Sucios y desprolijos. Algo de eso hay en la esencia de la música de reybruja, un grupo de rock and roll local con un par de años de recorrido por el under de Buenos Aires. Sucios y desprolijos pero en términos de Pappo: un rock bien argentino, algo caótico y descarado, con melodías simples y letras directas, pero con mucho corazón, sentimiento y visceralidad. En 2023 lanzaron su primer EP, Superestrellas del barrio, y ahora se encaminan a publicar su primer disco largo, que se llamará Gustar y ofender. Mucho de esto darán a escuchar hoy desde las 20 en el ciclo Sonido Konex, junto a Isla Mujeres y Fonso y las Paritarias en la Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131).
"Alguna vez lo escuchamos en una entrevista a Andrés Calamaro, que decía algo así, con su mejor tono español-argentino: 'El rock and roll es gustar y ofender'. Y se nos quedó pegado eso, nos pareció que era una muy buena definición del rock. Porque es un género que, se supone, siempre tiene que hacer un poco de ruido y a la vez tiene que tener pegada", dice Enzo Lupo, cantante y compositor del grupo.
En lo que va del año publicaron tres singles que señalan por dónde irá el disco: "El atrevido", "Que se la banquen" y "Virgencitas y malvones". "Es un disco que de alguna forma está dividido en dos mitades. Por un lado están las canciones más convencionales, lo que es más verso, estribillo y verso. Y por otro lado hay como un costado más alternativo que se permite jugar un poco más", adelanta Lupo. "Es decir, está presente la influencia del rock nacional más clásico: Calamaro, Intoxicados, Fito Páez o Charly, pero también todo lo que viene de afuera, como Sonic Youth. Hemos escuchado mucha música y también hay gustos muy diferentes en la banda. Entonces, todo eso se mezcla en el sonido", dice sobre la banda que completan Juan Manuel Fombella y Lautaro Satalino (guitarras), Andrés Human (bajo), Sergio Peluso (batería) y Rodrigo Martini (teclados).
Si bien todos provienen de localidades del Conurbano bonaerense, en la actualidad casi todos hacen base en Ciudad de Buenos Aires: están distribuidos por Parque Chas, Urquiza y Villa Crespo. "Con el tecladista y un guitarrista somos del partido de San Martín, de José León Suárez y Villa Ballester. Después hay otros chicos que son de Boulogne Sur Mer y Laferrere. Y hay uno solo que es de Saavedra, verdaderamente porteño", precisa el músico de 28 años recién cumplidos.
La esencia del Conurbano, de alguna manera, se filtra en las historias cotidianas que cantan y en el sonido acelerado, descarnado y algo sucio que presentan al menos en el primer EP. "El sonido al que llegamos nos gusta, pero también fue al que pudimos llegar en ese momento con los recursos que teníamos. Por eso también hay un salto bastante notorio en cuanto a la calidad del sonido con las canciones nuevas, porque lo grabamos en un estudio de verdad con un productor", dice Lupo.
- Su música tiene que ver con el rock and roll y la tradición del rock argentino. ¿Por qué se interesaron en este estilo, en tiempos donde el oído juvenil parece dominado por la música urbana?
- Creo que no fue exactamente una elección de decir: "Bueno, elijamos el rock antes que el trap o de otra música", sino que justo se da que somos todos pibes que de alguna manera crecimos con el rock. Cuando yo tenía 5 años sonaba Turf, Intoxicados y Calamaro en la radio… y si también tu familia escucha eso, se te queda. Cuando éramos chicos no existía todavía el trap o el reggaetón. Lo que se escuchaba en la radio era más bien eso. Y también hay algo en el espíritu de cada persona que te lleva para un lado, y a nosotros nos llevó para éste. No tenemos ningún inconveniente con el trap, podemos disfrutar tranquilamente de YSY A y de cualquier artista. Pero a la hora de hacer canciones, por alguna razón nos llevó el corazón al lado del rock.
- ¿Y qué te permite el rock como lenguaje para contar historias y comunicarte?
- Es curioso porque primero uno entra por una estética que tiene el rock, además del sonido. Entra todo mucho por los ojos y hay un primer contacto con el rock que es muy curioso, porque de ver un videoclip de Guns N' Roses y ver a los tipos cómo se lookeaban, y después más adelante capaz llegar a Dylan y verlo que parecía un marciano en los '60. A eso se le suma todo lo interesante que después es el sonido y las letras. No sé bien cómo sería mi cabeza si compusiera una canción de trap, cumbia o salsa, pero siento que naturalmente mi cabeza y mi corazón se acomodaron muy bien al rock and roll. A esa cultura, a esa forma de hacer las cosas, donde podés hacer las cosas de manera desprolija. "Sucio y desprolijo", como dice la canción, y que está todo bien y que vale e incluso tiene más sentido hacerlo así que si sale todo prolijo, todo a tiempo y "como corresponde".
- ¿Cómo es su conexión con su público?
- Un poco por eso fue que se generó la banda. Yo tenía un proyecto solista y, si bien era rock and roll bastante clásico, era más tranquilo, más acústico. De pronto empiezo a darme cuenta de que en Capital, por lo menos, empezó a haber una escena grande de bandas y sobre todo de un público nuevo y muy joven. Me refiero a público que empezó a ver bandas nuevas otra vez, como Dum Chica, Winona Riders y Mujer Cebra, que son bandas que hoy en día están un escalón bastante arriba y ya están tocando en festivales como Cosquín Rock o el Quilmes Rock, y abriéndoles a bandas grandes. En ese primer momento, en 2022, empiezo a ver por medio de algunos amigos que había una movida nueva. Y cuando me pongo a investigar y empiezo a ir a los lugares veo justamente que hay muchísimos pibes jóvenes, de 15 y 16 años, que van a ver bandas y se dejan atravesar totalmente por eso. Es muy loco, porque ese público hace diez años, cuando tocábamos en otros proyectos, no existía. No había una escena, un público que tuviese ganas de ver bandas, y menos un público joven. Hoy existe, tal vez todavía no está tan a la vista de los medios masivos, pero si te metés al under porteño la diferencia es clarísima con lo que era hace unos años.