¿Cuánto se puede denunciar en un mundo donde reina la viralización, el clickbait y las fake news? ¿Cómo se pone en tensión la relación entre espectador y lo que consume en la lógica de plataformas? Magic Farm, el último largometraje de Amalia Ulman —en el que también actúa— pone en juego de manera sutil, a través de una estructura coral que no confluye ni propone conclusiones, las relaciones coloniales y extractivistas sin subirse a la solemnidad. Con un guión intencionalmente desordenado, pero potenciado por la edicióun paisaje rural argentino maravillosamente queer