La Selección argentina de Talla Baja es mucho más que un simple equipo de fútbol. Es un proyecto que comenzó en 2011 y que busca la integración a la sociedad de las personas con enanismo. Una lucha que traspasó las fronteras y se convirtió en un ejemplo en Sudamérica. Facundo Rojas no podía más. Su cuerpo le decía basta. Le ponía la misma dedicación e intensidad a un entrenamiento en el que veía cómo para él todo esfuerzo era triple. Lo que para sus compañeros eran cinco kilómetros, para sus fuerzas equivalían a veinticinco. No era posible. Las dimensiones de la cancha de fútbol eran demasiado sacrificio y poco resultado. Por eso el sueño de seguir jugando en Atis Mimba, ese club de la liga correntina en el que depositaba sus ilusiones, llegó a su fin. Pero sin saberlo esa decisión de abandonar la cancha grande fue el inicio de un desafío que hoy es una realidad: la Selección Argentina de Talla Baja. Un equipo cargado de ilusiones y de sueños que compite contra los rivales, pero también contra el prejuicio de la ignorancia y del mal gusto.

El paso de la cancha de 11 a la de 5 le hizo generarse una confianza que no tenía. “Empecé a participar en torneos. Vi que era más parejo, que eran más chicas las dimensiones y que las posibilidades eran casi las mismas. Mis compañeros me llevaban ventajas pero no tanto y ahí me pregunté porque no convocar a jugadores con mis mismas características”, recuerda Rojas durante su conversación con Enganche. Luego de un llamado, y otro, y otro se conformó el primer equipo. Pulga y Pelusa tomaba forma. El motivo del nombre se cae de maduro pero Rojas termina de confirmarlo: “Es por Messi y Maradona, porque los dos son bajitos”. Cuenta la leyenda que después de varios llamados solo eran cuatro y que fue el capitán el que tuvo que ir puerta por puerta para conseguir a los restantes integrantes del primer plantel de la ya consolidada Selección. “La idea se la conté a los chicos de Corrientes pero no llegábamos. Tuvimos que convencer a la familia de alguno de los chicos para que entiendan que no los íbamos a usar con motivos de burla o para aprovecharnos de ellos”. Entonces completaron el equipo y llegó el primer entrenamiento. Eran ellos seis, el papá de Facundo y un profesor que los preparaba físicamente. Ese primer entrenamiento fue inolvidable para Facundo: “Fue algo hermoso. El sentir el roce con alguien de tu misma estatura es muy emocionante. Tener la misma posibilidad de cabecear que tu rival en un córner, también”, recuerda.

El primer amistoso del Seleccionado fue contra una selección de músicos chamameceros. Entre ellos destacaba el ex Talento Argentino, Diego Gutiérrez, Los Alonsitos y un par de artistas convocantes que servían como excusa para mostrarle a la mayor cantidad de gente de que eran capaces estos cracks. Lo lograron. Todo con el mismo fin. Darse a conocer. “El hacernos visibles nos genera posibilidades. Antes no éramos nadie, ahora somos los representantes de la selección nacional”, dice el fundador del equipo. “A mí me transformó la vida. La repercusión en la vida social, en la calle. Que la gente me respete. No recibir más burlas”, dice Jonatan Mattos, quien ingresó en el equipo en 2015 y toca un tema muy importante para esta Selección: la integración.

“Vos representas al país y te miran como deportista. No por tu discapacidad. Cuando un enano pasa por la calle generalmente la gente se le queda mirando o se le dice algo en modo de burla como con ninguna otra característica. Con esto de la Selección cambió”, asegura Rojas. Y agrega: “Cuando venía un circo a mi ciudad y decían que venía el ‘Mini Maradona’ yo no quería ni ir, porque me cargaban. Pero lo superamos y ahora por suerte nos respetan mucho más”. Mattos también opina y asegura que “se sufre muchísimo” y que “lo más importante de lo que hacemos es lograr conciencia y combatir la ignorancia”. Para él la gente piensa “que nosotros solo podemos trabajar en circos haciendo de payasitos. Nos encasillan en eso”. Es que para jugar en la Selección sólo hay que medir menos de 1,43 metros (es el límite acordado) y presentar el certificado médico correspondiente otorgado por el instituto de Sanidad de la provincia en la que el jugador vive. La acondroplasia es la causa más común de enanismo y es un trastorno del crecimiento de los huesos. Tiene casi el 75 por ciento de los casos.

Pero la intención de desarrollar el deporte se expandió fuera de los límites argentinos y el capitán empezó a expandir este proyecto. Y lo logró. Un día, gracias al contacto de un amigo suyo que trabaja en el Instituto Peruano del Deporte se hizo una convocatoria masiva y se armó, rápidamente, el equipo de ese país. Contra ese rival jugaron el primer amistoso internacional de su historia y lo ganaron 4-3. Junto con Perú la selección nacional viajó a Chile, a un encuentro de personas de baja talla. El número 10 albiceleste recuerda: “Dimos una charla sobre cómo logramos lo que logramos y al poco tiempo ellos también lo hicieron. Realizamos el primer triangular y les ganamos a los dos equipos”. Y el periplo continuó. Paraguay, Colombia y Brasil fueron los últimos tres países a los que ayudó con sus consejos para que creen sus selecciones. En Brasil estuvieron hace poco y volvieron a levantar la Copa al ganar el clásico. Pero, como en cada periplo que emprenden, la parte económica fue la parte más difícil de la experiencia. Obviamente, por falta de recursos.

El fundador de Pulga y Pelusa cuenta los problemas que atraviesan para el desarrollo de su proyecto: “Ahora conseguimos el aval de la AFA, que nos ha apadrinado y nos ha otorgado la indumentaria oficial de la Selección. Eso es algo único. Es muy valioso para nosotros representar al país. Después, la Secretaría de Deportes nos hizo la promesa de que nos va ayudar con los gastos”.

Es que para el último viaje ante Brasil, en septiembre, el anfitrión no los pudo ayudar económicamente y Mattos asegura que “alguno de los chicos estuvieron hasta último momento si viajaban o no”. Y después lanza el pedido: “Nosotros necesitamos el apoyo. No queremos sueldo, sólo los viajes”.

La Asociación Talla Baja Argentina, tiene sede en Corrientes, y es el resultado de una lucha de varios. El objetivo es claro: que hombres y mujeres con esta condición puedan integrarse a la sociedad. “Hay mujeres que nos piden que hagamos un seleccionado para ellas. Yo les digo que nos costó mucho el nuestro, pero que lo vamos a hacer”, reza Rojas. Mattos agrega: “Acá lo importante es apoyarnos unos a otros. Yo les diría que vengan, sepan jugar al fútbol o no. No importa la edad ni el sexo. Lo mejor de todo esto es el gran grupo humano que hay. Tenemos que estar presentes para los chicos que por ahí se desvían del camino y necesitan una mano. El deporte no discrimina tamaños”. Y el capitán da un consejo: “Cuando una persona se cruza con otra de talla baja le diría que que se acerque, que no le diga nada porque no sabe lo que le molesta. Que le pregunte cómo está su vida. Con solamente un saludo y una sonrisa lo está ayudando muchísimo. De las miradas de burla ya estamos acostumbrados y cansados”.

Rojas es periodista y Mattos estudia licenciatura en administración. Los dos cumplieron un sueño de representar a su país jugando el deporte que aman. Son dos de las caras de un sueño que se convirtió en realidad y que hace años lucha por la inclusión de los suyos. Siempre con una palabra de aliento, con una sonrisa. Demostrando que la grandeza no tiene tamaño.