La comunidad Africville fue fundada a principios del siglo XIX por afrodescendientes de diversos orígenes, personas liberadas tras la Guerra de Independencia de Estados Unidos, lealistas negros y trabajadores que llegaron posteriormente desde el sur estadounidense. En este enclave, las familias construyeron un barrio negro, con casas, jardines, una escuela propia y, en el corazón espiritual y social de la comunidad, la Iglesia Seaview. A pesar de pagar impuestos municipales, sus habitantes no recibían servicios básicos como agua potable, alcantarillado, pavimento ni atención de emergencia, un reflejo de las políticas racistas de las cuales se vivencian históricamente en los barrios negros.

A partir de mediados del siglo XIX, la industrialización comenzó a cercar la zona. Ferrocarriles, un matadero, una prisión y un hospital de enfermedades infecciosas fueron instalados en los alrededores, transformando a Africville en el depósito de todo aquello que otras áreas de Halifax rechazaban. En 1955, el vertedero municipal fue trasladado a pocos metros de la iglesia, y en 1958 la ciudad declaró el barrio como “barrio marginal”, abriendo el camino a su desmantelamiento.

Entre 1964 y 1970, el Ayuntamiento de Halifax desalojó a las familias y demolió las viviendas para dar lugar a nuevas obras de infraestructura portuaria y vial. La destrucción fue tan violenta como simbólica, muchas pertenencias fueron trasladadas en camiones de basura municipales, y la iglesia fue demolida sin aviso. Los antiguos residentes fueron reubicados en viviendas sociales y la comunidad quedó dispersada.

Lejos de rendirse, los habitantes de Africville comenzaron a organizarse. En 1969 formaron el Comité de Acción de Africville, seguido en 1983 por la Sociedad de Genealogía, que reclamó reparación histórica. Fueron décadas de lucha, en 2010 la ciudad de Halifax emitió una disculpa pública formal y acordó destinar fondos para reconstruir la iglesia y crear un espacio patrimonial. Un año más tarde se inauguró la réplica de la Iglesia Seaview, que funciona hoy como Museo de Africville.

El museo conserva la memoria colectiva a través de fotografías, documentos, objetos y testimonios orales. Es un punto de encuentro para descendientes, un sitio de aprendizaje para nuevas generaciones y un atractivo turístico que pone en valor la historia afrocanadiense. Cada año, durante el fin de semana de la Reunión de Africville, cientos de personas regresan al lugar para celebrar su herencia y fortalecer los lazos comunitarios.

En 2002, el sitio fue declarado Sitio Histórico Nacional de Canadá y, en 2004, la ONU reconoció la destrucción de Africville como un crimen contra la humanidad. Hoy, la presencia del museo en ese mismo terreno es una afirmación política, Africville no desapareció, se transformó en símbolo de resistencia, memoria y orgullo.

La historia de Africville trasciende las fronteras de Canadá. Es una historia diaspórica, marcada por la fe, la comunidad y la lucha frente al despojo. Recorrer el museo es reconocer cómo la memoria afrodescendiente ha sido sistemáticamente negada y, al mismo tiempo, cómo persiste, se organiza y reclama el reconocimiento del rol fundamental que representa en la historia.