"El alto impacto ofrece una doble lectura porque además de ser la nomenclatura de este tipo de plástico, alto impacto es el que producen las políticas y acciones como ésta, de reciclado, para disminuir el daño ambiental", señala Ramiro Martínez, presidente de la cooperativa Creando Conciencia.

La organización con sede en Benavídez, formada hace casi dos décadas por excartoneros y vecinos preocupados por la contaminación, volvió a dar un paso en la diversificación de sus productos. 

Después de haber trabajado con materiales como telas recicladas -incluso desarrollando iniciativas ligadas a camisetas de la Selección Argentina- y de abrir líneas con plásticos simples, cápsulas de café y mobiliario urbano, ahora la novedad llega de la mano del Poliestireno de Alto Impacto reciclado (HIPS, por sus siglas en inglés).

El poliestireno de alto impacto es un material termoplástico con aplicaciones múltiples que va desde componentes de automóviles, pisos hasta teclados de computadora, envases de yogur, juguetes o piezas de impresión 3D. La cooperativa lo recolecta, clasifica y transforma en artículos con valor agregado para luego comercializarlos en la cadena de empresas con las que trabaja.

El anuncio no se produce en un escenario favorable. Como tantas pymes y cooperativas del país, Creando Conciencia enfrenta un panorama económico signado por la retracción de la obra pública, la caída del consumo y el ajuste en programas de asistencia por parte del gobierno nacional de Milei. La combinación de factores hace que innovar no sea un lujo, sino una necesidad para sostener el trabajo de más de cien familias.

En este marco, la apuesta por el HIPS reciclado aparece como un nuevo capítulo en la historia de resiliencia de la cooperativa. “Siempre le encontramos la vuelta a todo porque en nuestro caso aquellos materiales que tienen baja posibilidad de reinserción en el sistema industrial argentino, como el alto impacto, le buscamos una nueva vida en este contexto económico que nos rodea para hacerlo redituable”, explica Martínez en diálogo con Buenos Aires/12.

Producción local, impacto social

La fabricación se realiza en el Polo Productivo Cooperativo, donde Creando Conciencia ya fabrica composteras, útiles escolares, mobiliario urbano y otros insumos a partir de reciclables. En este caso, el proceso es relativamente accesible en términos tecnológicos.

“La incorporación, la verdad que es muy baja en maquinaria, porque es mover el material y fundirlo a alta temperatura, ya sea con un horno y un molino para moler. El resto se juega con diferentes diseños, se juega mucho más con los colores”, detalla Martínez.

Ese carácter artesanal permite también innovar con creatividad: “Hemos estado haciendo llaveros o productos para posavaso. Y la verdad que con una aceptabilidad bastante alta en el sector privado y en otro tipo de sectores también”, asegura el dirigente.

De las telas al plástico expandido

No es la primera vez que la cooperativa responde con innovación frente a la crisis. En 2022, lanzó una línea de productos textiles elaborados con descartes industriales. Ese mismo año presentó útiles escolares hechos con telgopor reciclado y también se animó a procesar cápsulas de café para obtener pellets con uso energético.

La lógica es siempre la misma, identificar materiales que no encuentran fácilmente un circuito industrial y convertirlos en insumos para nuevas cadenas productivas. “La verdad viene en línea de lo que viene siendo la cooperativa hace muchos años, tratando de innovar, generando momentos de coyuntura complejos, salir con nuevos productos que renuevan el mercado”, resume Martínez.

Hoy, Creando Conciencia cuenta con 101 trabajadores y trabajadoras asociadas. La comercialización de sus productos se realiza de forma online y mediante convenios con grandes empresas y entidades. 

“Los productos, comercializamos online o en nuestra cadena que ya tenemos armada, como muchas empresas como YPF, Nordelta, Fundación Temaikén y Conarcoop, así como un montón de empresas que ya nos compran este tipo de productos sostenibles”, comenta Martínez.

La aceptación del sector privado es clave porque no solo permite dar salida a los artículos, sino que también legitima la propuesta de la cooperativa como proveedora confiable, según Martínez.