Nació en Groningen, en los actuales Países Bajos, el 29 de enero de 1700, junto con el siglo que se conocería, más tarde, como el de las grandes revoluciones.

Daniel Bernoulli es un niño solitario y de carácter débil, sometido, sin saberlo, a bulling por parte de su hermano mayor Nikolau. Se interesa por las matemáticas y el cálculo, a la sombra de su padre, Johann Bernoulli, reconocido profesor de matemática con importantes aportes al desarrollo del cálculo, junto a su hermano Jacques.

A los cinco años de Daniel, Johann obtiene un cargo de profesor en la Universidad de Basilea y la familia regresa a Suiza, de donde es originaria.

Siendo muy joven, Daniel participa en numerosos concursos convocados por la Academia de Ciencias de París. Sus ingeniosas soluciones a problemas de estado, le redundan en premios en metal, en cantidades que le sirven como medio de vida. Su padre, hermano y un tío, todos matemáticos, más de una vez le usurpan los premios y lo sacan de competición, enviándolo a estudiar a los 15 años.

Obediente, Daniel es Magíster en Filosofía a los 16 años, hablando varias lenguas y se doctora en Medicina a los 21 años.

Se dedica entonces a diagnosticar diabetes en función del sabor más o menos dulce de la orina, y a hacer sangrados para drenar el exceso de calor y fuego del cuerpo. El paciente debe dejar su brazo a merced del galeno, quien, tras un pequeño corte, practicado con experticia con una lanceta, recoge la sangre en un recipiente colocado en el piso de la habitación.

La circulación sanguínea se conoce desde hace unos pocos años y, observando el derrame de sangre, Daniel comienza a especular sobre cómo escurre ese fluido viscoso.

En los tibios veranos suizos, mientras recorre el camino diario hacia su casa, suele detenerse sobre el puente que cruza un arroyo. 

La imaginación de Daniel va por caminos que el viento y el agua nunca conocerán. Las pequeñas hojas arrastradas por la corriente dibujan trayectorias que él sigue con interés. ¿Por qué se mueven más rápido cuando el cauce se hace más angosto? 

Las ideas médicas, las relaciones matemáticas y las imágenes físicas convergen en tropel y, en un enorme remolino, se relacionan en su mente, se entrelazan y solapan.

Proponiendo respuestas originales a problemas que otros no pudieron resolver antes y, a partir de la publicación por parte de Christian Goldbach, un matemático prusiano, de las cartas que Daniel le había escrito, su fama llega hasta Rusia.

Sin poder competir con su padre para ingresar como docente en la Universidad de Basilea, se deja tentar por Catalina I de Rusia, quien le propone ser profesor de física en la recién fundada Academia de Ciencias de San Petersburgo.

Quiero imaginar que el atractivo que su intelecto ejerce sobre la zarina, junto a un cuerpo armonioso y el carácter dócil de Daniel, hacen que el científico se convierta en su amante. Que por algún tiempo conoce el cuarto de Catalina y comparten en él, charlas sobre ciencia en tardes de pasión. Que el erotismo de las palabras y la inteligencia de los sentidos marcan la vida y el trabajo posterior de Daniel.

Apoyado en todo sentido por la zarina, Bernoulli contribuye a establecer la reputación de la academia rusa como un centro de investigación de primer nivel, a la formación de científicos rusos y a la difusión del conocimiento científico en el país.

En San Petersburgo, comparte la vivienda con Leonhard Euler, su propio recomendado para ingresar a la academia rusa, colega y competidor, quien actúa también como un incentivo para Bernoulli: Euler gana trece Premios de la Academia de Ciencias de París y Daniel, diez.

En esos años en San Petersburgo, reconocidos en su autobiografía como los más felices y productivos, Daniel produce las bases de lo que será más tarde, su tratado “Hidrodinámica”, donde expone su análisis de flujos de fluidos, con base en el principio de conservación de la energía desarrollado por su padre. El Principio de Bernoulli es la figurita del tratado.

Sus aportes en hidrodinámica, mecánica de fluidos y teoría cinética de los gases son fundamentales para la construcción de conocimiento científico y tecnológico en la aerodinámica y la ingeniería de fluidos, mientras que los campos de la probabilidad y la estadística se nutrirán de las bases concebidas por Daniel.

En 1732 regresa a Basilea, como profesor de Botánica y Anatomía y años más tarde, se hace cargo de la cátedra de física en la Universidad de Basilea, donde es dos veces Rector: finalmente le gana la competencia de honores a su padre, una pelea no buscada por Daniel pero que imprime una marca indeleble en él.

A los 82 años, un paro cardiorespiratorio detiene el flujo de sangre de Daniel Bernoulli.

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