Todo indicio, toda encuesta de cualquier color, todo análisis en general, coinciden en dos observaciones. El peronismo, con su variante kirchnerista en primer lugar, continúa despertando el rechazo de una mayoría o primera minoría de la sociedad y del electorado. Pero, a la vez, crece una bronca y hasta un “polo” antimileísta, harto de los modos presidenciales y, sobre todo, de que la baja inflacionaria ya no alcanza a amortiguar la pérdida del poder adquisitivo.