruces desde un enfoque “procedimental”: a la hora de escribir o dibujar, suele proponerse ciertas limitaciones formales como punto de partida. Actualmente dirige su propio sello editorial, “Bruma editora”, que cuenta con tres colecciones donde despliega todas sus inquietudes: una dedicada al arte y el archivo; otra al arte en el espacio público; y una tercera, llamada “Vorágine”, enfocada en producciones contemporáneas. En esta última publicó dos libros: “Contrapunto, fuga y composición”, basado en un experimento de caminatas guiadas por preguntas; y “Promesas”, que recoge las ofrendas que las personas hicieron para que Evita no muriera, a partir de un relevamiento de diarios de la época que realizó en la Hemeroteca de la UNLP. “Hay desde misas hasta peregrinaciones. Aparecen el duelo, el archivo; también hay bordados y costuras, todas cosas que me interesan”, señala. Si algo caracteriza su trabajo es que cada uno de sus proyectos responde directamente a sus obsesiones, intrigas y amores; por eso, todos funcionan como pequeños espejos de distintos momentos de su vida. Julia se toma “eso de publicar” con ligereza y, como diría Carlos Ríos, editor de su último trabajo, ensaya lo que él llama “el repentismo editorial”.

“Me dió mucha risa escribir esta novela”, explica su autora.

Su primera publicación fue gracias a un concurso de la Editorial Municipal de Rosario, en donde su poemario “Ejercicios de estilo” resultó ganador, por lo que Cisneros fue invitada a participar del Festival de Poesía de esa misma ciudad. Allí conoció a Ríos, editor de Oficina Perambulante. “Nos hicimos muy amigos y empezamos a trabajar juntos en varias publicaciones. También dimos algunos talleres. Me encanta charlar (risas) e investigar, y con Carlitos compartimos esos mundos”, explica Cisneros. Después de mucho tiempo y trabajo compartido, este año llegó “Las máquinas de la alegría”: “una novelita muy divertida”, en palabras de Cisneros.

La novela, que es “muy cortita, muy intensa, y muy cordobesa”, recupera anécdotas de su abuela, que fue Madre de Plaza de Mayo, y algunas obsesiones de la autora, como la figura de Myriam Stefford, actriz suiza que se radicó en Argentina y fue la primera esposa del escritor radical Raúl Barón Biza (de quien se sospecha que haya sido, además, su asesino). “Aparece mi abuela, aparece Myriam, aparece también algo de mi primer año en letras”, explica Julia. Es una novela en donde la protagonista va cambiando de nombre según sus fanatismos. “Hola todos, fui Monji, también Margarita o la Santa de las Heridas, quien quiera me puede decir Fenaquita. Así es como me llamo hoy”, explica el personaje en el comienzo. “Es una fanática en rehabilitación que quiere dejar de serlo”, dice Cisneros. La novela, entonces, sigue a Monji y las decisiones que toma para evitar amar las cosas con tanta fuerza. “A mí me dio mucha risa escribirla. La vuelvo a leer y me sigo riendo”, explica su autora.

Ríos contaba con el material hacía tiempo, hasta que este año le comunicó a Cisneros que quería armar una pequeña colección llamada “Samic”, que incluiría “Las máquinas de la alegría” junto a otros tres títulos: “Salimos a quemar la ciudad mientras dormías”, de Ariel Bermani; “La danza de la vaca”, de Esteban Prado y “El movimiento silencioso”, de Ariel Lupino y Noelia Carrizo. Oficina Perambulante es una editorial artesanal. Esto implica que la producción de los libros es manual, y se pone especial atención a la calidad del objeto y a su presentación estética. Las tiradas son cortas, y para la realización del libro se utilizan materiales poco comunes en el mundo editorial industrial, como papeles reciclados. Todas las tapas de esta colección fueron diseñadas por el equipo de Acción Colmena, y son afiches que funcionan como sobrecubiertas. La presentación de la nueva colección se llevó a cabo en la Feria de Invierno, en Mar del Plata.

“El título no estuvo desde el principio: se iba a llamar ‘Vida de Monji’, y después mutó. El título actual está robado de Bradbury, de ‘Fahrenheit’, que estuve releyendo en ese momento. Me gustó y lo tomé, como me pasa con los nombres de otros trabajos. Me gusta esa idea de que el libro pueda abrir otros mundos a quien lo lee, como dice Gianni Rodari: tirar una piedrita al agua y que se expanda”, explica.

Cisneros dice que lo que le interesa de la literatura, del libro, es que pueda acercar un imaginario, y que ese acercamiento despierte en quien lee el deseo de curiosear, de investigar más. Podría pensarse que su escritura lanza pistas hacia otros mundos para que el lector las recoja y así establecer, de algún modo, un diálogo. Una conversación sobre las obsesiones, sí, pero también, y sobre todo, un gesto de afecto, una forma de conversación amorosa: ofrecer las lecturas favoritas, una porción de la imaginación y del desvelo, una manera sutil de decir “esto está buenísimo y me encanta, te lo regalo”.

“Las máquinas de la alegría” es eso: conversaciones, un collage de materiales, humor, lugares que a Cisneros le encantan (como las calles de Córdoba); un recorrido por la imaginación y el humor de su autora.