Con Memorias del subsuelo, estrenada en 1984 sobre la novela de Fiódor Dostoievski, el maestro de actores, régisseur y dramaturgo David Amitin comenzó a adaptar textos literarios para la escena. Tiempo después dio a conocer su Bartleby, versión del cuento de Herman Melville y, exactamente hace dos años atrás, Londres, 1930, sobre textos de Nathaniel Hawthorne. El mismo director que desde 2002 está radicado en Madrid donde tiene su propia escuela de teatro, estrena este viernes en el Teatro Payró (San Martín 766) El hombre inexistente, esta vez basándose en "Un hombre enfundado", cuento de Anton Chéjov. El elenco está integrado por Jiniva Irazabal, Mariana Litvin, José Maria López, Luis Mancini, Lucas Foresi, Gabriel Schapiro y Daniel Toppino.

Un hombre…tiene por protagonista a un profesor de griego llamado Platón, -“un nombre bastante común en la Rusia de Chéjov”, según aclara el director en la entrevista con Página/12- un personaje que tiene a mal traer tanto a sus compañeros de trabajo como a sus vecinos, entre otras cuestiones, a causa de su manía por censurar usos y costumbres de sus semejantes y ser un porfiado amante de la disciplina. El placer es algo desconocido para él. Como no es posible organizar funciones de teatro sin que Platón se escandalice y viendo que hasta los curas le tienen antipatía, intentan casarlo. “Se arma en el pueblo -dice el director- una especie de conspiración para sacárselo de encima”.

“Voy alternando la puesta en escena de obras teatrales con versiones de cuentos”, dice Amitín y especifica: “Lo que más me interesa de un cuento es que tenga un personaje singular. Si es así, hago la dramaturgia, escribo diálogos y hasta incluyo situaciones que no están en el texto”, detalla. Lo que entusiasma al director es que esos personajes, como sucede en las mencionadas Bartleby y Londres…, protagonicen situaciones que generan respuestas de los otros. Esa búsqueda de un personaje que tenga una visión singular de la existencia también guía la escritura de sus propios textos, como ocurre con Simplemente Scardanelli, obra suya aun no estrenada, inspirada en los últimos días del poeta alemán Friedrich Hölderlin.

Cuenta en la misma entrevista que otro texto suyo escrito recientemente se refiere a algunos aspectos de la vida corriente desde un punto de vista que él define como beckettiano: “Escrita a partir de una colección de escenas, llamé a la obra Ensalada de basuras”, afirma, divertido. Tal vez por este mismo placer que encuentra por enunciar desencantos cotidianos es que su puesta de El hombre… comienza con un texto de Las tres hermanas, obra del mismo Chéjov, fragmento en el que el personaje de Andrei se refiere a la mediocridad de la vida de seres que no hacen más que comer, beber y dormir y, para no morirse de aburrimiento, vivir calumniando a sus semejantes.

“Si me siento a mirar televisión me muero”, se ríe el director, quien aprovechó el tiempo que le dejaban sus actividades en Madrid para dirigir esta obra vía Zoom, “una herramienta extraordinaria especialmente para cuando se cuenta con un elenco no muy numeroso”. Señala además, que contó con la asistencia del ingeniero informático Ricardo Sassone, habitual colaborador suyo en sus puestas.

-Siempre hablaste sobre la necesidad de romper con el realismo. ¿También en esta puesta?

-Sí, siempre me gusta romper con los códigos del realismo. Cuando eso pasa el espectador se despierta, se genera polémica y finalmente se crea algo que está vivo. Nada más diferente a mi teatro que lo que se ofrece en la televisión.

-¿Por qué te interesó la singularidad del personaje de Platón?

-Con su vecino, que es el narrador de la historia, él se confiesa que está torturadísimo pensando en las implicancias de formar una pareja y una familia. Me interesa que quede en el espectador el interrogante de por qué hay personajes como él, un ejemplo más del misterio de la conducta humana.

-A Platón le encantan las prohibiciones y hasta se escandaliza ante una mujer que anda en bicicleta…

-Si, pero genera cierta ternura porque es víctima de sí mismo, de su propia personalidad. Con Platón quise referirme a la enorme variedad de personajes que hay en el mundo, con sus vidas secretas, enigmáticas, que cuando toman contacto con su entorno generan en los otros una revolución. Rechazo y animadversión, en gran parte, porque son personajes difíciles para convivir con ellos. Es interesante mostrarlos porque en tanto ellos se mantienen inmóviles, son un motor de cambios en los demás.

*El hombre inexistente, Teatro Payró (San Martín 766), viernes 20 hs.