Cuando Radiohead toca en vivo, a veces hay que prestar especial atención para darse cuenta de que Colin Greenwood está sobre el escenario. En la última visita a Buenos Aires, por ejemplo, el bajista situaba su amplificador y sus pedales entre la batería de Phil Selway y la de Clive Deamer, que apoyaba a la banda en vivo. O sea que el mayor de los Greenwood -Jonny, su hermano, es el guitarrista/multifunción del quinteto de Oxford- está en el mero centro del tablado... pero detrás de la presencia magnética del cantante Thom Yorke. Es como si Colin se escondiera a plena vista, más concentrado en la tarea que asumió desde que entró por primera vez a un estudio de grabación con Radiohead: ser el pegamento entre el ritmo y la melodía.
Y desde ese sitio donde a menudo se lo pierde de vista, el músico aprovecha cada momento en el que sus manos no están sobre las ásperas cuerdas de su instrumento. Es entonces cuando manotea alguna de las cámaras que dejó sobre su parlante y busca ese segundo de conexión entre sus compañeros y el público, por ejemplo. "Todo el sonido y la luz que nos envolvía distraía a los demás de mi cámara, lo cual ofrecía momentos de franqueza y ausencia de conciencia de ellos mismos", explicó sobre perseguir ese instante que se convierte en instantánea. Así estuvo durante dos décadas, hasta que finalmente se decidió a juntar en un libro esas fotografías con una perspectiva imposible de replicar.
El volumen en cuestión acaba de llegar a la Argentina, traído por la editoral española Sexto Piso, y se llama Cómo desaparecer - Un retrato de Radiohead. El título hace referencia a la canción "How to Dissapear Completely", una pieza clave del monumental disco Kid A. "No estoy aquí, esto no está sucediendo", cantaba Yorke en 2001, cuando parecía estar tironeado entre la fama que había generado Ok Computer y la voluntad de reinventar tanto a la banda como a su propio lugar en el mundo. Y el título de la canción -que inspiró el de la novela de Mariana Enríquez de 2004- sin el "completamente" encaja perfecto para el libro de Colin Greenwood. Porque el bajista está otra vez escondido a plena vista. Apenas aparece en dos de las imágenes: en una está tocando su instrumento y no parece prestar atención a la cámara, aunque inevitablemente esté esperando el click del automático; en la otra se refleja, cámara en mano, en el costado de un piano, mientras Thom, Jonny y el guitarrista Ed O'Brien miran en su dirección.
La última imagen descripta fue tomada en el estudio de grabación de Radiohead, en 2014. "Me interesan las fotografías exclusivamente como evidencia, registros forenses de cómo trabajábamos y modificábamos un espacio: graneros cerrados, casas de campo derruidas, recintos vacíos", explica Greenwood en los textos que acompañan a las imágenes hasta conformar una suerte de ensayo. Allí aborda la importancia de la fotografía como medio de expresión propio, los "días tempranos" de Radiohead, su primer bajo, las estadías en estudios y camarines, los primeros viajes por Estados Unidos, las pruebas de sonido, los estadios y los festivales. Y leyéndolos, casi que uno lamenta que Cómo desaparecer sea un libro de fotografías, porque dan ganas de que el bajista siga contando con tono calmo y casual cómo se las arregla para ser una estrella de rock y desaparecer al mismo tiempo.
"La mayoría de estas fotografías se tomaron a partir de 2003, cuando Radiohead ya había tenido éxito con OK Computer y Kid A / Amnesiac", explica Greenwood en el libro. "Retratan nuestros años intermedios: toda la alegría y las dudas y la confianza y la incertidumbre entre las que oscilábamos, como muchas bandas". En ese texto inicial titulado "Instantáneas fugaces", el bajista da cuenta de cómo logró ese detrás de escena tan íntimo como enfocado en el arte. "Cuando estamos juntos, buena parte del tiempo estamos esperando con impaciencia el momento de ensayar, grabar, viajar, dar conciertos; y transitamos por esas esperas una y otra vez. En ocasiones yo tomaba fotos durante los interminables tiempos muertos, cuando a menudo estábamos aburridos, atrapados en sofocantes habitaciones traseras durante horas, inmersos en rutinas para matar el tiempo: crucigramas, una siesta, leer o, en mi caso, molestar a los demás".
La página web Tiny Vice, abierta por Tim Barber en 2005, fue una influencia crucial para Greenwood, según él mismo confiesa: "Una galería en la red, anterior a Instagram, que contiene imágenes que le envían de todo el mundo -instantáneas de pequeños placeres, fotos de amigos, road trips documentados con cámaras de 35 mm como la mía-, hermosamente seleccionadas por un ojo experto. De él aprendí cómo hacer un acontecimiento a partir de una imagen casual". Cuando el bajista conoció al fotógrafo, este fue quien le recomendó la cámara Yashica T4 Super con la que tomó la mayor parte de las fotos del libro.
La intimidad que reflejan las imágenes de Greenwood no tienen nada del despliegue de sexo, drogas y rock and roll de otros libros de fotos de bandas. Aquí se ven fragmentos de Radiohead -nunca está toda la banda completa- construyendo su música en vivo y en estudios, o transitando por esos no lugares que son las rutas y los aeropuertos. "Una de las cosas de las que más me arrepiento es de no haber sido más atrevido con la lente, de no haberme acercado más, tomado más fotografías", confiesa Greenwood. "Soy tímido con la cámara. Pero además no estoy ahí para tomar fotografías y en ocasiones es difícil navegar los distintos roles de músico y fotógrafo. Y trato de no deambular por el escenario como un turista desorientado. Estás acomodando el marco, buscando el momento revelador, ese impulso de presionar el obturador antes de que tanto el sentimiento como la imagen se pierdan en el torrente de sensaciones, sonidos, humo y luces . En esos momentos se puede llegar a sentir intrusivo y disruptivo dar un paso al frente y registrar nuestra experiencia colectiva, cuando se es parte del grupo que está buscando estar en el momento. Y en particular cuando fotografiás a personas que son conscientes del proceso".