La voluntad democrática determinaría que un Presidente cuyas políticas fueron rechazadas por el voto y que además son políticas que mostraron resultados negativos, tendría que asumir el veredicto de las urnas y buscar opciones diferentes a las que no dieron resultado. Con el rechazo de los votos y de la realidad, mantener esa dirección contra viento y marea no es democrático y tampoco es racional.

Buscar auxilio a un costo altísimo --en riquezas y soberanía-- en el gobierno estadounidense de Donald Trump, para profundizar la catástrofe, expuso aún más al país y sus ciudadanos a la desprotección. En su fanatismo, este gobierno, mantiene el negocio de unos pocos con la timba financiera mientras destruye calidad de vida y desmantela el tejido productivo.