La disputa pública entre J.K. Rowling y Emma Watson, que comenzó hace años con las declaraciones de la autora de Harry Potter sobre las personas trans, volvió a recrudecer esta semana. La escritora británica respondió con dureza a recientes comentarios de la actriz, a quien acusó de “ser ignorante de lo ignorante que es” y de “echar gasolina a las llamas” en el momento más álgido de las amenazas que ella misma recibía.

El contrapunto se reavivó después de que Watson, de 35 años, participara en un podcast sobre salud mental en el que dijo que todavía atesora a Rowling a pesar de sus diferencias. “Mi mayor deseo es que las personas que no están de acuerdo conmigo me quieran, y espero poder seguir queriendo a personas con las que no necesariamente comparto la misma opinión”, señaló la actriz que encarnó a Hermione Granger en la saga cinematográfica.

Rowling recogió el guante y publicó un extenso mensaje en X (ex Twitter). Allí sostuvo que Watson y Daniel Radcliffe “han dejado claro en los últimos años que creen que su antigua asociación profesional les da un derecho, más aún una obligación, de criticarme en público”. Y agregó: “Emma tiene tan poca experiencia de la vida real que ignora lo ignorante que es. No era multimillonaria a los catorce años: viví en la pobreza mientras escribía el libro que la hizo famosa”.

La autora explicó que su “punto de inflexión” con Watson se produjo en 2022, cuando la actriz participó en los premios Bafta. Presentada como “una bruja orgullosa”, Watson respondió en el escenario: “Estoy aquí por todas las brujas”, una frase que fue leída como apoyo explícito a las personas trans. Según Rowling, aquella indirecta coincidió con el momento en que las amenazas contra su vida eran más intensas.

En esa ocasión, Watson le envió una breve nota para manifestarle su preocupación, pero la escritora interpretó el gesto como insuficiente. “Emma acababa de echar más gasolina a las llamas, pero pensó que una expresión de preocupación de una línea me aseguraría su simpatía”, escribió esta semana.

Rowling, de 59 años, sostiene desde hace tiempo que su rechazo al activismo trans no se basa en odio sino en la defensa de “los derechos de las mujeres” y la necesidad de mantener espacios unisex exclusivos. Sin embargo, sus palabras fueron señaladas reiteradamente como transfóbicas por colectivos LGBT y por varios de los protagonistas de la saga que la hizo mundialmente famosa.

Watson, Radcliffe y Rupert Grint se distanciaron en 2020, luego de que Rowling publicara un ensayo en el que advertía sobre los riesgos de “borrar la noción de sexo biológico”. La actriz escribió entonces en redes: “Las personas trans son quienes dicen ser y merecen vivir sus vidas sin ser cuestionadas constantemente o decirles que no son quienes dicen ser”.

Lejos de retractarse, Rowling insistió ahora en que su ex elenco “sigue asumiendo el rol de portavoces de facto del mundo que creé”. Y subrayó que el cambio reciente en el tono de Watson --quien remarcó que “nunca podría cancelarla”-- no le resultó convincente: “Sospecho que ha adoptado esa posición porque se ha dado cuenta de que la condena total de mí ya no está tan de moda como antes”.

La disputa tiene un trasfondo más amplio: desde que Rowling tomó posición sobre la identidad de género, el universo Potter se vio atravesado por divisiones entre la autora y una parte de su propio fandom. Eventos, convenciones y plataformas de fanáticos se pronunciaron en contra de sus declaraciones, mientras que organizaciones feministas la respaldaron.

Watson, por su parte, remarcó en el podcast que valora a Rowling por la oportunidad de haber interpretado a Hermione y por las palabras de aliento que recibió en su adolescencia. “No hay un mundo en el que pueda cancelarla, o cancelar eso, por nada”, afirmó. Y agregó: “Simplemente no sé qué más hacer que mantener estas dos cosas aparentemente incompatibles juntas al mismo tiempo”.

El intercambio entre ambas vuelve a encender una grieta que excede lo personal: pone en juego la forma en que figuras de alcance global intervienen en debates sobre derechos, identidad y feminismo. También revela cómo una relación forjada en la ficción --entre una escritora y la actriz que dio vida a uno de sus personajes más célebres-- puede convertirse en campo de batalla política y cultural.