La organización social Forum Infancia y varios gremios docentes firmaron un acta para rechazar una propuesta del Gobierno de la Ciudad que ya llegó a algunos jardines porteños como prueba piloto: se trata de evaluaciones para detectar los Trastornos del Espectro Autista (TEA) y otras patologías en los chicos. La iniciativa surgió luego de una capacitación a cargo de los ministerios de Educación y Salud porteño en la que se estipuló que los jardines repartieran los tests a los padres, para que ellos detectaran si sus hijos presentan algún síntoma o enfermedad. “Es un claro ejemplo de la medicalización de la infancia. De esa manera se pone un rótulo al chico y se coarta la posibilidad de crecimiento, ya que todo niño está en proceso de transformación permanente”, reflexionó Beatriz Janin, licenciada en psicología y directora de Forum Infancia.

Para los docentes del Jardín Integral Nucleado N° 20, de Caballito, el fin de año vino con sorpresa. Además del seguimiento a cada alumno, a los maestros les llegó otra planilla para evaluar, aunque esta vez, consistía en algunas preguntas para percibir Trastornos del Espectro Autista en los niños. “Eran los tests ASQ-3 y el M-CHAT”, aseguró a este diario Eduardo López, titular de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) y agregó que esas pruebas “desvirtúan el rol de la institución escolar”. “La escuela educa, no diagnostica. Estos exámenes son una falta de respeto a las escuelas, porque significan un retroceso sobre el abordaje constructivista de la educación. Nosotros no queremos patologizar la infancia”, completó. Así como recibieron los tests, los docentes del Jardín Integral rechazaron de inmediato esas evaluaciones, que nunca llegaron a los padres.

El puntapié de esta iniciativa data de hace unas semanas, cuando el Ministerio de Educación porteño, que dirige Soledad Acuña, organizó junto al Ministerio de Salud de la Ciudad la jornada de la “Detección Temprana TEAutista”. A este encuentro del 28 de noviembre fueron invitados los docentes del nivel inicial junto a los Equipos de Orientación Escolar (EOE), compuesto por psiquiatras, psicólogos y trabajadores sociales que trabajan por comunas en los distintos jardines públicos. Las charlas, que tuvieron lugar en la sede de la Dirección General de Docencia e Investigación, estuvieron orientadas –explicaron los concurrentes– para profundizar el funcionamiento de los dos test de detección de TEA: el ASQ-3 y el CHAT-M.

Por su parte, voceros del Ministerio de Educación de la Ciudad aseguraron a PáginaI12 que no hay ningún proyecto para realizar los tests que detectan TEA en los niños. “No se tomó ninguna evaluación de ese tipo en ninguna escuela o jardín”, dijo un portavoz de la cartera que comanda Acuña. Sin embargo, los gremios docentes argumentan que aunque no existió un proyecto oficial para que se repartan las pruebas, en el encuentro organizado se capacitó a los docentes para detectar los Trastornos de Espectro Autista, además de repartir los formularios de ASQ-3 y del CHAT-M que luego circularon por distintos jardines.

Pero ¿qué consecuencias puede llegar a tener la inclusión de estas evaluaciones en las escuelas? Janin, directora de las Carreras de Especialización en Psicoanálisis con Niños y Adolescentes de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES), nombra varias. “En primer lugar está el rol en que deben ubicarse los padres cuando reciben las evaluaciones. Ellos empiezan a pensar si sus hijos dicen tantas palabras, si saltan con los dos pies o si señalan cuando quieren algo. Así, los chicos quedan sobre-diagnosticados”, indicó. Además, la psicóloga asegura que “otorgarle a los maestros de nivel inicial este lugar de detectores de trastornos o de enlace para que la familia patologice al niño es atacar a la escuela y a los docentes en su función específica, que en esos estadios iniciales tiene que ver con promover la constitución subjetiva, otorgando miradas y palabras que a veces la familia no le pudo dar”. “La escuela es una oportunidad para que un niño pueda encontrar otras vías de expresión, no un lugar para catalogar niños”, agregó.

“Los chicos son los que reciben la peor parte”, explicó Janin y advirtió que “diferenciarlos por tener alguna patología o enfermedad es cargarlos con un rótulo, colgar un cartel, donde a la niño o niña se lo mira distinto, se le habla distinto y es un estigma que cargan para siempre”. “Los niños, a nivel inicial, están en proceso de transformación permanente”, completó la directora de Forum Infancia. De acuerdo con un informe de la Red de Especto Autista Latinoamérica (REAL), en Argentina el 55 por ciento de las familias encuestadas fueron discriminadas por tener un hijo/a con Trastorno del Espectro Autista (denominado de ese modo ya que se presentan cuadros clínicos sumamente heterogéneos). Además, uno de cada dos consultados agregó que algún cuidador familiar tuvo que recortar horas de trabajo o bien, dejar el trabajo.

Todos los primero de abril, miles de personas se reúnen en Plaza de Mayo para concientizar sobre el autismo. Uno de los reclamos que más se repiten año tras año es el de la implementación de una educación inclusiva en el país, así como también la reglamentación de la Ley Nacional Nº 27.043, de abordaje integral e interdisciplinario de las personas que presentan TEA. El acta firmada por los gremios UTE, Ademys y CTA, y Forum Infancia continúa en la misma línea. “Por una escuela como comunidad de enseñanza y aprendizaje. Por una infancia libre de etiquetas”, señala, por eso, el final del documento.

Informe: Jeremías Batagelj