Desde San Sebastián

A horas del comienzo del Festival de San Sebastián, su director general y artístico, José Luis Rebordinos, está de lo más relajado. O al menos lo parece, a pesar de que está por recibir a decenas de cineastas, actores y actrices de todo el mundo, incluidas algunas grandes estrellas, de esas que suelen dar dolores de cabeza. Pero Rebordinos pone el cine por delante y habla con su entusiasmo habitual y genuino del programa que está por presentar (del 19 al 27 de septiembre), de los desafíos que implica hacer un festival en los tiempos que corren (acaba de publicar una declaración oficial titulada “Sobre el genocidio en Gaza”) y sobre el cine argentino, que lo apasiona, y lo preocupa, por los recortes que ha sufrido en tiempos de Javier Milei. Aun así, ha conseguido nutrir casi todas las secciones de San Sebastián con largos y cortos argentinos, como si el sector estuviera en su apogeo, y hasta se permitió invitar a Lali Espósito como integrante del jurado de la competencia oficial, que preside el realizador español J. A. Bayona. Es más, Rebordinos dice que se ha hecho tiempo estos días para ver por streaming uno de los shows de Lali en Vélez…

-¿Cómo se te ocurrió convocar a Lali Espósito?

-Bueno, Lali Espósito es una cantante y una show-woman impresionante, he tenido la oportunidad de conocerla en diciembre durante Ventana Sur, en Uruguay, donde me pareció una mujer encantadora y muy inteligente. Y como además queríamos tener un jurado que representara a la Argentina, y siempre buscamos un jurado que no sea tan directamente del mundo del cine (puede ser de la literatura o de la música), ella nos pareció perfecta. Además, también es actriz y una persona que defiende los derechos humanos y al colectivo LGBTQ+. Y en un mundo, incluida la Argentina, donde hay una clara regresión de las libertades, donde se empieza a inculcar que da lo mismo democracia que dictadura, nosotros vamos a respaldar siempre esas voces libres que luchan por los derechos de los ciudadanos y ciudadanas, que defienden los derechos de las minorías. Y Lali representa todo eso.

José Luis Rebordinos. Imagen: Pablo Gómez

-Este año, el cine argentino tiene tres películas en concurso (una de ellas la de apertura), un miembro del jurado, y una presencia importante en casi todas las secciones. En San Sebastián el cine argentino parece más vivo que nunca. ¿Es realmente así?

-Bueno, no. ¡Tiene truco! Fíjate que de las tres películas que están en competición -una de ellas inaugurando el festival- dos están producidas por plataformas, una por Amazon y otra por Netflix, y la tercera es una coproducción con Suiza. Esto indica ya las características de producción actuales. Y luego, aunque nosotros siempre tratamos muy bien al cine latinoamericano en general y al cine argentino en particular, y más en este momento, hay algo que nos llena de tristeza y es que, por primera vez en los quince años que llevo al frente del festival, en los Work In Progress no hay ninguna película argentina. Y las ha habido siempre. Esto es grave e indica algo de lo que puede suceder a futuro... Porque también estamos viendo menos proyectos argentinos en el Foro de Coproducción. Yo siempre intento ser muy ecuánime. Hasta ahora, todo lo que nos ha llegado del Incaa pues no ha sido positivo ni de apoyo al cine argentino. Y las declaraciones de quien lo representa a veces son extemporáneas o salidas de tono, las últimas por ejemplo hablando de TikTok y la película de Mariano Cohn y Gastón Duprat. Pero es verdad que por primera vez en estos dos años, ahora hay algunas ayudas económicas para los viajes de las películas que están en San Sebastián. Creo que también hay que decirlo. Creo que aunque sean pequeñas ayudas, es un paso adelante. Hay que contarlo todo, lo negativo y lo positivo. No es, probablemente, todo lo que nosotros desearíamos, pero pareciera indicar que se está dando un pequeño paso en otra dirección. Ya veremos hacia dónde continua.

-¿Y qué hay para decir de las películas en sí?

-Estamos muy contentos por lo diferentes que son las tres películas argentinas en competición, siendo las tres muy poderosas. Milagros Mummenthaler con Las corrientes sigue en la línea de su cine muy personal, muy introspectivo, hablando de una mujer joven que no encuentra su sitio en la sociedad, es una película muy especial, de la que se va a hablar mucho a nivel cinematográfico. Por su parte, Dolores Fonzi como directora ya había hecho con Blondi una primera película valiosa, pero ahora con la segunda, Belén, da un salto mucho más grande. Es una película muy potente, sobre una tremenda arbitrariedad judicial. Es cine clásico de combate, muy bien hecho por cierto. Y es una película necesaria en estos momentos; creo que se va a convertir en uno de los pases más emocionantes de este año en San Sebastián, estoy convencido de ello. Y la película de Daniel Hendler, 27 noches, que además será la apertura del festival, nos propone una historia aparentemente liviana, que se ve muy bien, que va a gustar al público, pero que sin embargo habla de temas muy importantes hoy, que conciernen a los adultos mayores, como es el derecho a decidir sobre sus vidas. Y Marilú Marini en el protagónico está espectacular. Te enamoras de ella. 

-¿Y las películas argentinas en las otras secciones?

-Bueno, en coproducción con Uruguay, Daniel Hendler tiene en la sección Horizontes Latinos otra película suya como director, Un cabo suelto, una comedia que acaba de estar en una paralela en el Festival de Venecia y que había ganado el año anterior aquí en San Sebastián el Work In Progress de América latina. También tenemos en Horizontes Latinos la nueva película de Lucrecia Martel, Nuestra tierra, que viene de pasar en Venecia. Es increíble, es una de sus grandes obras, y es su primer documental, sobre el asesinato de un líder campesino indígena. Es una película muy pertinente en los tiempos que corren. Y en Zabaltegi está Siempre es de noche, de Luis Ortega. Es un regalo, un mediometraje que nos envió por sorpresa y que nos gustó muchísimo, además de que nos dio la oportunidad de tenerlo en premier mundial. Es un Ortega en estado puro, como ya lo demostró con El jockey, que ganó aquí el año pasado Horizontes Latinos. Es un Ortega asombroso, alocado, son unos 40 minutos plenos de ideas, una detrás de otra.

-San Sebastián es el único festival de los grandes que se ha pronunciado de manera oficial sobre la situación en Gaza y que ha sacado una declaración que menciona en su título la palabra “genocidio”. ¿Cómo llegaron a esta decisión?

-En este caso, no firmamos como Festival de San Sebastián, sino como el comité de dirección del festival, porque como sucede en casi todos los festivales el nuestro es una sociedad anónima, una declaración legal sería compleja, tendría que hacerla nuestro consejo de administración, por eso es una declaración del comité de dirección del festival. ¿Qué cómo hemos llegado? Es muy sencillo: cuando ves lo que está pasando en Gaza es muy difícil permanecer indiferente. Y aunque nosotros tengamos un altavoz muy pequeñito… Pero creo que todos los que tengamos un espacio debemos utilizarlo, y por lo menos desde la impotencia y la rabia tenemos que alzar la voz y decir que no podemos permitir que el gobierno de Benjamín Netanyahu esté asesinando a seres humanos con total impunidad. Además, nosotros siempre hemos distinguido entre lo político y la política. Un festival siempre es político, hasta cuando seleccionas una película. Cuando tú seleccionas una película de una major de Hollywood o de una plataforma, estás tomando una decisión política. No digo que sea positiva o negativa, sino que tiene un contexto político. Y en este caso creímos necesario hacer esta declaración y lo hemos hecho. Por eso el festival siempre deja muy claro que nosotros siempre vamos a estar en favor de la libertad de expresión, a favor de las minorías, a favor del aborto, como nos posicionamos a favor del aborto en su momento en la Argentina… Pero nunca de una manera partidista. Nosotros nunca nos hemos definido sobre una política partidaria, fueran más progresistas o más conservadores. La única vez que hemos hecho una declaración en ese sentido, la hice yo a título personal, como director del festival, diciendo que Vox no era bienvenido en San Sebastián por una simple razón: para mí Vox es la derecha extrema fascista que no debería ser legal, porque no estoy dispuesto a aceptar a un partido que reivindica la figura de Franco o justifica la dictadura frente a una democracia. Es lo mismo cuando estuvimos en Argentina: hicimos unas declaraciones en contra del gobierno de Javier Milei y había gente que nos decía “quiénes son ustedes para hablar de la política argentina”. Nosotros dejamos en claro que el festival siempre ha trabajado con gobiernos de distinto signo, fueran los de Macri o del peronismo, siempre sin ningún problema. Yo no tengo nada que decir sobre lo que elijan los ciudadanos argentinos. Pero si aparece un señor que defiende a una dictadura asesina como la de la junta de los militares, yo siempre voy a estar enfrente. Me da igual que sea Milei en Argentina, los ayatolas en Irán, Netanyahu en Israel o Putin en Rusia.

-El cine español se llevó el año pasado la Concha de Oro gracias a Tardes de soledad, el extraordinario documental de Albert Serra. Y este año está en concurso otro gran nombre del cine español y del documental, José Luis Guerín. ¿Cómo evalúas la presencia española en esta edición?

Historias del buen valle, de José Luis Guerín

-Llevamos unos años en los que el cine español tiene un poderío que no ha tenido nunca. Y no lo decimos nosotros solamente. En mayo pasado, dos películas españolas compitieron en la sección oficial de Cannes, Sirat, de Óliver Laxe, y Romería, de Carla Simón. Esto resulta muy indicativo, no era lo habitual para nuestro cine. Y ahora, en Venecia, ha habido otras dos películas españolas premiadas en secciones paralelas. Y no es flor de un día. Yo creo que el año que viene Cannes va a tener problemas para elegir cine español: para esas fechas deberían estar terminadas las nuevas películas de Almodóvar, de Albert Serra y de Rodrigo Sorogoyen. Son tres primeras espadas, que tienen muy buena pinta y demuestran que el momento es muy bueno. En nuestro caso hemos elegido cuatro películas. Y aquí ya va en gustos. Tú me comentas Guerín y, claro, estamos encantados con Guerín, porque pensamos que Historias del buen valle es una de sus grandes películas, a la altura de lo mejor de su obra, como lo eran En construcción, Innisfree y Tren de sombras. Creemos que es el regreso del Guerín más potente, imaginativo, capaz de contar la realidad de una manera muy especial como sólo él es capaz de hacerlo, y con una puesta en escena soberbia. Es una película de no-ficción y creo que va a ser una de las grandes películas del año. Pero también las otras, porque Alberto Rodríguez es un director que en España goza de gran predicamento, ha hecho un thriller muy potente, que es Los tigres, una película grande, importante. Está también Maspalomas, de José Mari Goenaga y Aitor Arregi (nuestros realizadores vascos estrella, también conocidos como “los Moriarti”, creadores de La casa de papel). Y la cuarta película en concurso es de una de las grandes esperanzas del cine español, Alauda Ruiz de Azúa, que nos trae Los domingos, sobre los problemas de la vocación en la gente joven. Las cuatro, en su diversidad, son un reflejo muy potente de lo que es hoy el cine español.

-Pasando a los extranjeros… En concurso aparecen directores de gran trayectoria: Claire Denis, Arnaud Desplechin, Agniezka Holland… ¿Hay también alguna “sorpresa” como fue el año pasado la opera prima On Falling, que terminó llevándose el premio a la mejor dirección?

-Bueno, nosotros siempre intentamos equilibrar la sección oficial y que junto a los grandes nombres también haya lugar para los descubrimientos. Y en esta edición creo no equivocarme si señalo a Her Heart Beats in Its Cage (Su corazón late en su jaula), la película china en concurso, ópera prima de ficción de Qin Xiaoyu, quien ya había hecho un par de documentales. Puede ser una de las grandes sorpresas del festival. Se trata de una historia real, la de una mujer que después de diez años sale de la cárcel porque ha matado a su marido que la maltrataba, y se reencuentra con su hijo adolescente, que vive con su abuela. Pero la película tiene la particularidad de estar interpretada por las personas reales del caso, la madre, el hijo y su abuela, madre del marido asesinado. El cruce de ficción con la realidad es absoluto y se trata de una obra muy sobria pero también muy emocionante. 

(Imagen: EFE)