Escrita en 2016 por Daniel Dalmaroni, Una de película cuenta la historia de un plan construido sobre la base de sospechas delirantes apoyadas en ejemplos sacados del cine de masas. Los involucrados son dos matrimonios de clase media acomodada, vecinos del mismo barrio. Uno de los maridos secuestra al otro para pedir un rescate afín al estatus de espía del gobierno que él sospecha que es. El cine de acción parece haberle dado todos los datos que él necesita para planificarlo todo. Pero como suele suceder en las obras del autor del Secuestro de Isabelita, las cosas dan un giro que termina descolocando al espectador. La obra se está presentando en el Teatro del Pueblo los lunes con la dirección de Leo Prestia y la actuación de Alfredo Castellani, Irene Almus, Pablo Finamore y Florencia Patiño. El vestuario y la escenografía son de Gabriella Gerdelics, la iluminación, de Claudio Del Bianco.

Tanto para ser publicadas como para ser llevadas a escena, las obras de Dalmaroni fueron traducidas a varios idiomas, entre ellos hebreo, inglés, portugués y griego. Según considera el mismo autor en conversación con este diario, es por la eficacia de los procedimientos de sus obras que suelen utilizarse en clases de actuación, algo que tiene que ver con la estructura de sus diálogos y personajes. Ricardo Monti, maestro de Dalmaroni, destacaba de sus piezas su lógica de relojería que impulsa la acción a avanzar hacia lugares desconcertantes. “Él decía que yo uso una lógica infantil”, dice haciendo alusión a “una lógica que no tiene filtro, que es implacable y que transforma en verosímil algo que está en el límite del disparate”. El autor agrega además, que tal vez lo más interesante de la vida se encuentra en ese borde.

En Una de película hay dos personajes que todo lo relacionan con el cine que ven. Ambos viven mencionando argumentos de películas norteamericanas pertenecientes a un cine de consumo masivo, decisión que Dalmaroni tomó para que nadie quede afuera de la referencia. Cuenta que un amigo que suele leer sus obras antes de darlas a conocer le cuestionó el hecho de que no hubiera aprovechado la obra para hacer un homenaje al cine de su preferencia. Finalmente, consideró que, de haber mencionado películas de Bergman, Fellini o John Ford le hubiese demandado contar en detalle los argumentos de sus películas. Distinto es, precisa, con Duro de matar o Mentiras verdaderas.

-Tenés escritas muchas obras y muy diferentes…

-Sí, porque uno va cambiando con los años y porque sería muy aburrido escribir siempre igual. A diferencia de otras obras mías, ésta es la que tiene una estructura más clásica.

-¿En qué sentido?

-Lo digo porque es una obra de enredos, de puertas, de entradas y salidas de personajes que crean equívocos. Esto tiene la virtud de amplificar el público posible. Porque quien busque un argumento divertido lo va a encontrar y también se puede hacer sobre la obra una lectura fina en relación con el tema de la identidad porque finalmente no se conoce a quienes se creía conocer.

-¿Cuál es la relación que dos de los personajes tienen con las películas de acción?

-Ellos ven la vida a través de lo que ven en el cine. Ella es más prudente, más cerebral e inteligente que su marido. Él es más impulsivo y en su cotidianidad, no tiene ningún contacto con el mundo de la diplomacia internacional, el espionaje o los detectives. Pero sí lo vio en las películas. Y le viene bien a su ignorancia creer que quien es intuitivo está más preparado que el que estudia para elaborar un plan, una hipótesis.

-¿Cómo comenzás a escribir tus historias?

-Todas mis obras surgen de una imagen. Y me gusta que empiecen sin presentar a los personajes sino con una situación fuerte. Algo que después tengo que desarrollar pensando en que cuanto más se multiplican los conflictos más aumenta la riqueza del material. Esta obra es bien ATP, popular, para cualquiera. Después de un primer giro que da, cuando el público piensa que ya lo sabe todo, cerca del final se produce otro giro.

-¿Hay una crítica a la clase media en esta obra?

-En la Argentina pasa algo raro: un tipo que tiene lancha, vive en Recoleta y tiene una casa en Punta del Este capaz que dice que es de clase media, y hay gente pobre que también se autopercibe de clase media. Pero con esta obra no quise hacer una crítica: prefiero que el público la vea y se mire como en un espejo, que lo pasen bien mientras se ven reflejados.

*Una de película, Teatro del Pueblo (Lavalle 3636), los lunes a las 20hs.

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