Hay películas que esquivan todas las burocracias, esas que se enseñan como etapas lógicas para hacer una película, evitando tanto los pasos de la creación audiovisual como la parafernalia técnica recomendada. Son películas que van al hueso, que avanzan sin las formas tradicionales de producir y filmar, para que el impulso inicial no sea tamizado por todo un aparato que lo puede aplastar. Esa es la versión más extrema del cine guerrilla: la de enfrentar al mundo poniendo el cuerpo y la cámara para intentar capturar el nervio mismo de un deseo hecho película. Con No puedo tener sexo, Bel Gatti es la versión más desobediente, desencajada, disparatada de ese tipo de cine, como si rompiera en pedazos incluso el célebre texto de John Waters que explicaba “Cómo NO hacer una película”, donde cuenta en realidad la forma en que desobedecía los mandatos de la industria del cine para elaborar su propio territorio audiovisual underground de sus primeras obras. 

Afiebrada y libérrima, conectando con cierto espíritu de época propio de las redes sociales, Gatti filma a modo de selfie su búsqueda de la posibilidad de tener una relación sexual y, aunque use filtros de Instagram y stickers, su película sería censurada como story de IG o video de TikTok. Con una Licenciatura en Actuación y una Maestría en Dramaturgia, habiendo pisado el under, el Off e incluso el teatro oficial, Bel Gatti no recurre a su técnica sofisticada de drag king, con la que logró su exitoso personaje Sandro king, encarnación queer del gitano Sandro

Como selfie que se hunde en la intimidad más profunda y al mismo tiempo se aleja de quien retrata, Bel Gatti reniega un poco de su propia carrera para crear acciones excéntricas, feroces y tiernas, además de adornos digitales como bijou de dandy, para bordear otras formas de expresión del deseo. Como les dandies que siempre desafiaron las imposiciones sociales sobre el género, la clase y el lugar social donde pueden circular personas que se mueven con una impronta que hace temblar el territorio a cada paso. Si el sexo tiene al orgasmo como clímax, como éxtasis, las performances de Gatti y de cada persona que la acompaña es un temblor que desafía incluso el poder orgásmico. Si no se puede tener sexo, tal vez la película es una forma de encontrar un orgasmo mejor, más divertido y más subversivo.

 

 

Al inicio aparece tu pasado como Sandro king y el conflicto de ese personaje-performance que creaste, que se hizo popular y del que querés alejarte. ¿Cómo surgió Sandro king?

Bel Gatti: Sandro king surgió en mi infancia en Lobos, cuando las abuelas del geriátrico de mi papá miraban por Crónica TV sus recitales. Después me di cuenta de que me gustaban las chicas en la adolescencia y, no sé por qué, pensé que si actuaba como él iba a poder levantármelas. Después en la universidad de artes, bajo la consigna "actúa lo que más deseas actuar", lo llevé otra vez a Sandro king. Y, más luego, con Carla Grella escribimos una obra para un ciclo de versiones de clásicos, Carla tomó don Juan de Moliere y yo le sumé a la dramaturgia mi historia, mi pasado en Lobos, y ahí hicimos juntas la obra "Don Juan o el poliamor", ese fue el primer show de Sandro king, Después quedó solo el show de Sandro king, y ahí nos conocimos con Maruja Bustamante, ella venía haciendo Sr. Oso, teatro fantasy, Sr. Oso es su drag king y canta canciones de Elvis en castellano, y ahí con Maruja le dimos pista en todos los formatos a Sandro king y Sr. Oso, dimos talleres, investigamos, filmamos pelis, montamos una pelishow, escribimos series y armamos un grupo de Drag Kings, muy increíbles, Adam Smith, Ernesto Che Huevada y El Chamán. Ahora se viene una peli y un libro de Maxine Swann, y más sorpresas. En un momento Sandro king me tomó por completo, y me saturó. Se me tornó todo muy confuso. Lo empecé a odiar, como si se hubiera quedado con todo.

¿Y qué pasó Sandro king después de filmar esta película?

-Me parece que ahora Sandro king entendió que es un personaje-perfo más. Que hay muchas formas y maneras de habitar y expresar la masculinidad. Que la masculinidad es tan única como cada quien la entienda. Que el drag es una expresión de género. Quizás siento más tranquilidad de traer un poco más acá a Sandro king, y también dejarlo más allá. Sandro king creo que entendió que el director de cine y el que dirige mi vida soy yo.

"La película confunde el sexo y el amor, o el amor y el sexo, los implica, y que difícil no implicarlos, por lo menos, para mí".

El formato de película filmada con celular a modo de video-selfie donde vos como protagonista manejás la cámara hace pensar en un documental performático. ¿Hubo guion o la película es una búsqueda directa de escritura con tu presencia física y el celular como extensión de tu cuerpo-mirada?

-Hubo momentos de escritura mental, escritura en la mente. Antes de filmar yo escribo en la mente. Tengo ideas de escenas posibles. Y a la hora de filmar siempre soy muy consciente de que todas las ideas pueden olvidarse, porque la escritura performática en acto, y todo lo que suceda en esa única toma, quizás sea mejor.

¿Frente a toda tu veta performática y teatral pensás qué la película te permitió hablar de tu (no)sexualidad y/o (no)género de una forma distinta?

-En el cine encuentro el canal o la vía o el medio en el que se condensan muchas cosas que vengo aprendiendo o investigando o estudiando hace mucho. Siento mayor libertad para experimentar en contenidos y en formas, en estructuras. Quizás es que yo me permito deformar sin juicio, de manera impune. Quizás soy yo que me habilitó ese salvajismo brutal en este medio, en esta materialidad. Lo fui descubriendo en el hacer. En la pandemia me empecé a filmar y fui descubriendo un mundo en eso. Después empecé a correrme y a verlo desde afuera, desde lejos, con distancia, y ahora puedo entender que es lo que hice o, por lo menos, intentar un poco poder nombrarlo, por lo menos por ahora, por un rato.

 

 

Aunque usás el modo selfie, el autorretrato, la película es una manera de retratar tu relación con otras personas, tu madre, Maruja, Ariel Osiris, y el modo de esas relaciones es el choque, el cariño y la sexualidad aunque no necesariamente implique el acto sexual. Si bien la película se llama No puedo tener sexo ¿no te parece que todo el tiempo encuentra otras maneras no ortodoxas de tenerlo?

-Sí, claro. La película se pregunta qué es el sexo, y busca tenerlo. Y lo encuentra de muchas maneras. En el afán de encontrar el acto sexual más normado, se topa con otras maneras y formas de sexo no tan hegemónicas. La película se encarga de nunca responder ninguna pregunta, sino más bien de repreguntar. Creo que la película también se confunde el sexo y el amor, o el amor y el sexo, los implica, y que difícil no implicarlos, por lo menos, para mí. A veces, la mayoría, se me hace muy difícil no implicarlos; otras, las menos, no se me implican. La selfie, el autorretrato, sí, es conmigo y yo para con otres. Encontrar mi mirada puesta en mí, conmigo, sostenida en los ojos de les otres cuando me miran.

"La película se pregunta cómo usamos el cuerpo para y con los aparatos que se nos meten en los cuerpos"

Usás filtros de Instagram y stickers tanto en tu corto #vidagattite como en No puedo tener sexo, más allá de lo contemporánea de tu mirada veo una forma de contaminar la experiencia física con cotillón digital, una estética híbrida que no cree solo en lo carnal y la performance material sino también en ese juego actual de seducción en redes. ¿Ahí hay experimentación, camp, juego, seducción cyborg, divertimento trash, todo esto junto u otra cosa?

-Sí, un poco todo eso, y también me parece que tensa la experiencia física, carnal, performática. Por contraste, la realza de hiperrealidad, y también colabora con la idea de hiper verdad que uno no le cuestiona a la selfie. Estos gestos cuestionan y hackean el uso y la norma que reproducimos en las redes sociales. Las ficciones que producimos en el contacto que tenemos con los dispositivos tecnológicos y las estéticas y éticas que nos traen. Y creo que pone en evidencia, o en acto, la pregunta de cómo usamos el cuerpo para y con los aparatos que se nos meten en los cuerpos, aparatos que funcionan y colaboran con estas dinámicas o vinculaciones hipermediatizadas, hipersexualiazadas de estas sociedades hipercapitalistas. Sí, hay choque y comunión. Y creo que el uso de elementos cibertrash la vuelve más carnal, física y performatica. Creo que es un gesto que por opuesto, pega la vuelta, la vuelve más viva. Vuelve a la imagen cruda y pobre, más amena, y también por contraste, por pastiche, o por yuxtaposición, más provocadora. Me parece que está muy en los ojos de quién lo percibe. Cómo se percibe esto habla mucho del corte generacional, de cómo la peli se vincula con cada quien, y como cada quien se vincula con la peli. Yo creo que lo que sucede estéticamente es algo hiperrealismo hiperpop. Hiper documental, hiper ficción, hiper cine.

Lo no binarie no aparece enunciado, no hay anclaje de género o de no género, en esa ambigüedad hay un núcleo desafiante tanto erótica como conceptualmente. Incluso hay cierta incomodidad, como las escenas con tu madre, porque es una búsqueda del placer sin género y sin límites. Aunque aparece el humor que matiza la incomodidad. ¿Se podría decir que es una búsqueda degenerada pero filtrada por una forma rara de comedia?

-Sí, es una búsqueda degenerada, no binaria, no género o agénero. Sí, es una búsqueda sin límites, que creo que necesita encontrarlos. No sé si los encuentra. Creo que sí. La forma rara de comedia sucede por la incomodidad, explota o estalla por la rareza sin limites. La forma rara de comedia deviene. Creo que aparece necesariamente, ese patetismo trágico y tierno; esa perversión infantil de niño espejándose, jugando con espejitos, entre reflejos deformados y repetidos, entre actos narcisistas. Qué mejor manera de retratar a narcisistas poniendo espejitos enfrentados, reflejando reflejos al infinito.

Se me ocurren pocos cineastas afines, ¿vos tuviste algún referente o influencia?

-La verdad es que si pienso en mis referentes, no tienen mucho que ver con lo que hice, con la peli que salvajemente y brutalmente de manera impune e impulsiva hice. Podría pensar en mis influencias audiovisuales, yo miraba todas las novelas en la tele en mi infancia, en mi adolescencia miraba MTV, ahora miro Instagram y tiktok. Me gustan las pelis de Alex de la iglesia, las de Warhol, las de Pasolini, las de Radu Jude, las de Agnes Varda, las de Casavettes. La verdad es que siento que ví poco, que debo ver más. Y me encanta leer dramaturgia, obras escénicas, y poesía, también diarios. Escucho mucha música. Soy un melómano.

Últimamente actuás en paralelo en varias películas como Tencha Reina de Maruja Bustamante, Bajo Naranja de Michael Taylor Jackson y ¡Caigan las rosas blancas! de Albertina Carri, todas películas muy queer con muchas diferencias entre sí pero también, como la tuya, con una búsqueda personal un poco extrema y extraña que termina con una conectividad rara entre personas, como una sensibilidad comunitaria mostri, ¿ves conexiones? ¿pensaste esto como algo generacional o como una respuesta al presente?

-Sí, veo conexiones. Lo cuir y lo mostri me convoca y soy eso. Un poco nos hacemos las mismas preguntas, somos atravesadxs por las mismas problemáticas en general, y en singular, las personas de nuestra comunidad. Creo que se ponen sobre la mesa las mismas preguntas siempre, actualizadas, reversionadas, traídas al presente, en las peliculas que mencionás y en nuestra tradición o historia o genealogía de arte cuir, en este caso del cine cuir. También son preguntas/respuestas a este presente. No es casual. Deseo, y es necesario y urgente, que en nuestras existencias sigamos respondiendo al presente, ahora más que nunca. Porque estamos en peligro, nuestras existencias lo están, en todos los sentidos. Nuestra salud, nuestros hogares/casas/habitaciones, nuestros oficios, nuestras sobrevivencias, nuestros bolsillos, nuestras historias, nuestro pasado, nuestras obras, nuestra comunidad, nuestras familias, nuestra bandera y todas nuestras banderas, y todos los espacios y políticas públicas.