En Ensayos I Lydia Davis ponía el foco en la lectura y la escritura. En el nuevo tomo, Ensayos II (publicado recientemente por la editorial Eterna Cadencia), el protagonismo lo tienen las lenguas y la traducción. En ese sentido, este segundo volumen reúne temáticas y contenidos más unificados que el primero.
A lo largo de este libro, la notable autora estadounidense -quien además de ensayista es una cuentista muy puntillosa y una traductora renombrada- enumera veintiún placeres con los que se topó a lo largo de varios años de traducciones.
Aquí habla de este oficio como una puerta para viajar a otras épocas y conocer nuevas culturas, las interferencias que produce en su propia escritura, el redescubrimiento permanente de su lengua materna o la influencia de dos autores claves: Proust y Flaubert. Para los lectores locales será bastante curiosa la anécdota personal de Davis con el castellano: su padre dio clases en la Universidad Nacional de La Plata y la familia tuvo que instalarse seis meses en Argentina; durante ese período, aprovechó para empezar a aprender español en Buenos Aires, misión que suspendió y más tarde retomaría de la mano de Las aventuras de Tom Sawyer.
La autora señala en el prólogo que a lo largo de los años dedicó "incontables horas de incontables días al estudio de otros idiomas, ya fuera tratando de desempolvar mis rudimentarios conocimientos de alemán, latín, español e italiano, o aprendiendo nuevos idiomas por mi cuenta, ante todo mediante la lectura".
Un detalle para destacar es que Davis decidió que Ensayos II esté disponible únicamente en librerías y bibliotecas, preocupada por el dominio y la influencia que viene ejerciendo Amazon en la venta de libros. La traducción de estos ensayos estuvo a cargo de Eleonora González Capria.