El deseo es un cuerpo en movimiento. La joven de Pergamino que llegó a Buenos Aires en 1999 para estudiar Comunicación Social nunca imaginó que sería editora de poesía. Cuando María Gómez empezó a trabajar en Eloísa Cartonera, editorial pionera en América latina por sus libros hechos con tapas de cartón comprado a los cartoneros, descubrió un mundo nuevo. Nunca había visto un poeta en su vida y por la “carto”, esa forma del afecto que reduce la extensión de las palabras, veía desfilar a poetas argentinas contemporáneas como Cecilia Pavón, Gabriela Bejerman y Marina Mariasch, entre tantas otras. Todo lo que aprendió se lo debe a esa experiencia de edición cartonera. Un año antes de la pandemia concretó el sueño de la editorial propia de la mano de Nebliplateada. En seis años, con mucha prepotencia de trabajo, ha publicado más de cuarenta libros, en un catálogo en el que conviven poetas como Alfonsina Storni, Carmen Ollé, Beatriz Vignoli, Enrique Lihn, Manuel Alemian y Fabián Casas, entre otros.
“La prima hermana de Eloísa Cartonera”, como la suele llamar, tiene que sobrevivir en un contexto económico complejo, con dos años de caída de las ventas en librerías. “Vengo de una escuela donde siempre lo hicimos todo con prepotencia de trabajo, y esa es la actitud que me interesa y que trato de mantener. En Nebliplateada dependemos de muchas cosas y no diría que somos del todo ‘independientes’, pero sí que evitamos creer en estadísticas o Excels de ventas. Si bien la caída de los últimos dos años es un hecho, nos enfocamos en el trabajo con cada libro y cada autor. Si solo pensara en las ventas, no podría hacer nada. Un proyecto no puede definirse por resultados o por éxitos de venta; un proyecto es un sueño a largo plazo y solo tiene sentido en perspectiva. El tiempo le da sentido a las cosas”, plantea la editora, y agrega que la forma de sostener la editorial es “dándolo todo, al cien por cien, y trabajando para crecer”. La convicción es un engranaje que no se oxida. “Creemos en lo que hacemos y, en verdad, cada vez que el mundo se presenta hostil, lo dejamos que hable solo y seguimos adelante. Puede parecer un pensamiento romántico pero es el motor que nos permite continuar”.
En 2004, en ese tiempo elástico posterior a la crisis de 2001 en el que imperaba un horizonte cooperativista, Gómez (Pergamino, 1981) se acercó a Eloísa Cartonera. “Mi pensamiento y mi forma de ver el mundo se forjaron mitad en la Universidad y mitad en Eloísa Cartonera, aunque mi educación sentimental fue, sin duda, profundamente cartonera. ¡Hace más de veinte años yo también tenía 20!”, exclama la editora ante ese extraño vértigo que genera el tiempo transcurrido. “Yo no había visto nunca un poeta y estaba fascinada, iba pescando lo que podía -confiesa con el asombro bailando por las pupilas-. Al principio no entendía mucho, pero había una curiosidad y un maravillamiento de ver a toda esa gente con sus cuadernitos, que venían a la carto a tomar mate y cerveza, a escuchar música y a hablar de poesía. Fue un tiempo increíble, una especie de épica que siempre voy a recordar con alegría”.
En 2018 viajó al Encuentro de Mujeres en Trelew con Gabriela Luzzi y lo recuerda, especialmente, porque en ese entonces pensaba en los finales, en qué iba a hacer o “ser” cuando el proyecto de Eloísa Cartonera terminara. Volvió de Trelew con “muchísima manija”. Entonces se lanzó con Nebliplateada, convencida de que su experiencia en Eloísa Cartonera era la mejor escuela para crear una editorial o cualquier cosa que se propusiera. “Ese poder lo descubrí ahí: tal vez ya estaba en mí, pero la ‘carto’ era un lugar donde una aprendía que todo era posible. Y así, con determinación y mucha locura personal, inicié la editorial”. El nombre de este sello de poesía está en un poema del libro Mascarilla y trébol (1938), de Alfonsina Storni (1892-1938), que resonaba en la cabeza de Gómez. “Decidí que sería un homenaje a Alfonsina, a su determinación, su poder, su ejemplo, su obra. Las autoras y autores que forman parte del catálogo serán siempre alfonsinos espirituales. De hecho, los primeros diez títulos fueron todas mujeres y el catálogo sigue teniendo una clara mayoría femenina”, confirma la editora.
En el catálogo de Nebliplateada conviven poetas argentinas como Alfonsina Storni, Gabriela Bejerman, Cuqui, Marina Mariasch, Beatriz Vignoli, Tamara Domenech, Eloísa Oliva, Melina Alexia Varnavoglou, Clara Muschietti, Laura Lobov, Martha Ferro (1942-2011), Sofía de la Vega y Julieta Sbdar con poetas hispanoamericanas como la cubana Legna Rodríguez Iglesia, las peruanas Carmen Ollé y Roxana Crisólogo, la venezolana María Auxiliadora Álvarez, la española Monserrat Álvarez, la dominicana Thaís Espaillat y la brasileña Camila Do Valle. También están poetas argentinos como Manuel Alemian y Fabián Casas, poetas peruanos como Antonio Cisneros (1942-2012) y Luis Hernández (1941-1977) y el poeta chileno Enrique Lihn (1928-1988).
Al principio las tiradas de Nebliplateada eran pequeñas: 100 a 200 ejemplares. Gómez, en los comienzos, se encargó de la distribución, de que los libros llegaran a las librerías. Desde 2023 empezó a aumentar las tiradas a 500 y ahora 1000 ejemplares, y tiene como distribuidor a Waldhuter. “Cuando ganó el gobierno actual me paralicé un poco. Recién después de mitad del año pasado imprimí dos títulos y el de Martha Ferro (Por el camino de Newark y otros poemas) en diciembre. Pero este año decidí que, a pesar de la política económica y este gobierno desastroso, iba a continuar y mejorar todo lo posible”, revela la editora, y precisa que Nebliplateada sobrevive “con mucho amor, determinación y trabajo”.
Gómez, que trabaja como preceptora en escuelas públicas de la Ciudad de Buenos Aires, cuenta que aprende de colegas y que necesita aferrarse a su propia locura. “Una editora también es una artista de una obra colectiva y mutante”, subraya. Para ella es muy importante ser una editora mujer y hacerlo de formas feministas; trabajar con otras mujeres como la diseñadora Luisina García Cattáneo, responsable de la belleza gráfica, y con Agustina Espasandín, a cargo de la comunicación. “Ser una editorial independiente es poder crear espacios de trabajo donde nos apoyamos mutuamente y aprendemos de la otra -reflexiona Gómez-. Es apostar por un libro que te gusta mucho y que, aunque sepas que no se va a vender, lo publicás porque te encanta con locura y querés ponerlo a circular”.
La editora destaca que tiene una relación muy especial con las y los autores del catálogo. “El otro día, Pedro Juan Gutiérrez, el escritor cubano que publicaremos en los próximos meses, me dijo lo lindo que era lo que hacemos en Nebliplateada por el trato personal, por el esfuerzo, porque podemos conversar. Él me manda fotos, me cuenta cosas; una vez, cuando yo estaba muy triste, me mandó un montón de mensajes sobre budismo laico y me contó cosas suyas que me hicieron sentir muy bien”. Cada día es un deseo para Gómez. “Sueño con sostener este proyecto que de alguna forma me sostiene a mí. Eso me gusta, una relación de pares, como un amor correspondido que no hace daño y te dan ganas de volver, siempre volver”.