El regreso del pasado y una huida que se repite, una venganza que espera toda una vida, sueños que cambian la realidad y el tiempo, el año nuevo de una dictadura, una ciudad utópica enterrada por la represión, la corrupción adulta de sobres y negociados son algunas de las historias de El regreso de la noche, esta ópera prima de Marcelo Justo, corresponsal de Página /12 en Londres. El libro se presenta el jueves 25 de setiembre a las 18 en Mística QTP, Ricchieri 340.

El libro lleva el título del primer cuento, el más largo, el más trágico, y remite a la oscura actualidad, a un mundo superpoblado de los Javier Milei y Donald Trump, Giorgia Meloni y Jair Bolsonaro, figuras que parecen caricaturas de un pasado que se creía superado. "¿Está regresando con un nuevo formato, pero con un fondo y dirección similares la noche del fascismo y el nazismo, la de la dictadura militar?", se pregunta el autor. 

En los cuentos de Justo la historia es, como decía James Joyce, una pesadilla de la que quieren despertarse sus protagonistas. "Es un deseo imposible, porque estamos atrapados en sus redes, pero eso no significa que no haya salidas, que no queden intersticios que le permitan a los protagonistas escapar de sus garras", remarca.

En los 14 cuentos que componen el volumen algunos logran imprimir su propia marca sobre la historia o conseguir una fuga que parece a priori imposible. En “El regreso de la noche”, el protagonista es un exiliado que regresa de visita por motivos familiares después de su huida en circunstancias trágicas 10 años atrás en plena dictadura militar. El regreso físico precipita un regreso temporal, la reaparición de la noche traumática que provocó su fuga y la final resolución de una historia que no se puede enterrar.

 

El pasado que no termina de desaparecer y exorcizarse es recurrente, pero no una condena inevitable. Algunas historias se deslizan hacia un final airoso, otras se hunden en la melancolía o la incertidumbre. El destino persigue al personaje de “Blackout filipino”, la eterna búsqueda es el sino de un viaje que se repite entre Buenos Aires y Montevideo en “Un mundo sin teléfonos”. Hay cuentos que escapan los límites de la Argentina y muestran la universalidad de la misma pesadilla humana como se lee en “Sueño Nórdico” o “Féretros sin fuego”. Algo similar ocurre con “El día y la noche de Jeckil y Hyde”, "un estudio de la compulsividad laboral del siglo XXI que, según el filíosofo coreano Byung-Chul Han, ya no requiere el disciplinamiento dictatorial o autoritario porque la hemos internalizado, porque se ha convertido en nuestro amo, una maximización del rendimiento que nos hace disfrutar y al mismo tiempo, nos enferma y nos hace buscar desesperadamente una salida".

El libro cierra con “La única verdad es la realidad”, famosa frase de Juan Domingo Perón que, algunos dicen, sacó de Aristóteles y Kant. Más allá de la autoría, ¿qué significa esta frase en la era de la post-verdad y los algoritmos?. La historia mete su cola en todas partes. El protagonista sueña que su primo tiene 37 años y concluye que, si es así, la mayor parte de su propia vida no ha transcurrido y, por lo tanto, puede tomar una dirección totalmente distinta. Claro, es un sueño, pero al despertarse ha habido un corte de luz, no encuentra el celular ni las cosas que, pensaba, eran partes constitutivas de su existencia: el presente trazado de un corte entre pasado y futuro se vuelve impreciso, indefinible. Las peripecias del cuento le dejan una sola salida: abrir la puerta y enfrentarse al mundo, a esa “única verdad” que debería ser “la realidad”. Si el tiempo no ha pasado, si todas las crisis que vivió el país aún están por suceder, lo sabrá con un recurso simple y cotidiano, enfrentando la calle, yendo al kiosco de la esquina, verificando la fecha de un diario. Pero no se anima a dar el paso y cuando finalmente lo hace, prefiere cerrar los ojos enfrentado a una luz que lo obnubila, a un calor asfixiante.

Este excepcional libro de cuentos completa de esta manera un arco histórico que lleva de los abismos del siglo XX "a un presente incierto en el que ni siquiera la siempre discutible verdad es un criterio que nos sirva para orientarnos en medio del desasosiego presente".