Montevideo, una ciudad de un millón y medio de habitantes, produce alrededor de 1.200 toneladas de basura domiciliaria por día, casi un kilo por persona. La gestión de estos residuos es desde hace años uno de los temas más sensibles para los montevideanos y un punto de desgaste político para todos los intendentes. Según una encuesta de la consultora Cifra, el 38 por ciento de los vecinos cree que la limpieza es el principal problema en el que debería trabajar el gobierno local. La nueva administración del Frente Amplio, encabezada por Mario Bergara, presentó un nuevo Plan Integral de Limpieza y Gestión de Residuos, que tiene como objetivo principal sacar los contenedores de las calles.

El objetivo inmediato es retirar 500 contenedores de la vía pública hacia fin de año y avanzar hacia un sistema más diversificado de recolección. Los contenedores, aquellos grandes recipientes metálicos o plásticos ubicados en las esquinas, fueron instalados masivamente en Montevideo hace dos décadas y se convirtieron en parte de la postal urbana. Pero la experiencia mostró sus límites: desbordes, vandalismo y acumulación de basura en los alrededores que generan reclamos constantes. Hoy existen más de 11.000 unidades distribuidas en la ciudad. El plan de Bergara busca iniciar una reducción progresiva que, en el horizonte de 2030, debería llevar a sacar de las calles unos 5.000 de estos recipientes.

En su lugar, la Intendencia apuesta a tres modalidades: contenedores intradomiciliarios, pequeños recipientes entregados a cada vivienda; contenedores intraprediales, depósitos colectivos ubicados dentro de edificios o complejos residenciales; y la vuelta de la tradicional recolección puerta a puerta, con camiones municipales que pasan en horarios fijos para retirar las bolsas. La meta para diciembre de 2025 es llegar a casi 20.000 hogares cubiertos por estos esquemas.

Un cambio simbólico —y también práctico— será el regreso de los tachos de basuras ubicados en la vía pública para residuos menores. En 2023 la gestión de la entonces intendenta Carolina Cosse había decidido retirar los tachos con el argumento de que generaban "minibasurales". El resultado fue el contrario: sin tachos el descarte mínimo terminó en veredas y rejillas. Desde agosto, el gobierno de Bergara comenzó a reinstalar 250 papeleras en parques, plazas y avenidas, con cronograma de vaciado y mantenimiento. “Si se usan bien, ayudan a mantener la ciudad limpia”, defendió Leonardo Herou, director de Desarrollo Ambiental.

El plan también incluye otras medidas como un día fijo por municipio para sacar residuos voluminosos y beneficios fiscales para comercios y hogares que separen residuos reciclables y orgánicos. Según datos oficiales, más del 60 por ciento de la basura domiciliaria de Montevideo es reciclable u orgánica, pero menos del 10 por ciento se separa en origen. Cerrar esa brecha es una de las prioridades de la nueva gestión.

Los comerciantes de la avenida 18 de Julio —la arteria central de Montevideo, donde se concentran bares, librerías, oficinas y muchos medios de transporte— celebraron el regreso de los tachos. Si la papelera está y se vacía, se usa; si no, el ticket termina en la calle. Un operario de limpieza lo resume en términos aún más concretos: “Si el camión se demora 24 horas, perdemos la cuadra. Después es remar”.

Para el intendente de Montevideo, el desafío excede la logística. “No alcanza con cambiar el tamaño o la ubicación de los contenedores, necesitamos un cambio cultural”, advirtió al presentar la estrategia en la Junta Departamental. Bergara prometió reuniones barriales, talleres en los ocho municipios y participación ciudadana en el seguimiento. También se comprometió a dar un informe semanal de avance, con datos abiertos.

Así, Montevideo busca modificar la postal de la ciudad con contenedores rebalsados de basura por otra con recolección en horarios fijos, tachos bien mantenidos, camiones que cumplan y vecinos que acompañen la iniciativa.