El dólar coqueteó la semana pasada con superar los 1500 pesos, los activos bursátiles se desplomaron y el gobierno enfrenta el inicio de una corrida cambiaria. El optimismo financiero se evaporó en un abrir y cerrar de ojos y el panorama hacia adelante parece traumático.

Para el gobierno la culpa es de la política y del resultado de las elecciones. Para el mercado, el problema es la falta de un plan B. Hasta el final del mandato restan pagar 34 mil millones de dólares en vencimiento de deuda y con el riesgo país arriba de 1000 puntos se vuelve inviable.

En los últimos días circuló un informe de la consultora 1816 que presenta datos duros para entender el pesimismo. El documento asegura que entre los inversores ya empiezan a hablar de un “Plan Llegar” hasta 2027 y lo plantean en tono de odisea sin acceso a los mercados de deuda.

Los vencimientos de los próximos dos años suman cifras elevadas. Se calcula que entre el FMI (pagos netos por 9500 millones de dólares), Bonares y Globales (15.600 mil millones), Club de París (800 millones), Bopreales (4800 millones) y los repos del Banco Central (3500 millones) hay que pagar entre capital e intereses más de 34.200 millones de dólares.

El problema es que “para el mercado se volvió mucho más difícil imaginar un riesgo país de 500 puntos, que permita emitir en el exterior. La posibilidad de colocar bonos en pesos a inversores offshore también luce lejana: los que compraron Bote 30 hace menos de 4 meses anotan una pérdida acumulada de 27 por ciento en dólares”, según la consultora 1816.

En el informe agregaron que “dado que hay reservas netas por 6900 millones de dólares, en un escenario sin refinanciamiento el Tesoro o el Banco Central tendrían que comprar cantidades enormes de divisas en el mercado”. Se necesitarían comprar 27.300 millones de dólares para evitar tener reservas negativas. Se trata de montos que, de lograrse, agregarían fuerte presión en el mercado de cambio y serían otra fuente de tensiones para el tipo de cambio real y la inflación. Una muestra de la encrucijada que enfrenta el gobierno.

La sensación es que en la economía empezó a reinar el cortísimo plazo y todo se mide semana a semana, desde lo que pasará con la política cambiaria hasta el movimiento que tendrá la inflación.

El relato del gobierno sobre las bondades del superávit fiscal, del corset monetario, del fin de la inflación, de la estabilidad cambiaria y la idea de la Argentina entrando a un sendero de crecimiento ininterrumpido para volverse una potencia mundial quedó en el cajón de los recuerdos.

La frase que se repetía mucho en los últimos meses del año pasado entre los consultores, economistas y hombres de finanzas del mercado era que “esta vez es distinto, porque se está haciendo el ajuste fiscal en serio”. Sin embargo, con los últimos números de los activos bursátiles parece que toda esa confianza del mercado se terminó de evaporar por completo.

Con revisar de cerca las pérdidas de algunas acciones en las últimas semanas es suficiente para entender el clima de volatilidad e incertidumbre que se atraviesa en la city porteña. Algunas de las acciones del panel líder que al inicio de este año cotizaban en Wall Street arriba de 18 dólares ya valen menos de 6. Y el rojo sigue creciendo rueda tras rueda.