El Palacio Ducó entregó un lindo partido en el ocaso de este sábado entre Huracán y Banfield. El primer tiempo fue más que entretenido, aunque el marcador fue engañoso al irse al entretiempo por 1-0 en Parque Patricios. Banfield había sido el gran protagonista de esa etapa inicial: el conductor de los hilos del fútbol, el creador de juego y el dueño de toda la iniciativa. Aun así, a veces, ni eso es suficiente.

Los conducidos por Pedro Troglio, en esa avanzada, tuvieron tres chances clarísimas de convertir. El ruido seco de la pelota golpeando contra el travesaño, a los 33 minutos, fue la ofensiva que más cerca estuvo de ponerlos en ventaja. La jugada había sido espectacular: Luis Abraham enganchó, hizo seguir de largo a Tomás Guidara y sacó un notable derechazo que encontró vencido a Hernán Galíndez. Era un golazo. Las otras dos oportunidades las tuvo en sus pies Rodrigo Auzmendi: en una, definió mal; en la otra, tapó con astucia el arquero del Globo.

El gol de los de Frank Kudelka llegó a los 46 minutos, en su primer ataque claro. Pura efectividad: Matko Miljevic marcó la jugada con un pase filtrado para Guidara, quien lanzó un centro que conectó Luciano Giménez en el instante y lugar exactos. A Banfield pareció condenarlo la lógica futbolera ("los goles que no se hacen en un arco...") y, luego, todo se complicó con la expulsión de Gabriel Vega, a quien echaron apenas un minuto después de su ingreso por una insólita acción violenta: le aplicó en simultáneo un codazo y un brutal planchazo a Juan Bisanz, y el árbitro no dudó. Con un hombre menos, alcanzar el empate se volvió una hazaña (imposible) para los de Troglio. Y los que festejaron fueron los de Huracán, que a pura eficacia lograron un valioso triunfo y cortaron una racha de cinco partidos sin victorias.