Agustín Rossi aspira a encabezar la lista de diputados nacionales por el peronismo de Santa Fe en las elecciones de octubre. Asegura que si se logra un armado unitario, el PJ está en condiciones de obtener entre tres y cuatro bancas. Señala que el sentimiento anti-Milei crece en la provincia. “No hay que prometer, hay que comprometerse”, repite a lo largo de la charla con Rosario/12, en la que subraya la necesidad de frenar el ajuste, defender a los jubilados y segmentar las retenciones. También advierte sobre la injerencia de Estados Unidos: “El nuevo embajador viene a destruir al peronismo”.

¿Creés que el peronismo está en condiciones de ganar la elección de diputados nacionales en Santa Fe?

-Estoy convencido de que sí. Este año arrancó difícil, con tensiones internas, y parecía que no íbamos a poder conformar una lista unificada para la Convención Constituyente. Pero lo logramos: convocamos a Juan Monteverde, se armó una lista amplia con representación de muchos sectores —el movimiento Evita, los senadores, los intendentes, el Frente Renovador, La Corriente— y fue una gran elección. Después vinieron los comicios locales y el peronismo ganó en 10 de las 15 ciudades más importantes de la provincia. Ese piso nos posiciona muy bien. Además, hay algo que empieza a notarse con fuerza: el sentimiento anti-Milei. La gente está harta del ajuste, del autoritarismo, de los discursos de odio. Ese rechazo se canaliza a través del peronismo. Si logramos una lista con compromiso real para frenar a Milei, y si hay más participación electoral, podemos ganar. Estoy convencido de que el peronismo puede meter entre tres y cuatro diputados nacionales.

El desafío es construir esa lista. ¿Cómo se hace sin elecciones primarias?

-La suspensión de las PASO nos deja sin el canal institucional que ordenaba las candidaturas. Yo empecé a recorrer la provincia desde el año pasado, planteando mi expectativa de ser candidato. Me imaginaba compitiendo en una interna fraternal, como debe ser. Ahora hay que lograr consensos. Pero tenemos una experiencia reciente: cuando armamos la lista de convencionales constituyentes, no fuimos a buscar al más amigo, fuimos a buscar al que más medía. Primero hablamos con Marcelo Lewandowski, que decidió otro camino. Después con Juan Monteverde, que aceptó. El resultado fue excelente. Ese es el criterio que tenemos que aplicar ahora: elegir al compañero o compañera que potencie las chances del peronismo. No es cuestión de gustos ni de amistades. Yo creo que estoy en condiciones de encabezar. Pero si aparece alguien mejor, bienvenido. Lo que no puede pasar es que la lista se arme por caprichos personales o voluntarismos.

Ya se pronunciaron Toniolli y Perotti. ¿Cómo ves esas aspiraciones?

-Las aspiraciones personales son legítimas. Nadie discute eso. Pero hay que entender que la lista tiene una estructura vertical. No todos pueden estar primeros. Entonces hay que ordenar con generosidad, pensando en el conjunto. Yo tengo experiencia parlamentaria, experiencia de gestión, conozco el Estado por dentro. Siempre me comprometí con causas y con convicciones que mantuve durante veinte años. No hago campañas para prometer cosas, hago campañas para comprometerme. Y celebro que todos ahora hablan del valor del Partido Justicialista. Hace seis meses algunos decían que el partido no servía, que era una cáscara vacía, que había que hacer neolemas. Eso quedó en el pasado. Hoy hay un consenso muy amplio sobre la importancia de consolidar al PJ como herramienta política. Eso es una gran noticia.

¿Creés que esta vez todos los sectores van a jugar por adentro?

-Eso espero. Y lo estoy trabajando todos los días. Las experiencias por fuera no funcionan. Pasó en Rosario: los compañeros que se fueron por afuera no metieron ni un concejal. En la elección de convencionales, la lista del PJ superó a la de Lewandowski. En Chaco, Capitanich sacó 32 puntos, pero los que se fueron por afuera sacaron 10. Si hubiesen ido juntos, habrían peleado palmo a palmo. En Jujuy pasó lo mismo. Y en Capital, la dispersión debilitó al peronismo. La unidad fortalece, la división nos debilita. Hoy todos hablan de unidad. Ojalá eso se exprese también el 17 de agosto, cuando se presenten las listas.

¿Temés que surja alguna maniobra para debilitar al peronismo desde adentro?

-Siempre puede pasar. La política tiene sus complejidades. Pero hoy hay una expectativa positiva, una mística incipiente, una voluntad de sumar. Cuando el partido está en retroceso, aparecen las operaciones. Hoy no estamos ahí. Hay que ser generosos en la conformación de la lista, tener amplitud, no dejar a nadie afuera. Yo confío en que vamos a encontrar una buena resolución, como hicimos en la Convención Constituyente.

¿Qué compromisos debe asumir el peronismo en esta campaña?

-El compromiso no es con las palabras, es con la gente. Hay que comprometerse con los jubilados, que fueron los más castigados por el gobierno. Se aprobó una ley de emergencia y moratoria, pero falta mucho. Hay que frenar los tarifazos: no puede ser que te aumenten el sueldo un 1% y las tarifas un 10%. Hay que coparticipar mejor los impuestos nacionales para fortalecer las provincias. También hay que segmentar retenciones. No puede pagar lo mismo un pequeño productor que un pool de siembra. Propongo una nueva ley de arrendamientos rurales y segmentar por volumen y distancia al puerto. Hay que avanzar en derechos para los monotributistas: aguinaldo, licencia, cobertura. Yo presenté un proyecto para otorgar aguinaldo a los de menores ingresos. Como hicimos con la AUH, hay que ampliar derechos. Y en educación, hay que fortalecer el presupuesto de nuestras universidades: Rosario, Litoral, Rafaela, la UTN. Y avanzar con una Universidad Nacional del Norte Santafesino. También hay que resolver el abandono de las rutas nacionales. Todo esto no son promesas, son compromisos.

¿Y políticamente, cuál es la consigna?

-La consigna es clara: hay que ganarle a Milei. Porque Milei es antipatria. Va en contra del pueblo, en contra de la Nación, en contra de los intereses argentinos. Y va a dejar un país devastado. Tenemos que frenar ese proceso. Y cuando asumamos en 2027, tenemos que revertir todo lo que estamos haciendo. Esa es la tarea: reconstruir.

¿Qué opinás de quien se encamina a ser el nuevo embajador norteamericano para la Argentina?

-Vino a destruir al peronismo. Lo dijo textual. Quiere impedir que haya inversión china en provincias argentinas, garantizar que Milei siga y que Cristina siga presa. Es el embajador de Trump, y Trump ya mostró lo que es: subió aranceles a Brasil porque en Brasil se investiga a Bolsonaro. Participó activamente del golpe a Evo Morales. Y Milei es su aliado incondicional. Lo que más me preocupa es que la cúpula judicial y mediática argentina estuvo en la embajada el 4 de julio. Estaban los jueces, estaban los dueños de los medios, estaba el PRO. Es el mismo espíritu de la Unión Democrática del ‘45, pero con más herramientas. No hay que ser ingenuos. La presión va a estar.

¿Dónde se va a sentir esa presión?

-En todos lados. En la justicia, en los medios, en operaciones políticas. Ya pasó: el gobierno norteamericano le revocó las visas a Cristina y Máximo. Fue una decisión política, no judicial. Y eso influyó en la Corte. Este embajador no viene solo a mirar. Viene a operar. Pero también creo que la sociedad argentina tiene memoria. Y que el peronismo tiene que estar alerta, unido, movilizado, con propuestas claras. Como dijo Cristina: "Si me pasa algo, miren al norte". Esa frase fue premonitoria.

¿Cómo se construye una ilusión en un país tan golpeado?

-Con compromiso. Con coherencia. No hay que maquillar el pasado ni negar los errores. Pero hay que hablarle al pueblo con franqueza. Decirle que hay futuro, que hay camino. Que otro país es posible. La gente no necesita slogans, necesita certezas. Necesita saber que vamos a defender sus derechos, que no vamos a entregar la soberanía, que vamos a trabajar para una patria justa, libre y soberana. El peronismo tiene que ser eso. Y si lo es, estoy seguro de que vamos a ganar en octubre. Y vamos a empezar a construir la esperanza del 2027.