Discutida y celebrada, con un poco de sustancia y bastante de cartón pintado, por su particular energía y su color arcaizante, Carmina Burana siempre impresiona. Concebida como cantata escénica y estrenada en la Ópera de Frankfurt el en junio de 1937, la obra de Carl Orff musicaliza y sistematiza con algunos de los cantos goliardos de los siglos XII y XIII de un manuscrito encontrado en Benediktbeuern (Bura, en latín), en Munich, en el siglo XIX. Con cuatro funciones, Carmina Burana regresa a las carteleras porteñas, en una versión atractiva, para solistas, coro, dos pianos y percusión, en un espacio particular. Este sábado y el 26 a las 20.30 y los domingos 20 y 27 a las 18.30, la obra retumbará en el gran salón de Palacio Cangallo, sede de la Gran Logia de la Argentina de los Libres y Aceptados Masones, en Juan Domingo Perón 1242.
La puesta contará con la dirección musical de César Tello, con la participación de los cantantes Eugenia Coronel Bugnon, Uma Cora, Bruno Sciaini, Manuel Luna, Miguel Alberto Balea, Nicolás Robotti y Luchi de Gyldenfeldt; los pianistas Claudio Santoro y Lorena Eckell; el l Ensamble de Percusión y Timbal de Clásica del Sur, el Coro Estable y el Coro de Niños de Clásica del Sur y el Ensamble Vocal Va Pensiero. “Carmina Burana es sin duda una de las obras más populares del siglo XX”, asegura Tello en diálogo con Página/12. “Su actualidad tiene que ver con la gran difusión que tuvo por su empleo en numerosas películas y publicidades”, continua el director. “Personalmente es una obra que me atrae por la manera en que conjuga la música con la naturaleza de los textos”, agrega.
Los "carmina", poemas escritos por clérigos y estudiantes que llevaban una vida errante y desordenada –los llamados goliardos– celebran los placeres terrenales, el amor carnal y el goce de la vida en naturaleza, satirizando los deberes sociales y los mandamientos eclesiásticos. Producto de una época en la que el latín era la lengua franca en Europa, los textos son en latín macarrónico, es decir mezclado con lenguas vernáculas. “Más allá de la música que es impresionante, me gusta la manera que todo evoluciona a través del coro. Si bien hay solistas que cumplen papeles importantes, el protagonista de esta obra es el coro”, dice Tello. “Esta versión, con dos pianos, percusión y solistas destacados, cuenta con un coro muy nutrido y explota al máximo la acústica del espacio, que es ideal para esta obra. El Palacio Cangallo tiene resonancias maravillosas, está pensado para hacer y escuchar música. Eso, sumado a la energía del lugar, hace que todo fluya de la mejor manera", concluye el director.